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4 de abril 2025 - 18:00hs

El nombre de Ghibli ha circulado quizás incluso más en los últimos días gracias a este trend que en 2024 cuando su última película ganó un Oscar.

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No tengo pruebas pero tampoco dudas de que entre todos los que pasaron por ese filtro de edición de la realidad las fotos familiares, con sus parejas, o que “ghiblificaron” memes o imágenes célebres de la historia, unos cuantos no vieron ni medio segundo de una película del estudio de animación japonés.

No da la impresión de que ese sea el caso de Sam Altman, el responsable de OpenAI, la empresa dueña de ChatGPT. Para anunciar la nueva versión de la herramienta, que permite la creación de estas imágenes con mucha más precisión que las que se usaban hace apenas algunos meses, Altman cambió su foto de perfil en redes sociales por su retrato en versión Ghibli.

Además, publicó una imagen junto a dos de sus colaboradores para hacer este anuncio. Más allá de las implicancias éticas que puede tener el tomar el estilo de un artista (o en este caso, de un equipo) sin permiso, y de que la incorporación de estas herramientas puede nacer de un aprecio por la obra del estudio, también es convertirlo en un meme, en un juego, en la versión más nueva y renovada– pero con la misma inutilidad –de las orejas de perrito o las pecas falsas que Snapchat puso de moda hace algunos años.

En un texto sobre este fenómeno para el sitio estadounidense Vulture, la periodista Fran Hoepner escribió que en esta herramienta “no hay rastros de respeto o admiración por los cineastas que les presentaron estas imágenes. Ahora cualquiera puede pedirle a ChatGPT que adapte una imagen al estilo de Ghibli, bajándole el precio a una forma de arte visual que en algún momento llevaba –y todavía lleva– horas y horas de trabajo”.

En una línea parecida habló (o mejor dicho, tuiteó) el dibujante y artista de cómic uruguayo Matías Bergara, uno de los principales referentes del noveno arte en este país, que escribió: “Usar la inteligencia artificial para crear arte es como pedirle a un software que ame a alguien por vos. Elegís sacarle la parte más importante a todo el asunto y te equivocás completamente. Las cosas que la IA hace por vos son vacías y se desintegran en segundos como las palabras que no importan”.

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Nausicaä en el valle del viento, una de las películas más célebres de Studio Ghibli

Nausicaä en el valle del viento, una de las películas más célebres de Studio Ghibli

Lejos esto de ser un panfleto anti inteligencia artificial. Nada más lejos que eso. La uso en el trabajo para simplificar tareas engorrosas como desgrabar entrevistas, la usé como asistente para organizar tareas, y tiene potenciales maravillosos para la salud, por ejemplo. O sea que ni rechazo ni miedo. En todo caso, miedo a los humanos que somos los que la usamos, como toda tecnología (del fuego para acá), que se puede usar para mejorarnos la vida o para reventarnos entre nosotros.

Donde sí trazo línea es en el uso para reemplazar tareas que son netamente humanas, como las creativas, y donde el ejemplo claro es este uso para crear imágenes al estilo Ghibli, o la creación de textos narrativos. Es malgastar recursos en algo que deberíamos seguir haciendo nosotros, y en todo caso que la IA se encargue de las tareas engorrosas y mecánicas de la vida en las que perdemos tiempo.

Por un lado, se gastan recursos en forma literal, por el uso de agua para refrigerar procesadores y centros de datos (un elemento del funcionamiento de estas tecnologías que incluso generó una polémica en Uruguay ante la posibilidad de que Google instalara un centro de datos en el país). No es que vamos a “salvar el planeta” por dejar de hacer una de estas imágenes, pero el punto está ahí.

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Hayao Miyazaki, cofundador, director y presidente honorario de Studio Ghibli

Hayao Miyazaki, cofundador, director y presidente honorario de Studio Ghibli

De todas formas, el foco está en lo creativo –pensemos en el mamarracho de la campaña hecha con IA del Ministerio de Turismo que salió hace algunas semanas– y en el uso de estas imágenes para mensajes cuando menos llamativos, como el de la Casa Blanca publicando en estilo Ghibli la imagen de una mujer dominicana siendo deportada por traficar fentanilo, o la de un cuerpo policial brasileño adaptando a este formato una imagen de un arresto.

