“Arrancamos el proceso con Karina sin pensar en que podíamos hacer una película. Fue más la curiosidad de acercarnos a un universo súper desconocido. Karina es un puente muy fuerte entre el universo y la sociedad que no conocemos el trabajo sexual. Entonces, los primeros dos años que nos vinculamos con ella fue así, cuando arrancamos a filmar ya teníamos una relación”, agrega García.
La idea de un documental no estaba sobre la mesa, hasta que lo propusieron. Karina les puso una sola condición: Sí, pero si se vienen a camión conmigo. “En realidad tenían que conocer mi territorio, porque para mí era fundamental primero que conocieran a mi gente, que conocieran a mis compañeras, que conocieran lo que era para mí el sentido de pertenencia y en eso estábamos todos o no estaba ninguno”, dice la protagonista.
Pero más allá del tema de fondo, fue la personalidad de Núñez lo que tomó protagonismo. “Cuando conocimos a Karina lo que más nos atrapó de ella fue su forma de enfrentarse a la vida, de enfrentar las opresiones varias que la atraviesan a ella y a sus compañeras, que el trabajo en sí. Obviamente que el trabajo sexual era un universo para nosotras desconocido sobre el cual opinábamos sin saber, como vemos tantas veces, y eso era otra capa de interés, porque era un universo desconocido al que Karina te lleva de una manera muy generosa. Es un puente muy fácil. No fue tanto el tema del trabajo, sino cómo ella se enfrentaba a la vida con esa resiliencia, esa irreverencia, esa frontalidad. De hecho, al principio éramos fans, porque es maravillosa”, explica García.
Ese vínculo que fueron construyendo antes de iniciar el proyecto imprimió cierta mirada de admiración que debieron mitigar a la hora de narrar su historia. “Para que Karina sea un personaje que te haga sentir cosas en una película tenía que tener claroscuros, ya hablando de cine y de narrativa, entonces aprendimos a afilar el lápiz y a no ser tan fans y mirarla ya desde el lugar ya no tan vincular que generamos sino a veces tener que corrernos un poquito”, comenta Infante.
Durante los 78 minutos que dura el documental vemos a Karina viajar en camión de un lugar a otro, reunirse con sus compañeras, asesorarlas por videollamada –sugiriendo desde que exijan a sus clientes una higiene adecuada antes del contacto sexual hasta la radicación de denuncias policiales–, convencerlas de formar parte de un movimiento por sus derechos. La vemos contar los votos en la elección de delegadas, afianzar el sindicato y entrar por primera vez al Pit-Cnt. La vemos desconfiar de la clase política. La vemos hacerse los exámenes médicos obligatorios para mantener la libreta que la habilita a trabajar, atravesar la pandemia de covid-19 y organizar acciones solidarias para sus colegas. La vemos llegar a la mesa de Sergio Puglia. La vemos intentar cambiar de trabajo y tirarse las cartas buscando otra profesión en su futuro. La vemos celebrar, reír y bailar. La escuchamos cantar una plena desacatada.
“Estuvieron ahí como para hacerme soporte en esa transición en la que venía del interior a Montevideo. Fueron más que directoras compañeras de camino, en una transición que si hubiera tenido que hacer sola hubiese sido un poco más complicada. En lo de filmarme no me complicaba nada porque yo ya vendía material erótico y sabía cómo era la dinámica entonces no era ajeno. Que alguien fuera a pagar por verlo, eso sí me sorprendió”, dice Núñez y suelta una risa.
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Mala Reputación es la ópera prima de las directoras, un documental de una belleza cotidiana que desafía los estereotipos y pone como protagonistas a quienes a menudo suelen ser ignoradas. Es, a su vez, una mirada sobre la diversidad del Uruguay, esa que vemos solo cuando salimos de la centralización montevideana.
