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25 de octubre 2025 - 5:00hs

Están sentadas en un banco en la puerta del Municipio de Salinas. Esperan mientras la mansedumbre de la tarde acaricia un arrayán y la calma de los primeros días de calor son interrumpidos solamente por el sonido entrecortado de un escape de motocicleta.

Fueron llegando una a una, saludando de la manera que las uruguayas saben saludar: un beso en la mejilla y una sonrisa amigable antes de tomar asiento junto a un banco contiguo al que Laura Alonsopérez, bailarina, docente y directora escénica, habla con El Observador.

Las tres mujeres conversan por lo bajo.

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– Es la esposa del presidente.
– Sí, ya se. ¿Pero va a hacer algo acá?
– Sí, yo la vi en la tele.

Laura Alonsopérez es, además, es la esposa del presidente de la República. Posiblemente quien la viera sentada en aquel banco de cemento no lo adivinaría si no lo hubiese visto en la televisión.

“Ella es Laurita”, apunta Andrea Martínez, una de las integrantes del elenco que la acompaña y ocasionalmente hace las veces de asesora de imagen, aunque ya haya aprendido a maquillarse para las entrevistas y combine idealmente las prendas de su vestidor. "Laurita", así con diminutivo, es en ese momento es una vecina, aunque desde algún lugar estén velando por su seguridad.

Antes de todo eso, el Centro Cultural Salinas fue el primer lugar en el que se inauguró Tercer Fuerxa –así, con x, como un homenaje a su padre Xoco de raíces gallegas y blanco hasta sus últimos días– con una compañía fundada en 2023 con el impulso de la necesidad de movimiento. Una necesidad que acunó desde su infancia.

– Desde niña te interesó la creación y el arte. Hacías obras con tus hermanas y siempre querías participar de las obras escolares. ¿Cómo se dio ese interés por el arte y quién lo sostuvo?

– Me siento muy resiliente, porque creo que yo misma me sostuve. De niña fui yo misma porque la que creaba era yo y las otras lo que hacían era seguir mis creaciones. Es como ahora, en el grupo que formé ellos me dijeron que sí y se juntaron a mi juego. Entonces, ¿quién me sostuvo? Yo. Yo me sostuve. Mucha gente juega a eso como juega el doctor, a la madre o a tantos juegos de roles pero después es otra cosa en la vida adulta. Y sin embargo ese sueño que tuve de niña lo sostuve con la resiliencia. Pasé por muchos momentos, pero siento que el arte fue una herramienta que siempre me salvó.

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En su adolescencia, Alonsopérez se mudó con su madre desde su Maldonado natal al Centro de Montevideo. La salida de la dictadura abrió en Uruguay un panorama efervescente para las artes, en el que se buscó a sí misma y encontró un camino. Desde los salones de la escuela de danza clásica Orlama hasta la puerta de El Galpón donde un día encontró a Dervy Vilas y recibió una sugerencia: “Anotate en el Circular que están abiertas las inscripciones”.

Efectivamente, Alonsopérez hizo un año preliminar en el Teatro Circular y otro en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) pero concluyó que ella “no era para esas instituciones”. Lo de ella, dice, “no era el teatro puro y duro”. El cuerpo la llamaba mucho más que la palabra.

“Había lugares donde me sentía expulsada porque no era para mí. Por suerte me encontré con gente que así me lo hizo ver. Gente del medio, más grande que yo, que cuando me veía angustiada porque no había quedado en la escuela me decía "no es para ti". Me costaba entender cuando me decían eso, pero después dije, claro, yo no iba a aguantar esa pedagogía, esa forma. Me siento un ser con mucha libertad y la necesito”.

