Ya se apagaron los festejos moderados de la noche de un domingo particularmente frío que, junto al comienzo de las vacaciones de invierno y con la pelota de la Copa América rodando, rebajó aún más la ya menguada participación en las elecciones internas. El 36% de los uruguayos que se aventuró en el camino a las urnas eligió a los candidatos de los principales partidos sin grandes sorpresas y, a partir de este lunes, los ganadores deberán abocarse a una tarea distinta a la que le prestaron sus fuerzas hasta la gélida noche del 30 de junio.
Hay empresas comunes y otras que refieren a la situación particular de blancos, colorados y frenteamplistas. Empecemos por los blancos: Álvaro Delgado (75%) le ganó con más luz de las que habían previsto los encuestadores a Laura Raffo (19%) y a Jorge Gandini (6%). Y, aprovechando esa ventaja, tomó una decisión arriesgada que sorprendió a varios de los propios militantes y dirigentes blancos que esperaban el anuncio de la fórmula presidencial.
Delgado apuntó así a un público ajeno al de los blancos más tradicionales y eligió como compañera de fórmula -relegando a Raffo- a Valeria Ripoll, una exfrenteamplista y exsindicalista del sindicato de la Intendencia de Montevideo. Probablemente el candidato nacionalista sabía que una decisión de ese tamaño no sería sencilla de digerir para parte de la militancia blanca que esperaban que ese lugar lo ocupara alguien con probada trayectoria en el partido. Ese malestar fue palpable en la puerta de la sede blanca donde varios dirigentes exhibían caras de preocupación y otras personas pedía por "Laura (Raffo)" o silbaban al escuchar el nombre de Ripoll.
Habrá que ver, al final del camino, cómo le sale la jugada a Delgado y si logra atraer a votantes más volcados a la centroizquierda. O, si por el contrario, termina ahuyentando a los más conservadores.
A cortísimo plazo, tendrá que ser especialmente hábil y conciliador para calmar a quienes hirió la elección de Ripoll. Si algún asunto pendiente queda entre ellos los blancos, más les vale que lo echen en la cuenta del olvido si no quieren que el camino hacia octubre se convierta en un ajuste de cuentas entre compañeros.
El un tanto dificultoso camino hacia la conformación de la fórmula blanca fue muy diferente al que llevó anoche a la consolidación del binomio Yamandú Orsi-Carolina Cosse como postulantes del Frente Amplio luego de que el exintendente de Canelones le ganara con una distancia de 59% a 37% a la exintendenta de Montevideo. La izquierda celebró en un ambiente de unidad, además, el hecho de haber sido el partido más votado superando los 400 mil votos.
Orsi y Cosse habían dado señales claras de que no les quedaba otro camino que la fusión de sus nombres, pero a partir de hoy a la izquierda le aguardan algunos entuertos que separan a los integrantes de la fórmula. El más importante es el apoyo que los sectores que respaldan a Cosse –los partidos Comunista y Socialista- le otorgan al plebiscito que propone tirar abajo la reforma jubilatoria aprobada por el gobierno y eliminar las AFAPs.
Orsi ya se manifestó en contra del contenido de esa propuesta, surgida desde el PIT-CNT, que buena parte de la propia izquierda cree que hará tambalear el sistema previsional. Una vez que la Corte Electoral avale las firmas que habilitarán la consulta junto a las elecciones de octubre, Cosse deberá expedirse sin dilaciones. Si se manifiesta en contra de la iniciativa –es lo más probable- chocará con los partidos que la apuntalaron, pero, si la apoya, le dará la espalda a lo que piensa el candidato presidencial del Frente. Esa es la principal acechanza a corto plazo para la izquierda y no es menor pese a los cánticos unitarios que anoche se escucharon en la sede del FA. En el camino hacia octubre, la fórmula frenteamplista deberá desbrozar otros asuntos que tienen que ver con la línea económica más o menos ortodoxa que la izquierda le ofrecerá a los votantes. Por lo pronto, los comunistas no quieren saber nada con Gabriel Oddone, el nombre que maneja Orsi y el Movimiento de Participación Popular (MPP) para encargarse del Ministerio de Economía si el FA vuelve al gobierno.
Los colorados
En tanto, en el Partido Colorado se confirmó la victoria de Andrés Ojeda (40%) por sobre Robert Silva (23%) Gabriel Gurméndez (18,4%) y Tabaré Viera (17.7%).
Demasiados aspirantes para repartirse el poder en esta colectividad que aspira a resurgir después de varias elecciones con resultados decepcionantes. El abogado mediático se quedó con la candidatura pero no con el poder absoluto en un partido atomizado, y este lunes se juntará con sus correligionarios para resolver si la fórmula se cierra con un Ojeda-Silva.
Ojeda, quien dice haberse inspirado en la peripecia de Luis Lacalle Pou para lanzarse a la política, es señalado por parte de algunos compañeros de partido como un colorado demasiado apegado a los socios nacionalistas.
Uno de los desafíos de este dirigente moderadamente joven será el de articular un discurso que, sin separarlo demasiado del partido liderado por su admirado Lacalle Pou, le transmita a la gente que blancos y colorados no son la misma cosa, y que les vale la pena a algunos nacionalistas saltar el muro que los separa y que, según dicen los politólogos, cada vez parece más bajo.
Los que ya saltaron la primera valla este domingo, o la evitaron, fueron los votantes, o una parte bastante menguada de ellos. Dentro de cuatro meses todos los uruguayos se verán obligados a concurrir a las urnas y, ya en primavera, deberán elegir al hombre que los gobernará en los próximos cinco años. El final de ese camino es bastante más imprevisible que el hasta ahora recorrido.