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Volver intacto y bajo sus términos

Un Teatro de Verano desbordado de emoción recibió a La Trampa luego de ocho años de silencio
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25 de marzo de 2017 a las 16:22

Es difícil no emocionarse cuando más de 4.000 personas se unen en una misma voz. Cuando –casi– todos vestidos de negro, como una suerte de uniforme oficial, entonan el clásico canto de hinchada que habla de sentimientos que no se pueden parar. Cuando una verdadera comunión de personas de diferentes lugares pero pertenecientes a una misma generación –aquella que vio al rock uruguayo en lo alto, a quien las canciones les hablaba de sus pesares, sensaciones e ideales profundos, y que ubicó a una banda en el alto de un pedestal heroico–, celebra saltando, bailando y cantando a viva voz un regreso deseado pero sorpresivo.

El primer show de regreso de La Trampa fue así. Tanto arriba como abajo del escenario.

Sin intención de revelar minuciosamente el setlist para los que asistirán a los próximos shows, se puede decir que con las 30 canciones que conformaron las más de dos horas y media de show, La Trampa ofreció un sinuoso, sensible e impetuoso recorrido a lo largo de sus casi 20 años de carrera. Con canciones ineludibles, como Muerte serena, Las décimas y Mar de fondo, algunos temas sorpresa que dejaron de formar parte de su repertorio en vivo y sus dos canciones nuevas, El retador y Hoy vengo a ver, metiéndose entre su catálogo en igualdad de condiciones que el resto.

El público, en su mayoría treintañero, se agolpó desde temprano sobre la valla y desplegaron grandes banderas con el logo de la banda y evocativas frases tomadas de canciones, como "Y la muerte nos va a separar. Pero será la muerte y nada más" de Yo sé quién soy, "Sobre el eco de los años sigo escuchando tu voz" y "Dar todo por amor sin perderse en la corriente", de Soledad y Las décimas respectivamente. A su manera todas se reapropiaron de la voz de la banda para explicar en sus palabras el sentir de los fanáticos que se mantuvo vivo durante estos años.

Fue Spuntone, a su vez, el que en uno de los pocos intervalos que la banda se reservó para dirigirse a su público, observó sobre este especial momento donde el pasado se cruzó con el presente. Agradeció "estar intacto, no solo con ustedes sino entre nosotros también, que es la parte principal de todo".

El letárgico legado de La Trampa volvió intacto. Fue un reencuentro con un pasado que no mostraba signos del paso del tiempo. Las cuatro piezas de la banda, Garo Arakelian, Alejandro Spuntone, Carlos Ráfols e Irvin Carballo (más la segunda guitarra de Santiago Peralta en varios temas), sonando como si hubiesen dejado de tocar anteayer, reviviendo canciones que se metieron tan profundo en el cancionero uruguayo que cuando vuelven a sonar, el cerebro devuelve la letra como si recuperara un pergamino perdido en la biblioteca de la memoria. Estar en ese Teatro de Verano fue sentir como si La Trampa nunca se hubiera ido. Aunque la felicidad y la nostalgia avivaron sin dudas el fuego emotivo.

La Trampa volvió bajo sus términos y el resultado fue excelente, dejando que la música hiciera su trabajo. El escenario se mantuvo austero, pero la puesta de luces merece apunte aparte gracias a la originalidad de su instalación, y la transformación del pentagrama de la banda en una estructura lumínica. Asimismo, el único y merecido invitado fue el miembro fundador de la banda, Sergio Schellemberg, que volvió al teclado en tres canciones.

Aunque hayan afirmado que estos cinco shows en el Teatro de Verano y sus dos nuevos temas serán las únicas manifestaciones de su regreso, Arakelian, frente a las gradas colmadas, dijo "este comienzo compartido con ustedes es la promesa de un futuro para nosotros".

Sea lo que sea que la banda decida hacer –continuar tocando o terminar este regreso con su último show el 31 de marzo–, La Trampa demostró y continuará demostrando en sus siguientes shows, que su música no quedó estancada en aquel rock nacional de Pilsen Rock, crisis económica y optimismo juvenil. Su postura frente al escenario, su interpretación y las 20.000 personas que los acompañarán certifican que sus canciones era extrañadas, necesarias y hasta ahora irremplazables.

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