Una de tantas las personas que la vieron fue la actriz y coreógrafa Adriana Lagomarsino, que como una le sugirió que fuera a ver Intento Cero, la performance de una de las bailarinas más destacadas del Uruguay: Graciela Figueroa. Le movió los esquemas. Al otro día ya estaba en Paulier 1009. La puerta del Espacio de Desarrollo Armónico, la casa donde Figueroa fue mentora de diferentes generaciones de bailarines, y se formó en el Sistema Internacional Río Abierto.

“Acá no se dicen muchas cosas, no se nombran por su nombre, pero después de la dictadura no había espacios como el de Graciela para expresarse. Yo lo siento así. Para mí fue muy importante porque me sentí verdaderamente libre. Ahí desde el sistema Río Abierto uno puede expresarse cómo quiera. Sin ningún patrón”.

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– A partir de Intento cero hubo un punto de quiebre en tu carrera. Empezás la formación con Graciela, la formación en Río Abierto y la participación en el Grupo Espacio. ¿En qué momento de tu historia te encuentra el sistema? ¿Qué fue lo que resonó de esta manera en ti?

– El sistema uno lo hace primero para uno mismo. Uno se forma primero con su propia historia y trabajás un montón de cosas de tu vida. Hay gente que hace las formaciones como parte de su trabajo interior, personal, que no está mal. Yo lo hice principalmente por eso y a mí me cambió mucho. Justo en ese momento estaba en una búsqueda de la maternidad, donde el sistema me apoyó mucho para lograr ser madre hoy de mellizos de casi 13 años, Lucía y Victorio. Imagínate lo que a mí me ha aportado en todos sus sentidos este sistema y sigo dándome cuenta, porque doy una clase una vez por semana, sigo porque siento que es lo que tengo para aportar además de la creación. Es una red que uno trata de armar. La gente expresa entrar a una clase y salir mejor de lo que entró. Yo ya con eso me quedo contenta. Y con Tercer Fuerxa también siento eso: que hay un cambio en las personas. Para nosotros es como una especie de ritual hacer esta obra.

De ese entendimiento de la danza nace un dispositivo escénico. Después de dos años de investigación con un elenco de bailarines en diferentes etapas de su carrera artística creó Tercer Fuerxa: una performance que atraviesa los ciclos de la vida y eso que entendemos por la construcción de la personalidad. Una obra que nació de la necesidad de volver a bailar y dirigir, después de años dedicados a la maternidad. Una obra con la que deja algo claro: no dejará de bailar. “Quien se expresa con el cuerpo lo quiere hacer toda la vida. Y yo tengo ganas de eso también. No me importa la edad que tenga, yo voy a seguir bailando. Eso lo tengo claro, como sean las condiciones", dice.

"Hoy estoy cumpliendo un sueño que estuve pidiendo", expresa la coreógrafa con la mirada firme. "Estoy muy orgullosa de lo que logramos, estoy muy orgullosa del grupo y también muy contenta con lo que estamos haciendo. Me coloca en un lugar muy lindo en este momento especial de mi vida también. Lo siento como un regalo. Como algo que me viene a ayudar a transitar este momento, ya con mis hijos con 13 años, que es una edad diferente. Uno es madre toda la vida pero siento que ahora puedo dedicar un tiempo a la danza y eso me tiene recontenta", agrega.

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Tercer Fuerxa se presenta este sábado y domingo en la sala Hugo Balzo del Auditorio del Sodre y el próximo sábado 8 de noviembre en el Complejo Cultural Politeama de Canelones.

– Como una artista que nació en Maldonado y vive en Canelones, ¿cuál es tu mirada sobre la descentralización de las artes en Uruguay?

