El gobierno presentó el proyecto de ley de Presupuesto. La ley madre de toda la gestión. Donde se visualizan los énfasis de gobierno y cómo se financiarán las iniciativas fundamentales. Como en todo análisis, es posible que diversos agentes tomen atajos mentales para arribar rápidamente a conclusiones. Lo que en la jerga de la economía del comportamiento (la rama de la economía que se cruza con la psicología) se llama heurísticas.
No hay nada de malo con eso. Todos lo hacemos, todo el tiempo. Sin heurísticas en nuestra toma de decisiones, seríamos seres extremadamente lentos e ineficientes, por ello nos valemos de esos atajos de forma inconsciente. Un potencial problema es cuando al valernos de esos atajos arribamos a conclusiones equivocadas o incompletas. Más aún, cómo construimos esa heurística puede generar esos desvíos. En la disciplina a eso se le llama sesgos. Errores sistemáticos y por tanto predecibles en el procesamiento mental humano. Andan muchos sesgos en el aire que pueden afectar un análisis. Uno de ellos es el sesgo de confirmación.
El sesgo de confirmación es nuestra tendencia a buscar, interpretar y recordar información de manera que confirme nuestras creencias preexistentes. Es como si usáramos lentes selectivos que solo dejan pasar la luz que queremos ver. Peter Wason, psicólogo británico, lo demostró elegantemente en 1960 con su experimento de la "tarea 2-4-6". Les decía a los participantes que había una regla para formar secuencias de tres números y les daba el ejemplo: 2-4-6. Los participantes debían descubrir la regla proponiendo otras secuencias.
La mayoría formulaba hipótesis como "números pares ascendentes" y solo probaba secuencias que confirmaran su teoría inicial (8-10-12, 14-16-18). Rara vez intentaban falsear su hipótesis con contraejemplos. La regla real era simplemente "tres números en orden ascendente". El 80% de los participantes fallaba porque solo buscaban confirmar, no refutar.
Este mismo fenómeno lo documentaron Lord, Ross y Lepper en 1979 cuando presentaron a estudiantes de Stanford estudios sobre la pena de muerte. Tanto quienes estaban a favor como en contra calificaron como más convincentes los estudios que apoyaban su posición previa, encontrando fallas metodológicas solo en los que contradecían sus creencias. Después de leer exactamente la misma evidencia mixta, ambos grupos terminaron más polarizados que al inicio.
La urgencia del análisis, sobre todo de un proyecto de ley de Presupuesto Nacional, tiene el riesgo de incurrir en esos errores sistemáticos, en particular el de confirmación. Nutrirnos de material que únicamente confirme o analizar las normas basados en ideas preconcebidas que carguen de confirmación, inhibiendo un análisis esterilizado, contributivo y profesional, que enriquezca el debate e intercambio de ideas.
Gabriel Oddone entrega el Presupuesto en el Parlamento recibido por Carolina Cosse
Foto: Departamento de Fotografía del Parlamento del Uruguay
En estos días, mientras diversos actores políticos, académicos y mediáticos disecan el presupuesto, vale la pena preguntarnos: ¿estamos realmente analizando o solo buscando munición para nuestras trincheras ideológicas previas? Como escenario2, el desafío es intentar un ejercicio intelectualmente honesto. Buscar activamente aquello que contradiga nuestras premisas.
La economía del comportamiento nos enseña que no somos los seres racionales que creemos ser. Nuestros sesgos nos juegan malas pasadas, especialmente cuando analizamos temas cargados políticamente. Reconocerlo es el primer paso para un debate más rico. Porque al final del día, el Presupuesto no es solo un conjunto de números: es la expresión concreta de las prioridades de una sociedad. Y merece ser analizado con la mayor objetividad posible, aunque sepamos que la objetividad total es, ella misma, otra ilusión cognitiva.