Creo que esto va a ser una moda pasajera y de acá a unas semanas encontraremos otro chistecito en internet o alguna nueva herramienta a la que darle gratis nuestros datos. Mientras tanto, le seguiremos dando un dolor de cabeza a Hayao Miyazaki, cofundador de Ghibli y creador además de director de casi todos los clásicos del estudio.

Con toda esta moda de las fotos, se viralizó de nuevo un fragmento de un documental de 2016 donde a Miyazaki le muestran una animación hecha con IA y el animador japonés reacciona con frustración.

“Aunque no lo hice en los últimos años, cada mañana veo a un amigo que tiene una discapacidad. Le cuesta mucho hacer un ‘choque los cinco’, su brazo con músculos rígidos no puede alcanzar mi mano. Y ahora, pensando en él, no puedo ver esto y encontrarlo interesante”, comenta.

Quien sea que crea esto no tiene ni idea de lo que es el dolor. Estoy completamente disgustado. Siento que esto es un insulto a la vida misma”, agrega Miyazaki. “Si querés hacer estas cosas inquietantes, podés hacerlo. Pero nunca incorporaría esta tecnología a mi trabajo”.

De hecho, es cuestión de ver las obras de Miyazaki para entender su acercamiento a la tecnología y la postura editorial de Ghibli con respecto a las máquinas, el impacto de lo mecánico y la mano humana en el mundo y el trabajo, herencia en parte del pasado comunista de Miyazaki y de su socio, Isao Takahata –una línea política que con el tiempo abandonaron– y que también responde a la forma de ver el mundo de los japoneses.

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La imagen "al estilo Ghibli" que subió la Casa Blanca

La imagen "al estilo Ghibli" que subió la Casa Blanca

Aunque se lo suele llamar “el Disney japonés”, Ghibli tiene quizás el mismo nivel de influencia y un alto nivel de éxito, pero filosóficamente no van por los mismos carriles. En Japón hay un parque de Disney y uno de Ghibli. El primero es una versión bastante similar a la que se encuentra en Estados Unidos, con algunos cambios culturales pero básicamente lo mismo.

El parque de Ghibli, para empezar, está armado dentro de otro parque más grande. Parque en el sentido literal: pasto, árboles, aire libre. Ghibli reutilizó estructuras existentes y dispersó entre esos bosques algunas estructuras que recrean las casas y los edificios donde viven los personajes de sus películas. Hay algunas calesitas y juegos para niños, pero la filosofía es la de que coexistan estos espacios con la naturaleza, y que todo conviva en armonía.

En las películas pasa algo parecido. A Miyazaki lo obsesionan las máquinas, herencia de su padre, director de una empresa de aviación. En sus películas hay aeroplanos, robots, casas mecánicas y aparatos de todo tipo, pero pone el foco en el diseño y en sus engranajes, así como en el trabajo de sus creadores para hacerlos.

Son además, muchas veces, máquinas que tienen un funcionamiento orgánico: cambian, mutan, se adaptan. Y por supuesto, hay otras máquinas que son un peligro, que amenazan sobre todo la convivencia del planeta o el funcionamiento natural de las cosas, un mensaje si se quiere ecologista de parte de un autor que viene de un país donde los ríos, los árboles, el viento o las montañas son dioses, y donde por más que hay un alto nivel de tecnificación, se respeta tanto al pasado como a los entornos naturales.

Así que más allá de hacer imágenes al estilo de Ghibli, qué mejor que ver las de verdad. Sobre todo considerando que la mayor parte del catálogo del estudio está tan a la mano como entrar a Netflix y teclear el nombre del estudio en el buscador.

En la vuelta

  • Cine – Este jueves 8 empieza la 43° edición del Festival de Cinemateca, con decenas de películas y un catálogo que como ya es costumbre, es de alto vuelo. La grilla completa del festival está en la web de la institución, a través de donde también podés conseguir los abonos para todo el evento. Las entradas para cada función individual se ponen a la venta 24 horas antes de cada una.
  • Música – El próximo fin de semana, el 12 y 13 de abril, habrá una nueva edición de la Fiesta de la Cerveza Artesanal que se desarrolla en Parque del Plata con entrada libre. Además de la lógica abundancia de propuestas cerveceras y gastronómicas, habrá una serie de shows musicales con una grilla que incluye a Peyote Asesino, Luana, Los Pericos, Karibe con K, Laura Canoura y Martín Buscaglia entre unos cuantos otros artistas.
  • Sinfónica – Hablando de Studio Ghibli, el próximo 8 de mayo la Banda Sinfónica de Montevideo interpretará una selección de las increíbles obras de Joe Hisaishi para las películas del estudio. Pero antes, el 8 de abril, harán una presentación con una colección de piezas clásicas del cine, de películas como El señor de los Anillos, El mago de Oz y Batman, entre otras. Las entradas están disponibles desde $330 en Tickantel, Redpagos, Abitab y en la boletería del Teatro Solís.

