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23 de julio 2024 - 5:00hs

Diego* vive, en teoría, en un hogar del INAU en Río Negro. Es en teoría porque, en la práctica, desde enero de 2023 hasta hoy se escapó más de 100 veces. En los hogares del INAU les llaman “salidas no acordadas”.

Un caso parecido es el de Natalia, que acaba de cumplir 18 años. Se escapó 116 veces del hogar del INAU donde vivía, en Montevideo. De la última vez, nunca más volvió. La Policía no pudo cerrar su caso. Como cumplió la mayoría de edad, ya no está bajo tutela del Estado.

A los policías esas caras se les hacen tan familiares, después de haberlos reportado y buscado una y cien veces, que les es muy fácil reconocerlos.

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Un día, policías de la unidad de Personas Ausentes estaban camuflados dentro de un auto. Buscaban, en realidad, a una mujer desaparecida en el Cerro. Mientras esperaban, vieron que un niño se acercó a un contenedor de basura y, con un cuchillo, intentaba romper las bolsas de basura en busca de algo para comer. El jefe del operativo lo identificó enseguida: era la cara de Pedro, que tenía más de 50 escapadas del INAU en un año. Los policías pidieron asistencia a otro patrullero para que lo llevara de vuelta al hogar donde vivía. El niño, indiferente, les dijo algo que a los policías les quedó resonando: ¿Para qué me llevan si me voy a volver a escapar?”.

Todos estos casos surgen de documentación de la unidad de Personas Ausentes de la Policía.

Pero esta unidad policial del Ministerio de Interior solo recibe una parte de las denuncias de quienes se van en “salidas no acordadas” de los hogares 24 horas del INAU. Otras nunca llegan a esta oficina: se trancan en las comisarías de barrio.

Por lo general, los casos no se cierran con la "facilidad" con la que se abren. Porque si el menor regresa al hogar por su cuenta, puede pasar que desde el INAU no se le avise al Ministerio del Interior o a la Fiscalía para que dé de baja a la denuncia. A veces, un menor fugado del hogar vuelve a tener una denuncia de fuga, lo que muestra que, en el medio, tiene que haber vuelto a la institución, para después volver a escapar.

De las 5.430 denuncias por personas ausentes que recibió la unidad de Personas Ausentes en lo que va de este año, el 60% son de niños y adolescentes que se escapan de hogares del INAU. Esto no quiere decir que todas esas desapariciones estén activas al día de hoy. Muchos vuelven, pero nunca se lleva a avisar la baja.

El problema de los niños que se van del INAU y vuelven con indicios de ser explotados sexualmente

En 2020, un hombre de 39 años fue imputado por abusar sexualmente de una adolescente que se había ido de un hogar de San José.

La jueza María José Camacho, que estuvo a cargo de este caso, también estuvo a cargo de la condena de 4 personas por explotar sexualmente a adolescentes del mismo centro del INAU en 2022.

La dinámica se repite: los adolescentes se escapan, vuelven con indicios de haber sido víctimas de explotación sexual.

El entonces director del INAU en San José, Daniel Fabreau, fue cesado de su cargo por problemas de gestión.

Consultada por El Observador, Camacho consideró que el problema del INAU es "a escala país". “Todos los días recibimos denuncias por salidas no autorizadas en hogares del INAU. Esto tiene que cambiar. Es insostenible”, manifestó.

La magistrada, que trabajaba en la sede de San José desde hace cuatro años, lleva más de cinco formalizados por explotación sexual a menores del INAU. Pero dice que los riesgos de las fugas no son solo la explotación. “Una vez, un camión atropello en la ruta a una chica que se había ido del hogar. Otra vez encontramos a uno colgado porque se quería matar”.

Cuestionó al anterior presidente del INAU porque dijo que cuando le pidió una reunión por este tema, Pablo Abdala le dijo que no podía. "Recién este año, con la llegada de (Guillermo) Fossati pudimos sentarnos a conversar del tema. No es que yo sea exigente como dicen algunos desde el INAU, sino que intento que se protejan los derechos de los niños y adolescentes”, dijo.

20240719 NO USAR. Nota sobre trata de mujeres en Rivera. NO USAR

En Rivera, la situación con las fugas también es un problema. Según relató a El Observador la directora del Hogar de Adolescentes femenino del departamento, Karen Sosa, hubo nueve menores que se escaparon y volvieron con indicios de haber sido explotadas sexualmente. El dato es desde que ella asumió el cargo, en 2021.

El Observador contó las historias de Dahiana, de Maite, de Mora, de Leticia, y de otra niña bajo el amparo de ese hogar que se iban en “salidas no acordadas” y volvían o lastimadas, o con ropa diferente de la que se habían ido, o con denuncias de haber sufrido abusos.

Y es probable que la misma dinámica se repita en otros hogares.

Los números: 75 niños y adolescentes del INAU desaparecidos hoy

Los datos de Personas Ausentes, además, muestran que las denuncias de niños que se fugan de los hogares del INAU vienen en aumento desde que hay registros.

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En 2021 se recibieron 1.605 denuncias: un promedio de 133 por mes. En 2022, subieron a 2.211 anuales, un promedio de 184 al mes. En 2023, subieron otro escalón: se anotaron 3.549 denuncias en el año, 295 por mes. Este 2024, que apenas pasa la mitad del año, ya se registraron 3.238 denuncias de desapariciones: un promedio de 462 al mes.

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A diferencia de lo que pasa en los adultos que desaparecen, en el caso de los adolescentes son más las adolescentes mujeres que los varones.

