Economía y Empresas > Azúcar, sal y grasas

Gobierno busca con etiquetas de alimentos reducir ciertos sabores, pero privados advierten posible uso de químicos

Hay empresas que analizan recurrir el decreto; otras están definiendo reformular productos
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11 de septiembre de 2018 a las 09:01

El 29 de agosto, la firma del presidente Tabaré Vázquez le puso punto final a las especulaciones y decretó el nuevo etiquetado de alimentos propuesto por el Ministerio de Salud Pública (MSP). Con octógonos negros -estilo cartel de pare- dentro de 18 meses los alimentos envasados en ausencia del consumidor deberán advertir cuando su contenido se exceda de ciertos niveles de sal, azúcar o grasas.

Se cierra así un capítulo, pero se abre otro. Ahora, es el turno de ver qué caminos tomarán las empresas de alimentos envasados que, de llevar una o más etiquetas, se enfrentarán a su mayor temor: inhibir el consumo de sus productos.

Hasta este lunes los directorios de las empresas de alimentos envasados tuvieron tiempo de reunirse para elegir el rumbo. Tres son los más claros: recurrir el decreto, o bien aceptarlo y reformular los productos para evitar etiquetas, o etiquetarse, con o sin alguna reformulación.

Si el decreto comenzara a regir hoy, entre un 80% y un 90% de los alimentos en góndola tendría al menos uno de los rótulos, consignó el presidente de la Cámara Industrial de Alimentos, Fernando Pache.

El presidente de la Cámara Industrial de Alimentos, Fernando Pache, dijo que la gremial decidió no recurrir el decreto. Entre las que sí lo harán, mencionó a algunas empresas integrantes de la Asociación de Importadores y Mayoristas, y otras de la industria nacional.

La historia tiene dos posturas claras. De un lado, la industria de alimentos tiene varios argumentos para defenderse de un posible perjuicio a su sector. Del otro, el MSP se mantiene firme a su objetivo final, que es reducir la obesidad y las enfermedades no transmisibles. Y se asegura que los octógonos son una de las herramientas para alcanzarlo. De acuerdo a datos de la Organización Panamericana de la Salud, en Uruguay se detectó una de las mayores tasas de crecimiento en la región de ventas de productos con alto contenido de sal, grasas y azúcar (140% en 13 años). La hipertensión y obesidad, en tanto, aumentaron un 8% del 2006 al 2013. Un informe de la Organización Mundial de la Salud de 2017 indicó que un 61,7% de los adultos en Uruguay tiene sobrepeso, dato que supera el promedio regional (58%).

La coordinadora del Programa de Nutrición del Ministerio de Salud Pública, Ximena Moratorio, dijo que lo que se busca mediante este decreto es que los alimentos disminuyan progresivamente la cantidad de nutrientes que se utilizan para exacerbar el sabor. “Está estudiado que si uno hace la disminución de forma progresiva, el consumidor ni siquiera lo nota. Se va acostumbrando. Y eso es lo que nosotros necesitamos”, dijo Moratorio. “Queremos entonces educar el paladar de los consumidores uruguayos para que no demande productos tan altamente saborizados”, agregó.

Sin armonía

Uno de los argumentos más fuertes de la CIALI sobre esta normativa tiene que ver con las trabas que podría representar el nuevo etiquetado para el comercio con la región. Fuentes de la industria local señalaron que la medida es considerada “una barrera paraarancelaria” que crearía obstáculos al comercio y haría que Uruguay no cumpla con las normas, compromisos y directrices regionales e internacionales a nivel del Mercosur y frente a la Organización Mundial de Comercio. Actualmente, las tablas nutricionales que llevan los alimentos en las etiquetas están establecidas por el reglamento técnico del Mercosur, por lo que hay armonía entre estos países. Además, la consultora técnica en innovación tecnológica de alimentos y regulaciones alimentarias, Susana Socolovsky (Argentina), indicó a El Observador que el bloque ya había comenzado a discutir con los integrantes para actualizar la norma de etiquetado nutricional, y buscar consenso para establecer un etiquetado frontal.

Por esto, los integrantes del bloque, así como la industria de alimentos envasados uruguaya, cuestionan la forma en que Uruguay avanzó con la normativa sin haber esperado una resolución del Mercosur.

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Fuentes de la industria local dijeron que en la última reunión del bloque, la semana pasada, Uruguay solicitó que se comenzara a discutir en ese ámbito el tema del etiquetado frontal. Sin embargo, para ese entonces el Poder Ejecutivo ya había avanzado con la firma del decreto. “El país sentó una posición que debilita el espíritu de integralidad que impulsó la creación del Mercosur”, señalaron.