– No estoy muy empapada de toda la situación nacional, pero siempre va a faltar. Porque la cultura se construye, no es de un día para el otro. Si un pueblo no tiene cultura, hay que llevarla de a poco y hay que ir también dejando que la gente reaccione. Para quién ha tenido oportunidad de ir al teatro o a la danza es muy fácil. Pero para quién no, no es fácil. No puedo imponer tampoco cultura a prepo. La cultura es algo que se tiene que ir expandiendo con mucho respeto y dando los tiempos a las personas para que puedan aceptar, absorber y de a poco ir construyendo entre todos los agentes algo positivo para todos. Yo siempre doy el ejemplo, porque estaba trabajando ahí, de la Casa de la Cultura en Maldonado: se mandaban espectáculos increíbles del MEC y la gente no iba. Iban cinco personas, iban diez personas, la sala vacía. Y también vi como poco a poco, goteo a goteo, se fue llenando y hoy queda gente afuera. Entonces por eso sé de lo que hablo, lo vi. Y no lo vi hace tantos años. Es una historia reciente. Entonces por eso digo: queda mucho por hacer.

La noche del 22 de noviembre de 2024 fue un tanto particular. Aquella noche mientras Yamandú Orsi encabezaba el cierre de campaña del Frente Amplio, uno de los momentos cúlmine de la carrera hacia la Presidencia, los focos del Teatro Solís estaban sobre ella, cuando estrenaba Tercer Fuerxa en uno de los escenarios más simbólicos del país.

– ¿Cómo se vivió eso en tu casa? ¿Cómo fue ese encuentro de dos momentos tan importantes para los dos?

– Fue una casualidad total y lo tomamos como tal. En casa se normaliza bastante. Para los chiquilines mamá va a trabajar y papá va a trabajar, no había ninguna expectativa. Para nosotros sí, con mucha expectativa, pero cada uno desde su lugar. Eso no se da siempre. Es algo único. Cada pareja es diferente y en este caso especial, donde Yamandú tiene un rol muy importante y yo me dedico a algo diferente, se dio que los dos teníamos algo importante ese día. Y a los dos nos fue bien, esa es la conclusión. Así que muy agradecida por ejemplo a Marcos Carámbula, a quien adoro, y a Elena, su mujer, que también llevaron a Alba Amaro, que es una gran referente del candombe. Estoy eternamente agradecida porque Marcos dejó de ir y me fue a ver a mí. Para mí fue un honor.

– ¿Fue la primera vez que tus hijos te vieron en un escenario?

Me vieron en algún fin de año de Casarrodante, que fueron con el padre y llegaron a ver algo en el Grupo Espacio en los últimos tiempos pero como docente. Pero sí, la primera vez que me veían bailar así fue en el estreno. Y bueno, tus hijos son tus hijos. Cuando las personas quedan a cargo de mis hijos y me dicen ‘qué buenos son tus hijos’ yo lo miro al padre y digo ‘bueno, algo hicimos bien’. Porque que te digan ‘qué buenos que son’ quiere decir que son chiquilines que no reclaman mucha cosa, no están pidiendo, se adaptan. Los niños se adaptan mucho más que nosotros a las situaciones, al adulto le cuesta más. Y ellos son muy humildes de corazón.

– Hace un tiempo dijiste en una entrevista con Canal 5 que “un minuto de televisión” te valió “más reconocimiento que 30 años" de carrera en la danza. ¿Lo seguís sintiendo de esa forma?

– Siempre supe que los medios son un poder muy importante y no cualquiera accede a ellos. No me voy a hacer la tonta y voy a decir que quieren ver mi espectáculo, los medios quieren ver quién es la esposa del presidente y se da la casualidad de que yo soy artista. Hoy por hoy no me duele. No es falta de reconocimiento, porque en realidad a la danza toda le cuesta mucho que se la vea. Yo me sentí representada en la danza, no como algo personal sino que ahora vienen a buscar la danza cuando de repente hay que buscar pila para que te den un espacio. No me cae mal y al contrario, me parece que está buenísimo que así sea y es divertido, por otro lado, porque es raro. No vamos a naturalizar algo que no es común. Es lo que está sucediendo hoy y agradezco tener mi personalidad, mi vocación y defenderla. No dejar que lo mío se empañe por la importancia de lo otro, sino aprovechar la visibilidad y poder decir que la danza es mucho.