Los números sobre denuncias de personas ausentes que maneja el Ministerio del Interior son dinámicos. Eso quiere decir que mientras entran 30 denuncias nuevas por día, se cierran más de 20 casos.

Más allá de eso, hay algunas conclusiones que se pueden sacar:

  • Parte de ese aumento puede explicarse porque se denuncia más —y no necesariamente porque haya más desapariciones—.
  • Pero otra gran parte obedece a que las denuncias responden, por lo general, a personas que se escapan para consumir drogas, por problemas intrafamiliares o de salud mental, o por menores bajo el amparo del INAU que se van de forma “no autorizada”. Seis de cada 10 son por este motivo.
  • De los 75 niños o adolescentes del INAU que no se sabe dónde están, 51 son mujeres y 24 son varones. El dinamismo de esta realidad hace que, mañana, el número pueda variar debido a los casos nuevos que entran y los que se cierran a diario.

¿Y ahora qué hacemos? El debate sobre cómo resolverlo

El problema está detectado, así como también el hecho de que la realidad excede a todos los actores involucrados: el servicio de salud pública, la INAU, la Policía y el sistema de Justicia.

La jueza Camacho, que lleva varios años trabajando en estos temas, destacó, por ejemplo, la necesidad de que en los hogares se generen "pautas claras de convivencia, como todo hogar". "La puerta tiene que estar cerrada, como pasa en cualquier casa de familia. Y los hogares tienen que estar separados por perfiles: las madres con hijos por un lado, los problemas más psiquiátricos por otros, los que están por egresar…”, expresó.

A partir del caso en el hogar de Rivera, investigado por El Observador, la Federación de Instituciones de Protección y Acogimiento de la Niñez y la Adolescencia (Fipana) pidió convocar de forma "urgente" un grupo de trabajo de todos los organizamos involucrados para armar un plan de acción "que siente las bases de la imperiosa transformación" de los hogares 24 hs.

Por otra parte, el presidente del INAU, Guillermo Fossati, dijo en entrevista con El Observador que una de las principales necesidades que se detectan es de articular todo el Estado, incluyendo los programas de salud mental y el de los hogares de residencia de menores. De este modo, si se realiza un análisis psicológico temprano de cada ingreso -primero cuando entra al hogar, luego una vez al mes, después en encuentros bimensuales- se puede dar al niño o al adolescente una solución específica para su caso.

Hasta ahora, el INAU mantiene la postura de que hay que defender al máximo el vínculo del niño o el adolescente con su familia de origen, y que la internación en hogares 24 horas se dé en función de la necesidad de cada caso. “No es que no exista la internación en residencias del INAU, pero debería haber muchas menos”, expresó.

"No son pocos los niños o adolescentes que seguramente estarían mucho mejor si hubieran permanecido con sus propias familias y estas hubieran recibido una ayuda adecuada". Fossati insiste en que el hogar del INAU es un "último recurso".

Por eso en el directorio del próximo miércoles, el jerarca hará una serie de propuestas que incluye un reordenamiento de los hogares dependiendo de los perfiles de los niños y adolescentes que ingresan, así como también un tratamiento específico con espacios “de medio camino” para aquellos que tienen problemas de salud mental y que necesitan un seguimiento más cercano, sin necesidad de que sean tratados directamente en hospitales psiquiátricos.

“Hay circunstancias y condiciones que pueden hacer necesario el ingreso de un adolescente en un centro de acogida seguro para que esté a salvo. Un acogimiento residencial para adolescentes que tienen problemas de salud mental y corren un riesgo significativo de hacerse daño, hacer daño a otros o ambas cosas”. Eso supone que, pese a no tratarse de menores infractores, cuando la vida está en riesgo puede pensarse en "la restricción de las libertades", expresó a El Observador.

Enrique Guadalupe, el director departamental de INAU en Rivera, había sido suspendido por la "mano dura". Hace "unos años" había aplicado en el hogar de varones el "sistema de gestión de crisis", el eufemismo que usa la institución para dejar encerrado o aislar a la fuerza a aquel adolescente que se sale de control.

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Sobre el debate por las libertades y restricciones de los internos, la jueza Camacho comentó: “Tiene que haber gestión de crisis, pero no son internos del INISA. No cometieron ningún delito. El Estado solo los tiene que proteger, porque sus familias biológicas los abandonaron, o les pegaron. Pero si el Estado no los protege, los expone a los mismos riesgos”.

Sin embargo, para dar esa protección, los trabajadores a veces se sienten limitados de actuar. Así lo comentó a El Observador el presidente del Sindicato Único del Inau, José Lorenzo López: “La única herramienta que tienen los trabajadores cuando las gurisas están en crisis es contenerla con la palabras. A veces suben a los techos, agreden a los funcionarios, rompen los vidrios. Hace unos años con una salida no autorizada, una chiquilina se subió a un techo, quedó electrocutada y se murió. Es complejo, no tenemos manera de contener por la fuerza a los adolescentes. Si lo hacemos tenemos un problema”.

La ONG Gurises Unidos, que trabaja con los equipos técnicos en los casos de sospecha de explotación en los departamentos al este de la ruta 5, había recomendado un cambio en la infraestructura del hogar de Rivera "para que se parezca a un hogar". Hoy el centro no tiene puertas en las habitaciones que permitan una mínima privacidad, las ventanas y la cocina están cerradas con rejas, los baños sin terminar.

*Todos los nombres de menores de edad que aparecen en esta nota son ficticios con el fin de preservar su identidad.

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