En 2018, a los 110 años, recibió la bendición apostólica del Papa Francisco, quien también falleció en 2025 a los 88 años
Inah Canabarro Lucas, la monja brasileña que ostentaba el título de la persona más longeva del mundo, falleció este miércoles a los 116 años en Porto Alegre. Nacida en 1908, fue reconocida por su dedicación religiosa y por su longevidad excepcional.
Nacida el 8 de junio de 1908 en la ciudad de San Francisco de Asís, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, la religiosa falleció en la ciudad de Porto Alegre, donde residía con las Hermanas Teresianas. Su muerte, a los 116 años, fue confirmada por la Congregación de las Hermanas Teresianas, que a través de un comunicado expresó: "Que la resurrección abrace a la Hermana Inah Canabarro, damos gracias por la entrega y dedicación, y pedimos que el Señor la reciba en su infinito amor".
Canabarro fue reconocida como la persona más longeva del mundo tras el fallecimiento en enero de la japonesa Tomiko Itooka, quien también alcanzó los 116 años. Con su muerte, el título recae ahora en Ethel Caterham, una residente del condado de Surrey, en Inglaterra, que tiene 115 años y 252 días, según los registros del grupo de investigación gerontológica GRG y LongeviQuest.
Desde su infancia, marcada por una salud frágil, Canabarro demostró una resiliencia notable. A los 16 años, inició su formación religiosa en una escuela teresiana en Santana do Livramento, en la frontera con Uruguay. Posteriormente, vivió en Montevideo antes de ser ordenada monja a los 26 años. A lo largo de su vida, desempeñó roles como profesora y secretaria en la comunidad religiosa.
Consultada en varias ocasiones sobre los motivos de su longevidad, Canabarro siempre atribuyó su larga vida a Dios. "Él es el secreto de la vida. Es el secreto de todo", afirmaba. Esta devoción y entrega a su vocación religiosa fueron factores clave en su longevidad, según sus propios testimonios.
En 2018, a los 110 años, recibió la bendición apostólica del Papa Francisco, quien fallecería en 2025 a los 88 años. Su longevidad también la colocó como la segunda monja más longeva de la historia, superada solo por la francesa Lucile Randon, quien vivió hasta los 118 años.
Con información de AFP