Este martes, unos segundos después de las tres y media de la tarde de Medio Oriente, explotaron a la vez miles de beepers en Líbano y Siria. La detonación de estos dispositivos de comunicación que se habían popularizado en los 90, y que el grupo terrorista Hezbolá usa para evitar que los mensajes entre sus miembros sean hackeados, dejó al menos nueve muertos y unos 3.000 heridos (400 de ellos de gravedad). ¿Qué hay detrás de esta estampida?
No eran dispositivos de venta libre, sino una partida específica que fue adquirida por Hezbolá. Tampoco lo eran las radios Handy que detonaron este miércoles. Por eso —y por la guerra que mantienen al sur del Líbano— las fuerzas de seguridad libanesas acusaron casi de inmediato a la inteligencia israelí (Mossad). Sostienen que agentes secretos se infiltraron en la cadena de suministro y alteraron parte de la composición del armado de esos beepers.
El Mossad no admitió su responsabilidad. Mientras, se instalan distintas teorías en base a escasa información confirmada y un exceso de interpretaciones de expertos en ciberseguridad.
La partida de beepers fue encomendada a la empresa taiwanesa Gold Apollo. Pero la compañía reconoció que tercerizó la fabricación a otra empresa en Hungría (BAC Consulting KFT). De hecho, los dispositivos llegaron al Líbano desde Budapest.
El AR-924, como se llama el modelo en cuestión, supuestamente usa baterías de litio que duran 85 días sin conexión, y permite el envío de mensajes de texto de hasta 100 caracteres. Todo conectado a una red móvil que es diferente que los teléfonos y que internet (por eso la dificultad de un ataque digital).
Un mensaje les habría llegado a los portadores de los beepers unos segundos antes de la explosión. Eso hizo que muchos tomaran los dispositivos con sus manos y se los acercaran a sus caras.
Las explosiones, según las cámaras de supermercados y tiendas que dejaron evidencia, parecieron haber afectado solo al portador y, a lo sumo, a quien estaba muy próximo.
¿Qué lo hizo detonar?
Las autoridades libaneses hablaron de un sobrecalentamiento de las baterías de litio. Pero los expertos en este tipo de cargas sostienen que, si fuera una batería común y sin alteración, apenas se enciende en llamas pero no causa la muerte.
Otra hipótesis es que a los beepers se les haya incorporado un explosivo en su fabricación. Pero esa versión poco a poco está siendo desestimada dado que debería haberse encontrado la falla en un servicio o en los controles de seguridad del grupo terrorista.
Pero conectando ambas hipótesis (el calentamiento de baterías y la alteración en la cadena de suministro) surge la visión que, por ahora, más convence a los expertos: las baterías estaban alteradas con más miligramos de producto que lo normal. Y, a la vez, pudo haber ocurrido una infiltración en la red de manera que con un código malicioso esas baterías se sobrecalentasen y estallasen.
Las radio Handy (de marca japonesa) que estallaron este miércoles, también habían sido compradas en la misma fecha que los beepers.
Por su parte, el ministro de Defensa israelí declaró una "nueva fase" de guerra mientras ejército vuelca su atención a frontera con Líbano.
Hablando a soldados israelíes el miércoles, el ministro Yoav Gallant no mencionó las misteriosas explosiones de dispositivos electrónicos en el Líbano, pero alabó la labor del ejército israelí y declaró que “los resultados son muy impresionantes”.
En menos de un mes se cumple el primer aniversario de la masacre perpetrada en territorio israelí por el grupo terrorista Hamás. Desde entonces estalló una guerra cuya tensión no se apaciguó y 101 rehenes continúan secuestrados en la Franja de Gaza.