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– En esa misma entrevista te referiste a tu saludo desde el balcón durante la asunción de Yamandú Orsi, decís que soportaste “muchas cosas como mujer y como madre” que tenías “reprimidas” y en ese momento las pudiste expresar. ¿Cuál fue el costo del proceso que los llevó al balcón del Palacio Estévez?

– Fue difícil todo lo que pasó antes en esa campaña, que no fue muy limpia, sinceramente.

– ¿Estás hablando de las denuncias falsas?

– Sí, exacto. Mis hijos no se tocaron porque, bueno, por suerte no... Pero para nosotros como pareja fue difícil el momento, muy difícil, y fue muy sucio además, fue un juego muy sucio. Entonces lo que me parece que me pasó es que cuando salí y vi la gente… Yo estuve ahí abajo muchas veces. Yo soy de ahí abajo, porque no pertenezco a la élite política y no existe la primera dama como figura. Entonces yo me sentía una más de todas esas personas. Lo que me nació decir es “la verdad triunfó”. Triunfó la verdad y voy a darme el lujo de disfrutarlo. Vivimos en un mundo muy difícil en ese sentido, de que ahora es todo por redes y está todo manejado desde ahí. Alguien me preguntaba si me afectaba eso y la verdad que no veo nada, porque si veo, me amargo. Entonces, ¿para qué? Es un mundo muy especial en ese sentido también.

– Acompañar la carrera de una pareja que se dedica a la política implica acompañar e invertir de sí mismo para que el otro pueda llegar a ese lugar. ¿Eso también estaba poniéndose en juego?

– Son muchos años que estoy acompañando. Hace 25 años. Yo acompañé los dos períodos en la Intendencia, así que sé de lo que estoy hablando. Yo abandoné mi trabajo que tenía siempre en Maldonado por seguirlo a él. Después me costó mucho conseguir trabajo. Me costó mucho porque yo soy independiente y me costó mucho entrar de nuevo en Montevideo, que es muy competitivo. Renuncié a toda una carrera de docencia que tenía en Maldonado para seguir su carrera. Es difícil, todo un camino a recorrer, pero se puede.

– ¿En qué momento se hizo tangible que su vida iba a cambiar? Imagino que hay un momento en el que todo eso se hace carne, que la vida cotidiana ya no va a ser igual.

– Lo más tangible es la seguridad. Nosotros decidimos que vamos a vivir en nuestra casa, entonces ahora en la esquina hay un kiosco con seguridad permanente y después hay seguridad que nos sigue. Al principio eso fue complicado porque yo tuve personas en la ventana de mi casa durante dos meses hasta que logramos tener una conversación, después se hizo el kiosco que está ahora. Todo eso es donde uno hace más carne, que empezás a ser parte de un sistema. Para alguien como yo que soy cualquier persona, quiero decir que viví siempre con tanta libertad, eso de que me sigan no fue fácil. Hoy, a ocho meses de todo esto, te puedo decir que hemos logrado convivir. Nosotros no somos Lucía y Pepe, no somos Luis y –cuando eran pareja– Lorena, ni Sanguinetti y su mujer. Cada pareja presidencial es diferente, entonces cada necesidad es diferente y cómo encara uno eso de que a uno lo tienen que cuidar. Lo acepta, porque es una realidad, pero uno va negociando esas cosas para no sentirse invadido, para seguir sintiendo que hay libertad y que no es para coartarte, sino que es para ayudarte. Eso lleva su tiempo y yo me siento muy agradecida de haberlo hecho carne. Eso es lo que más te cambia: que pasás a ser cuidada. Siempre tenés a alguien que te está mirando. Y a tus hijos también, y eso yo lo agradezco porque tengo hijos en edades muy difíciles y siempre siento que están cuidados. Hay formas de cuidar distintas y hemos logrado una cosa muy linda. Así que en eso venimos bien. Y todo el resto, es muy difícil la tarea que le toca a Yamandú. Hay gente que está ayudando mucho para que se haga todo lo mejor posible. Pero bueno, ahí también lo veo a él con un millón de cosas, que lo admiro profundamente porque llevar un país adelante no es fácil.