Según Socolovsky, la norma uruguaya no está basada en la chilena. “Es distinto el conjunto de parámetros que definen la utilización del logo frontal”, dijo, y agregó que en el caso del uruguayo “no se fomenta la reformulación”, ya que a su criterio no sería posible. En el etiquetado uruguayo, basado en el modelo de perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud, los parámetros se basan en las calorías de los nutrientes críticos. “En casos de la mermelada, todas las calorías provienen del azúcar. Si se le baja el azúcar, siempre van a ser el 100%, no importa si tiene 25% o 2% de azúcar porque no hay otro nutriente en el alimento. Lo mismo para las bebidas azucaradas”, indicó. Una de sus principales críticas al modelo uruguayo consiste en que finalmente la mayoría de los productos terminarán siendo etiquetados, tanto la versión tradicional como la reformulada, la light o la común.

Reetiquetar

En caso de que un alimento se reformule, deberá, como es lógico, cambiar su etiqueta. Una de las modificaciones hechas al decreto a raíz del diálogo con la industria, fue la de dar la posibilidad de colocar adhesivos en lugar de cambiar todo el rótulo. Moratorio dijo que una opción es que la industria uruguaya coloque etiquetas adhesivas para el comercio uruguayo, y exporte sin ellas para la región. Para ingresar al mercado, las empresas deberán adaptarse a la normativa uruguaya.

Caso chileno

Una cosa es lo que el gobierno busca con estas etiquetas, y otra es la forma en que las empresas “innovan” para sentir el menor efecto posible. En Chile, en 2016 entró en vigencia la ley 20.606 sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad. La normativa obligó a la industria a colocar octógonos negros -al igual que en el modelo uruguayo- señalando con la palabra “alto” cuando un producto tuviera mayor cantidad de la establecida de uno de los nutrientes críticos.

La chilena Carolina Etchenique es la fundadora de Ze Farms, empresa elaboradora de Tika Chips, productos que se venden en Uruguay en supermercados y autoservicios. La empresaria relató a El Observador que en un principio pensaron que la ley iba a “pegar poco”, y “terminó pegando mucho más” de lo que se creía, aunque no en su empresa, en la que la mayoría de los productos no llevan sodio. Señaló que la gente empezó a tomar mucho más consciencia al enfrentarse, por ejemplo, a un chocolate con los tres sellos, y que pasó a elegir uno que tuviera dos en su lugar.

Sin embargo, señaló que hay aspectos a mejorar. Según dijo, hay grandes productos que innovaron con químicos. Es decir, buscaron con ellos la sustitución de uno de los nutrientes de las etiquetas para no perder el sabor. “Falta un sello a ese respecto. (Sería muy bueno) si en Uruguay pudieran detectarlo a tiempo. ¿Con qué reemplazaron el azúcar? Que siga siendo dulce no es un milagro. Sería súper interesante entender a qué presiona esta ley. Que no presione a tener alimentos más químicos y procesados, con daños secundarios que no los vamos ni siquiera a vislumbrar hasta que sea tarde”, avizoró. Dijo además que las papas fritas en Chile no tienen sello de alto en sodio, porque lo sustituyen con sucedáneos de sales, que salan igual o más. “Queremos innovar con cosas naturales”, apuntó.

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Consultada al respecto, la subsecretaria de Salud Pública de Chile, Paula Daza, dijo que los ingredientes utilizados para reformular deben ajustarse a la guía alimentaria, con sus restricciones y normas, además de que deben figurar en los envases. Contó que igualmente se está evaluando esa alternativa, ya que muchas empresas han reformulado con endulzantes que tienen menos calorías, aunque aún no hay estudios científicos que adviertan de algún perjuicio a la salud. “Estamos evaluando en forma permanente si alguno tiene algún impacto en la salud”, dijo. En esa línea, Moratorio del MSP dijo que las reformulaciones se harán en base a un registro, por lo que los aditivos utilizados siempre estarán permitidos. “Pero no buscamos la sustitución, sino la disminución de esos sabores tan exacerbados para que los paladares de los uruguayos puedan adecuarse a unos sabores más naturales”, agregó.

En la evaluación del primer año de funcionamiento de la ley chilena, se obtuvo que un 18% de los productos fueron reformulados. Para la segunda etapa de la ley -más exigente en los niveles de esos nutrientes y con foco en la publicidad para niños- se espera que reformulen un 10% más. “Hemos tenido una buena respuesta de la industria para reformular los alimentos”, señaló Daza. Agregó que el etiquetado trajo consigo la aparición de industrias pequeñas cuyo centro de negocio es la alimentación saludable, sin sellos.

Aunque aún no hubo un impacto en la obesidad, “porque son varios los factores que inciden” según Daza, dijo que obtuvieron que los sellos inciden en la compra un 90% de las personas que comparan estos productos.

Una de las empresas consultadas dijo que no piensa aún en reformular sus productos. Agregaron que el etiquetado juega un papel importante de informar al consumidor, pero con el elegido por Uruguay "no se informa, se asusta”.

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