Cinco formas de entrar al universo de Ghibli

La puerta si tenés niños

Impera el axioma de que las películas animadas son solo para niños. Aunque esa regla por suerte ha venido perdiendo su vigencia en los últimos años, el prejuicio sigue estando. Las películas de Ghibli se disfrutan a cualquier edad, pero tiene algunas que por temática y trama pueden ser más amigables para la audiencia infantil, aunque no dejen de pasar línea sobre el vínculo de los humanos con la naturaleza. En el caso de Ponyo, está de fondo la cuestión de la contaminación de los mares y el abuso de sus recursos, mientras que en el caso de Mi vecino Totoro hay un elogio de la naturaleza en el marco de una historia de dos niñas que encuentran consuelo en un espíritu del bosque en medio de una crisis familiar.

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Mi vecino Totoro

Mi vecino Totoro

La puerta si querés acción

Mucho “Disney japonés”, pero la princesa de Ghibli agarra una lanza y se va a la guerra contra demonios para salvar a su pueblo. Sacá del medio, Blancanieves. Los personajes femeninos de carácter fuerte y aventurero son una constante de Ghibli, y entre sus mejores ejemplos están La princesa Mononoke y Nausicaä en el valle del viento, dos épicas fantásticas (en el segundo caso, con una dosis de ciencia ficción postapocalíptica) que son la mejor puerta de entrada para la rama de mayor acción de la obra del estudio. En otra línea, está Porco Rosso, una de las películas más “políticas” de la compañía, ambientada en la Italia de entreguerras, y protagonizada por un piloto que se ve convertido en un cerdo antropomórfico por una maldición, y que entre sus líos románticos se enfrenta al gobierno fascista.

La puerta si te gustan los cuentos de hadas

Si bien la fantasía está presente en la mayor parte de las películas de Ghibli, hay algunas que abrazan de forma más directa la influencia de los cuentos de hadas. El viaje de Chihiro (la película que le dio el primer Oscar al estudio y que Miyazaki no fue a buscar en repudio a la guerra de Irak) puede traducirse como la Alicia en el país de las maravillas de este catálogo, mientras que El castillo vagabundo es una adaptación de una novela fantástica que también reúne algunos recursos clásicos de este género.

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El viaje de Chihiro

El viaje de Chihiro

La puerta si querés echar una lloradita

Mientras que al pensar en Ghibli es inevitable tener a Hayao Miyazaki como referente, su socio y cofundador Isao Takahata hizo una de las películas más duras y lacrimógenas de la historia de la compañía: La tumba de las luciérnagas. Dos hermanos se enfrentan al abandono, la malnutrición y las bombas que caen sobre la ciudad portuaria de Kobe, en los últimos meses de la segunda guerra mundial. Creo que te hacés a la idea, pero es devastadora.

La puerta por la que no conviene entrar, pero yo no te puedo obligar a nada y cada quién es libre de hacer lo que quiere

Miyazaki se retiró y volvió más veces que los Olimareños. A sus 84 años, y sin un heredero claro (su hijo, Goro, dirigió las que se consideran las peores películas de Ghibli por destrozo), el cineasta ha dosificado su trabajo en las últimas décadas, pero sus dos obras más recientes están entre su labor más destacada. En particular pasa con El niño y la garza, una obra críptica pero magistral, cargada de simbolismo, reflexiones y magia. Quizás no sea lo más adecuado para introducirse en el mundo de Ghibli, pero puede ser un buen ejercicio si así lo deseas empezar por lo más denso. También está el documental Miyazaki y la garza, que retrata el arduo proceso de producción de la película, que abarcó años de decisiones creativas trabajosas y de artesanía manual para crear imágenes de pura belleza.

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El niño y la garza

El niño y la garza

Hasta acá llega esta edición de Doble Programa.

Gracias por tu lectura, como siempre. Si tenés algún comentario o alguna reflexión sobre este tema, o incluso si viste alguna(s) película(s) de Ghibli y me querés contar, podés escribirme a este correo.

Esta newsletter vuelve a tu casilla en dos semanas, con Carla Colman en los controles.

Hasta la próxima.

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