“Es difícil para mí querer contar la vida de alguien que después del documental va a seguir teniendo esa vida. Esta cosa de cuidar a Karina que después soltamos, porque en realidad ella estaba diciendo todo lo que quería decir y nosotras vamos a contar cómo es su vida a partir de nuestros encuadres, nuestra música y las herramientas que tenemos. Cuando entendimos eso soltamos un poco más y empezamos a no pensar tanto en cómo se dicen las cosas que tienen que decir, sino en lo que está pasando. Y lo que está pasando fue lo que finalmente más quedó en la película, lo que no podés controlar”, dice Infante.
¿Y qué era lo que Karina quería decir? “Quería que vieran que cuando todo el mundo dice que es plata fácil, en realidad no, no es fácil”, responde.
“No es fácil estar ocho, nueve u 11 horas paradas para poder hacer un peso. No es fácil tener que estar soportando que pase cualquiera que no te conoce y te insulte, tener que estar poniendo toda tu buena cara a pesar de que sabes que si esa noche no trabajaste tenés tu ropa en la calle porque la pensión no te la aguanta. No es fácil estar parada ahí sabiendo que al otro día cumple años tu hijo y no tenés para festejarle el cumpleaños. Y que sabes que por más de que intentes ir a buscar otro trabajo, sabiendo que estás parada no te dan. Porque el problema consiste en que si vos ves que estoy parada ahí y en otro momento voy en otra posición, voy bien vestida, arreglada, te presento un currículum y te pido una oportunidad para salir de ahí, no me sigas metiendo en el mismo lugar”.
La ruta es el hilo que hilvana la narración. De alguna manera es la constante en la que Karina Núñez vive durante el desarrollo del documental. “La primera ruta que filmamos es la que hoy aparece al final. Había una charla de Otras en Paysandú, en una peluquería con un cartel maravilloso, y dijimos "esto lo tenemos que tener". Terminamos y Karina dice 'me voy para la ruta' y fuimos para ahí. Yo en lo personal estoy segura que no estaba preparada”.
Porque la realización del documental implicó también un proceso de adaptación para ellas. Y una forma de enfrentar sus propias convenciones. “Karina estaba ahí en su espacio de trabajo y la que no me bancaba que ella estuviera en su espacio de trabajo era yo. Después fuimos varias veces y todo fluyó pero esa primera vez me impactó verla a ella vendiéndose, me di cuenta de que era mi propio prejuicio. Tenía en mi imaginario también que la ruta era algo peligroso. Cuando volvimos vi que era un lugar súper luminoso para Karina. Pasaba uno en bicicleta y la conocía, pasaba el que vendía y la conocía, pasaba uno en camioneta y la conocía, pasaba el de la policía y la conocía, no había lugar más seguro –por decirlo muy entre comillas– para ella que estando ahí donde todo el mundo la conoce, donde no es tan fácil que te pase algo. Entonces aprendimos también qué era la ruta para ella y poder acompañarla en ese lugar”, recuerda la directora.
El documental es un retrato observacional de Karina Núñez en el que las directoras ponen al espectador lo más cerca posible de sus preocupaciones, sus alegrías y sus recuerdos. Un pase inusual a la intimidad de una mujer que se define como "psico-sexóloga". Y ahora la escuchamos a ella.
Karina no está sola. Durante la película se va tejiendo una red de personas que se sostienen entre ellas, en parte por un vínculo de amistad y en parte para poder enfrentarse a una sociedad que les da la espalda a la luz del día.
“Nosotras estamos despojadas de la ciudadanía y del aval que te da la sociedad de bien. Pero nosotras, las mujeres libertas, no somos solas, tenemos nuestros círculos de compañeras. Cuando vos te enfrentas a un sistema tan grande y tan corrupto como el que domina el trabajo sexual en este país, que es el de las redes de trata, y del otro lado tan pero tan puritanio y estrictamente moralista, que es el de las leyes, que dice que que ni siquiera somos trabajadoras en algunos los aspectos, que tenemos que ser tuteladas o que solamente somos factor de riesgo sanitario, entonces esa es la soledad de la otra parte de la ciudadanía. Porque la dignidad la tenemos pero no estamos dentro de los estándares de una sociedad que se dice justa. Cuando una vive, cuando por el cuerpo te pasan cosas, los discursos son chácharas”, sostiene Núñez.
