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El Observador | Leonardo Pereyra

Por  Leonardo Pereyra

Columnista político
15 de septiembre 2024 - 5:10hs

Una hace varias semanas que viene recorriendo los barrios periféricos de Montevideo para arrimarle al Partido Nacional esos votos que históricamente le son esquivos.

La otra comenzó este jueves en Maldonado su gira de presentación ante los uruguayos del interior, allí donde los dirigentes del Frente Amplio no son tan bien recibidos como en la capital y sus alrededores. Se trata de Valeria Ripoll y Blanca Rodríguez, dos recién llegadas a la actividad política mayor pero en cuyos nombres frenteamplistas y blancos depositan parte de sus esperanzas de ganar en la próxima disputa electoral. Porque, creen, nadie mejor que ellas para convencer a esos uruguayos que se domicilian en la inescrutable categoría de “indecisos” en las encuestas de opinión.

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Se trata de personas mayormente desinformadas, a las que no les interesa la política y tanto les da un candidato como otro. Según el último sondeo de Equipos que le dio al Frente Amplio una intención de voto del 41% y a la Coalición Republicana del 38%, hay un 13% de personas que no tienen definido a quién votarán.

Esos indecisos son los que dicen que la política les interesa “poco” y “nada” lo que para Equipos supone “un desafío para los candidatos”.

Para enfrentar ese desafío fue que Delgado eligió a Ripoll como compañera de fórmula contra la opinión inicial de buena parte de sus correligionarios. Porque al candidato blanco no le importa demasiado si la exsindicalista y exmilitante comunista espanta en octubre a algunos blancos conservadores que amenazan con migrar hacia el Partido Colorado.

Delgado piensa que es en noviembre donde Ripoll le dará los votos que necesita para ser presidente, ya que, entiende, su perfil “popular” es el necesario para entrarle a los indecisos afincados en los barrios de Montevideo.

Consultada por El Observador, Ripoll dijo que está recorriendo municipios de Montevideo y Canelones –que le son “muy familiares”- para encontrarse con instituciones sociales a las que se acercó durante la pandemia para trabajar en ollas populares y merenderos.

“Me reuní con referentes barriales que yo ya conocía y con los que existe una confianza mutua por el trabajo hecho. Ese trabajo no tiene que ver específicamente con mi militancia en el Partido Nacional sino con mi militancia social y sindical de muchos años. Para mí son zonas y personas totalmente familiares. Son personas que están más alejadas de la política, que no están en el debate entre militantes”, dijo Ripoll.

“Yo quiero poner arriba de la mesa, y en el debate del Parlamento, temas que tienen que ver con colectivos que nunca llegan a ser escuchados y que es muy difícil entender lo que viven si vos no lo viviste bien de cerca. Me pasa con la discapacidad, con muchos colectivos de militancia social, con lo que tiene que ver con adicciones. Hay madres que me dicen que el Caif o la escuela de tiempo completo les queda en otro barrio y no pueden ir a trabajar. Y son familias de contexto bien vulnerable, de los dos quintiles más pobres”, agregó la candidata blanca.

Aunque sostuvo que su cometido “no es convencer indecisos” reconoció que al Partido Nacional “le viene muy bien ese vinculo con la zona metropolitana donde se le hace más difícil hacer lo mismo que en el resto del país”.

Por su parte, el senador nacionalista Jorge Gandini consideró que no resultará sencillo convencer a personas que “están desinformadas no por falta de medios sino porque no les interesa la política”. “Mucha de esa gente no conoce a los candidatos, no miran los informativos, no escuchan radio. Están en otra frecuencia de banda. Es un desafío para el sistema”, dijo el parlamentario. En ese sentido, señaló que Ripoll “está vinculada con gente que no mira al sistema político tradicional, y tal vez tenga un brazo más largo que la mayoría del Partido Nacional para poder llegarle a esa gente”.

Aunque Ripoll participó en programas de debate en la televisión, la fama que ganó en esas presencias no se le acerca a la que cosechó Blanca Rodríguez en más de tres décadas de apariciones diarias en el informativo Subrayado de Canal 10.

Por eso, en el Partido Nacional sostienen que Blanca es “más famosa” que Valeria pero no necesariamente más “popular”, con todo lo que tienen de incierto esos términos.

Blanca, dicen, es un exponente claro de la clase media-alta uruguaya, mientras que Valeria representa a esa clase media que, a veces, tiene ciertos problemas para llegar a fin de mes. Tanto que desde la izquierda se la cuestionó por las deudas que mantiene con empresas financieras a la que les pidió préstamos que no ha podido saldar.

Desde el Frente Amplio, en cambio, consideran que Blanca se “popularizó” a través de la pantalla y podrá conectar con un electorado que le tomó simpatía en su rol de comunicadora sin saber a ciencia cierta a qué partido pertenecía.

Este sábado, Rodríguez tuvo su bautismo sobre un estrado durante el acto de lanzamiento de campaña de la lista 609. Con voz pausada y movimientos lentos “a lo Tabaré Vázquez”, la candidata al Senado habló sobre el “aumento de la pobreza infantil” y la desigualdad” y dijo sentir una “alegría esperanzada” ante lo que se viene.

Un operador del FA dijo que las expectativas de la izquierda acerca del rol de Rodríguez en la campaña están centradas en el resultado que consiga “en el mano a mano con la gente” más allá de su capacidad como oradora.

En definitiva, estas dos mujeres elegidas como una opción de relevo de la dirigencia política tradicional, tienen en sus manos buena parte de la suerte de sus partidos. Habrá que ver cuál de ellas cala mejor entre esos indecisos y desinformados a los que una cara nueva –o repetida en las tardecitas de la TV- puede hacerles cambiar de opinión de la noche a la mañana.

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