– Decías que no formás parte de la élite política pero hay un vínculo muy cercano entre el arte y la política, ¿de qué manera has militado desde la danza?

– Siempre, en cada clase. Desde la primera clase que he dado hace 30 años hasta hoy. La militancia mía es la docencia, principalmente la docencia. Y la otra militancia es que cuando hago un espectáculo tenga una cuestión de transmisión, que no quede en un hecho artístico porque sí sino que sea un hecho artístico que transforme.

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– Acaban de regresar de Roma, un viaje en el que tuviste la oportunidad de conocer al papa León XIV. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué es la espiritualidad o la religión para ustedes?

– Nosotros venimos de formación religiosa. La mamá de Yamandú era practicante. Yo también vengo de formación católica, mi abuela y mi abuelo paternos eran practicantes de ir todos los domingos a misa. A mi abuela paterna le hubiera encantado verme ahí. Yo no soy practicante, lo sentí como un honor que me recibiera el Papa. Realmente el Vaticano es algo impresionante. ¿Quién no se impresiona? Donde nosotros estuvimos no accede cualquier persona, entonces lo sentí como un elogio que nos hayan recibido. Es un momento en la vida en el que, más allá de si uno comulga o no con la religión, es muy especial.

– Solés decir que en lo que hacés siempre hay algo de vos, que cuando bailás es porque lo viviste. ¿Pensás que esta etapa de tu vida va a ser inspiración en algún momento de tu danza? ¿Vas a crear un espectáculo a partir de lo que estás viviendo en este momento?

– Eso pensaba, pero ahora que fui a Roma me vine con otras ideas. Si hubo algo que me pasó en Roma fue inspiración, porque es arte por todos lados. Me gusta mucho la escultura humana, es de las cosas que más me gusta, y me inspiró mucho. Se vendrá algo que tenga que ver con todo eso, haré una mélange que tanto tiene que ver también en la historia política. Roma me inspiró mucho, sentí cosas muy lindas ahí como para trabajar y ver qué sucede. Y estuve 24 horas.

– Decías que cada pareja presidencial es particular. Muchas esposas de expresidentes han impulsado algún programa dentro de la órbita de Presidencia. Desde María Auxiliadora Delgado con el programa de Salud Bucal Escolar hasta Lorena Ponce de León con Sembrando, ¿tenés algún proyecto en mente, quizás vinculado a las artes escénicas o a la danza, que te gustaría impulsar desde este lugar?

Sí, estoy afín de hacer algo por la danza y sobre todo por la parte de la creación. En eso estoy pero no es una tarea fácil y hay muchas prioridades. Pero sí está en mi deseo.

– ¿Pero te gustaría que dentro de cinco años, cuando termine este periodo gobierno, quede algo?

– Sí, eso sí. Que quede algo que trascienda el gobierno.

– ¿Vinculado a la danza?

– Sí.

– Cuando hablamos de futuro, solés tomar prestado un término de Graciela Figueroa: el “ataque de futuro”. ¿Cómo se evitan esos ataques de futuro cuando el futuro es la construcción inherente de la política y las artes?

– Tranquilizándome y trabajando en uno. Yo hago terapia hace muchos años y vengo haciendo un trabajo conmigo misma hace mucho tiempo. Así que confío en eso: confío en que vengo bajando un montón de cambios desde hace mucho tiempo como para vivir lo más que pueda el ahora sin que me venga ese ataque de futuro.

– Este cambio en tu vida llegó en un buen momento de tu construcción personal, entonces.

–Sí, creo que sí.

Temas:

Laura Alonsopérez presidente danza Yamandú Orsi

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