Ese acompañamiento que es central en el documental, es parte del camino que Núñez transitó para convertirse en una voz reconocida. “Cuando venía a Montevideo y decía todas las cosas que decía en la tele, porque nadie puede decir que no me ha visto en la tele en todos estos años, nadie salió a decir públicamente ‘esta mujer está mintiendo’. No me confrontaban. ¿Sabes por qué? Porque no era una persona digna a la que responder, por mi categoría de nadie. He llegado, pero siempre porque alguien avaló que yo podía hablar. Logré la consistencia real entre el dicho y el hecho, pero tan real que no puede ser invalidada. Eso sí me costó, y para llegar a eso tuve que ser acompañada”.
Mala Reputación es una coproducción entre Uruguay y Argentina que recibió el financiamiento de fondos de incentivo del sector audiovisual. “Fueron ocho años de mucho aprendizaje”, destaca García. Pero el mayor desafío, acuerdan, fue "compatibilizar el hacer el documental con la vida laboral”. “Te das cuenta de que sos parte de la misma clase obrera cuando tenés que elegir entre hacer eso o trabajar. ¿Quién puede hacer películas? No todo el mundo. Fue un sacrificio en ese sentido. Y un privilegio, porque igual teníamos los fondos. Es como que además sos privilegiada de estar laburando 16 horas. Te ubica mucho en un lugar conscientemente. Eso también tiene que ver con cómo hicimos la película: no podíamos hacer una película que no fuese para las personas que forman parte de nuestra vida. Ahora también tenemos algunas discusiones con los horarios de la proyección de la película porque la ponen horarios donde la gente que labura no puede ir a verla”, agrega Infante.
La realización del documental implicó ocho años de trabajo en los que su protagonista no vio la pantalla de la cámara. "Karina nunca supo lo que estábamos filmando, nunca leyó el guión, nunca supo qué plano estábamos haciendo. Ella jamás nos dijo ‘¿puedo ver?’. Nunca le dio curiosidad, nunca preguntó. Karina vio la película cuando la película estaba terminada, entonces esa confianza y esa libertad la tuvimos siempre”, destaca Infante.
Finalmente dejaron de filmar cuando se dieron cuenta de que Karina Núñez "ya no era la misma persona" que habían comenzado a filmar años atrás.
“El documental es la transformación de Karina de hace seis años. Hoy es otra totalmente. Durante todos estos años ella por su cuenta, más allá de la película, se ha encargado de poner el tema del trabajo sexual arriba de la mesa desde que llegó a Montevideo. Hoy es una persona pública y de eso se ha cargado ella solita. Pero lo que nosotras filmamos era una persona que vivía en Río Negro que tenía que venir a Montevideo para lograr el reconocimiento”, dice García.
Infante, por su parte, agrega: “Karina se estableció en Montevideo y empezó a tener otra vida y a militar el tema desde otro lugar como ex-trabajadora sexual. Hoy sería otra película”.
Hoy Karina está organizando el séptimo seminario sobre trabajo sexual, reeditando su primer libro, El ser detrás de una vagina productiva, y desde Otras está trabajando en la elaboración de un proyecto de ley sobre los derechos digitales de las trabajadoras sexuales en Internet para presentar en la próxima legislatura. “He recibido mucho amor de mucha gente, incluso gente que no conocía. Y para mí esto es un sueño. Nunca, ni en el más maravilloso de mis sueños hubiera imaginado ser una protagonista de una película”, valora.
Pero, sobre todo, destaca que esta historia, la suya, la cuenta ella misma. “Ojalá que eso anime a muchas otras compañeras, animarse a poder narrar sus historias, porque las trabajadoras sexuales somos constitutivas del Estado uruguayo, aparecemos en los registros desde 1804. Era hora de que las nadies tuviéramos lugar”.
Mala Reputación se puede ver en Cinemateca y en salas del interior del país. Se puede consultar la cartelera aquí.