“Nos interesa que los mejores resultados sean consecuencia de tener una cultura de cumplimiento más desarrollada, donde se entienda la importancia de las obligaciones tributarias”, dijo el director General de Rentas, Gustavo González.
El titular de la Dirección General Impositiva (DGI), expuso el lunes sobre la implementación del modelo de gestión de cumplimiento tributario que el organismo planea desarrollar en los próximos dos años y medio.
En ese sentido, se proyecta implementar un modelo que reconoce las múltiples causas del incumplimiento tributario —desde el desconocimiento o dificultades financiares hasta el fraude deliberado—, e incluye acciones específicas para procurar cambios de conducta en los contribuyentes.
A partir de la identificación de las causas por segmento de contribuyentes, perfil de riesgo y tipo de obligación tributaria, la DGI implementará acciones específicas, ajustadas a dichas causas, que serán evaluadas de manera sistemática.
Durante su presentación en las XXIII Jornadas Tributarias de DGI, González mencionó que "los modelos tradicionales están diseñados para esperar a que el contribuyente incumpla para luego accionar", una dinámica que genera incertidumbre y costos elevados para la administración. En contraste, el nuevo modelo busca anticiparse y facilitar que el cumplimiento sea oportuno y completo, evitando que los procesos dependan exclusivamente de la constatación del incumplimiento.
El proceso, que se encuentra en marcha sin detener la operatividad de la administración, representa un desafío para la gestión: "Al principio nos daba un poco de pánico pensar en cómo desarrollar capacidades mientras la máquina funciona a todo vapor, pero con el tiempo nos dimos cuenta que esas acciones se potencian", afirmó el director de DGI.
Con esta transformación, la DGI aspira a fortalecer un sistema tributario “saludable”, eficiente y equitativo, con mejores experiencias para los contribuyentes y una gestión más efectiva del riesgo y la recaudación, apuntó el jerarca.
Además, González remarcó la importancia de la “consolidación” de riesgos y brechas —incumplimientos ya comprobados— para definir qué acciones resultan más eficaces para cada contribuyente.
“En algunos casos la intervención anual puede ser única, abarcando todos los problemas de un contribuyente, mientras que en otros, dependerá de las características de esos problemas,” explicó, enfatizando la necesidad de eficiencia y consistencia en el abordaje.
Autorregulación de conducta tributaria
En el mediano plazo se pondrá en marcha un modelo de gestión de cumplimiento tributario basado en riesgos, que combina el control con la facilitación del cumplimiento voluntario.
Esto implica estrategias de tratamiento para todas las causas de incumplimiento, incluyendo mecanismos basados en la autorregulación de la conducta tributaria.
El director de Rentas destacó ese punto como la innovación “más significativa”, que busca influir en la toma de decisiones del contribuyente mediante “sólidos incentivos” y “amenazas” basadas en la conciencia de las consecuencias.
Por ejemplo, uno de esos proyectos pasa por ampliar el uso de los formularios en línea con información precargada por DGI para las declaraciones de impuestos. Esto para “facilitarle el trabajo al contribuyente” y también para “marcarle la cancha”, tal como había señalado el jerarca en entrevista con El Observador meses atrás.
Esto “facilitará” el proceso para muchos contribuyentes y establecerá un diálogo automático con ellos, permitiendo interacciones y retroalimentación en tiempo real, cambiando radicalmente el control posterior, que se enfocará en casos con respuestas “poco convincentes” o con riesgos relevantes.
También señaló la relevancia de simplificar procedimientos y trámites, algunos de los cuales hoy resultan complejos y, en algunos casos, innecesarios. Además, resaltó la importancia del gobierno de datos como un activo fundamental para generar conocimiento, con procesos rigurosos de seguridad, actualización y utilización.
Con relación a la capacidad limitada de control directo frente a la gran cantidad de contribuyentes, González destacó que “potenciar” la percepción del riesgo focalizando acciones donde hay mayor probabilidad de incumplimiento permite transmitir “un mensaje creíble” de fiscalización y sanción.
Calificación de personas y clasificaciones de “contagio”
En cuanto a los proyectos relacionados con herramientas en lo que se trabaja, se destaca uno enfocado a la caracterización y clasificación del riesgo global de los contribuyentes.
Según explicó, se trata de un instrumento analítico que agrupa y resume en una calificación la disposición y comportamiento de cada contribuyente, permitiendo anticipar su cumplimiento o incumplimiento.
Este análisis diferencia tipos de riesgo según antecedentes y comportamiento histórico, lo cual es clave para definir estrategias de "cumplimiento colaborativo", especialmente con grandes contribuyentes.
Además, se trabaja en la identificación y calificación de personas vinculadas a empresas, entendiendo que el comportamiento de un contribuyente no es solo individual sino también influenciado por redes o relaciones que pueden afectar su perfil de riesgo.
“En la metodología de trabajo, generalmente, se busca también calificar a las personas y generar clasificaciones de contagio en función de qué personas están vinculadas con qué empresas o con qué organización. Puede pasar que una empresa que tiene muy buen comportamiento esté esencialmente patrocinada por personas que, cuando miramos el conjunto de empresas al que pueden estar vinculadas, todas tienen mal comportamiento. Entonces, en realidad, lo que tenemos es una empresa sana, entre comillas”, dijo.
Según González, ese tipo de análisis con información de las personas son relevantes, en particular para empresas nuevas de las que se desconoce qué características van a presentar o cómo se van a comportar.