Votación en merma
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Focouy
Analistas y políticos manifestaron su preocupación por lo que fue la votación más baja desde que existen las internas; solo un 35% de los votantes habilitados se acercaron a elegir un candidato. Estas elecciones no generaron pasiones, fueron casi casi de guante blanco (gris, digamos) y no tuvieron la presencia de líderes populares y asentados. La lectura apocalíptica es que Uruguay está eligiendo a sus candidatos presidenciales con una minoría de la población, algo que no es tan diferente a lo que pasó durante décadas con la llamada ley de lemas. La lectura integrada es que los uruguayos no perciben que estemos en un lugar tan preocupante o crítico como le dicen los uruguayos a las encuestas.
¿Será tal vez que muchos uruguayos no perciben que haya una gran diferencia entre un candidato blanco y uno frenteamplista? Yamandú Orsi dijo en la noche de las internas que su partido es el cambio, pero que éste “está lejos de entenderse como una demolición: no vamos a caer en el berretín de quienes vienen a refundar todo".
Delgado, en cambio, se esforzó en la campaña por marcar diferencias, porque sabe que es una de las claves para intentar ganar las nacionales. "He visto algunos analistas decir que en Uruguay es un país bastante estable, que hay seguridad jurídica y estabilidad política, y que si gana Álvaro y el Partido Nacional y la coalición o si gana otro partido es más o menos lo mismo, no va a cambiar mucho en Uruguay. No es lo mismo. Somos diferentes en cómo entendemos a la gente, somos diferentes en cómo entendemos al interior y somos diferentes en la forma de gobernar".
La era de los vicepresidentes
La “vicepresidentemanía” comenzó en las internas de 2019, cuando Luis Lacalle Pou logró un gran impacto al anunciar esa misma noche a su compañera de fórmula. Mientras, Daniel Martínez pasó por alto a Carolina Cosse y, luego de días de adivinanzas, terminó eligiendo a una militante poco conocida fuera de las bases del FA.
Este año el FA pegó primero y apostó a la unidad, es decir, apostó a hacer bien todo lo que había hecho mal durante las internas pasadas. Cosse, que incluso declaró en campaña que si bien estaba para lo que el partido decidiera prefería los cargos ejecutivos, no dudó en abrazar a Orsi cuando se anunció que ella sería la candidata.
El PN se hizo esperar en lo que al principio pudo pensarse que era un golpe de efecto que apuntaba a construir expectativa, pero terminó esperando demasiado. De cualquier modo, la sorpresa de la noche fue la designación de Ripoll.
Ripoll como “hueso de bagual”
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La decisión de Alvaro Delgado de elegir a una recién llegada al partido indignó a algunos blancos, seguramente los más militantes, como esos que silbaron mientras que lo anunciaba muy tarde, en la noche de las internas. Pero la elección de Valeria Ripoll no apela a los blancos como “hueso de bagual”, a esos que cuando se les vaya la indignación y dejen de protestar en redes, votarán a Delgado.
Ripoll es una elección jugada pero muy interesante desde varios puntos de vista. Así el candidato del PN evitó cometer el gran error político que había sugerido que podía suceder: una fórmula no paritaria. Como quedó claro en estas internas, los uruguayos -al menos el 36% que votó en las internas- no cree que las mujeres que se presentaron sean las mejores opciones para encabezar a sus partidos en la contienda política, lo que no significa que les caiga bien la vieja decisión de ir con una fórmula de dos hombres.
El candidato blanco eligió a una mujer, ex sindicalista que lideró el gremio de los municipales montevideanos, conocedora de los modus operandis de la izquierda uruguaya y “apetecible” en términos de su exposición pública como panelista televisiva y hasta detrás de la Máscara. Todo esto es y será objeto de memes, pero la popularidad, o al menos el conocimiento de una persona, siempre ha sido una ventaja en la política, más aún en tiempos de Tik Tok y viralidad.
Delgado explicó su elección para que su partido “pueda ir a esos lugares que quizás todavía no estamos llegando”. Esos lugares son, en esta elección, los indecisos y, en particular, Montevideo, que votó muy bajo a los blancos en estas internas.
La unidad como ventaja electoral
El FA tuvo unas muy buenas internas con la competencia tal vez más interesante, tal como lo demostró la votación que dio por ganador a Orsi con casi el 60% y dejó en segundo lugar a Cosse con 37,6%. Esto se vio reflejado en los números, muy superiores a los de 2019 y también por arriba de los de 2014 y 2009. Casi 400.000 uruguayos votaron a este partido; esta vez, a diferencia de 2019, había una competencia interna interesante y una competencia nacional para volver a gobernar que ya se comenzó a transitar. Además, y también a diferencia de la anterior elección interna, la campaña de ambos candidatos fue estrictamente respetuosa uno con el otro. Las únicas notas discordantes las marcaron Mujica y Topolansky, con críticas a Cosse que no fueron comentadas por Orsi.
Luego de un 2019 turbulento, en el que Martínez debió enfrentar constantes problemas en la interna de su partido, el FA aprendió que la unidad paga.
Colorados: mucho ruido, pocas nueces
Fórmula Andrés Ojeda y Robert Silva
Leonardo Carreño
El triunfo de Andrés Ojeda en el Partido Colorado (PC) es una señal de recambio pero, por ahora, poco más que eso. La multitud de candidaturas que presentó el partido no logró mejorar su votación interna; de hecho, los colorados tuvieron la elección interna más baja de su historia, con poco más de 100.000 votos, 25.000 menos que su anterior peor votación, la de 2009.
Ojeda dijo luego de saberse ganador que “hay un proceso de renovación en curso y hay un cambio en la política. Esto trasciende al Partido Colorado. Hay una bisagra de época. Nosotros venimos a encabezar el futuro del Uruguay, la nueva política y todo lo que se viene”. Todo esto deberá confirmarlo en las nacionales, porque por ahora el interés de los uruguayos por los colorados no ha mejorado, aunque está claro que no es posible comparar internas con primera vuelta.