"Con Uruguay compartimos la meta de no bloquear el comercio de alimentos"

¿Qué lo trajo por Montevideo?
Lo primero era conocer cómo maneja y reglamenta Uruguay el uso de los productos biotecnológicos. Cuáles son las perspectivas de algunos de ellos, la aprobación y etiquetados. En segundo lugar, me reuní con varios organismos públicos y privados para explorar las posibilidades de trabajar en conjunto.

Hablando del uso de productos biotecnológicos, ¿conoce que en Uruguay hace tiempo unos cinco años que no se aprueban semillas transgénicas?
Sí, nos reunimos con los seis organismos de ministerios que participan en el proceso de aprobación y a cada uno les pedimos la misma información acerca de su punto de vista respecto a la innovación tecnológica. Cada uno explicó desde su punto de vista sus preocupaciones y sus problemas –y sus cuestionamientos– respecto a la biotecnología. Y les preguntamos por una serie de productos que hace mucho tiempo que esperan aprobación.

¿Pidió algo a esos organismos?
Les pedimos que explicaran sus puntos de vista. Cada uno explicó cómo se adoptan las decisiones, cómo es el proceso a través de comités asesores, y la decisión final del Gabinete de Bioseguridad. Nosotros apoyamos a varios países en el proceso científico sin ingresar en los detalles de ese camino. Diversos organismos nos han contado que cuentan con un proceso científico y que las decisiones se adoptan caso a caso, algo que nosotros apoyamos. Señalamos que no creemos que los procedimientos que se aplican en un país deban repetirse en otro. Y apoyamos que cada país adopte sus normativas de acuerdo a sus necesidades y puntos de vista actuales.

¿Qué impresión tiene acerca de la agricultura en Uruguay?
Muchos organismos compartieron el reto que supone el rechazo a la aprobación de nuevos eventos transgénicos. Cada uno explicó su postura y no estoy capacitado para reproducirla en forma exacta. Lo que comprendí es que hay motivos científicos en varias decisiones.

¿Qué otro tema lo trajo por primera vez a Uruguay?
El segundo interés es la posibilidad de trabajar en conjunto. Hay áreas donde nosotros podemos recibir ideas para trabajar en conjunto porque quizás lo que funcione en EEUU no sea igual en otros países. Alentamos a mirar a la región y el mundo. Por ejemplo, muchos países pertenecemos a la Organización Mundial de Comercio (OMC) y cuando hablamos de ayudar a levantar barreras comerciales de productos biotecnológicos, trabajando con el Codex, Uruguay y EEUU bromeamos que somos amigos y conversamos porque nos sentamos al lado ya que nuestros nombres empiezan con la misma letra. Por otra parte, nosotros no formamos parte del Protocolo de Cartagena sobre movimiento transfronterizo de productos con ingeniería genética entre países y por ello trabajamos con otros países que tienen una opinión compartible. Si bien no compartimos todo, vemos a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como países afines. Y vemos una relación importante con Uruguay, en especial como un país agrícola y dialogamos acerca de cómo los sistemas alimentarios ha hecho que el mundo sea más pequeño, donde los alimentos entran y salen de forma constante. Y las reglamentaciones nos afectan a todos. Con Uruguay compartimos la meta de no bloquear el comercio de alimentos.

¿Qué otra inquietud se planteó durante su visita?
Discutimos la necesidad de intercambiar información científica porque Uruguay es un país más pequeño y no siempre puede realizar estudios en esta área, lo que incluye la capacitación de estudiantes. Por ejemplo, por este tema me reuní con la Universidad ORT y el laboratorio de biotecnología para diseñar un intercambio científico, en especial en agricultura.

¿Hacia dónde va la biotecnología?
En el caso de Uruguay, hablamos de las perspectivas respecto a algunas tecnologías, que no solo incluyen nuevas técnicas para crear nuevos cultivos, sino también las máquinas, el uso de datos satelitales, compartir bases de datos e información. Discutimos mucho en las reuniones cómo utilizar estos datos: desde cómo la gente no está violando derechos de propiedad hasta si cumple con los planes agrícolas que tiene Uruguay. Hablamos también de trabajar con los países de la región. Nos interesa mucho el Mercosur, tenemos relación comercial importante y promovemos la prosperidad agrícola en esta región.

¿Quedará algún proyecto nuevo en marcha?
No, la visita ha sido más para escuchar y para alentar. Estamos buscando áreas de cooperación. Casi todos los países afines a nosotros están impulsando reglamentaciones sobre aprobación de eventos transgénicos, como el tratamiento de caso a caso, que puede variar. Sea de un caso experimental o un plan piloto cerrado o cultivar semilla para embarcar a otro país. Me impresionó mucho lo que se está haciendo en Uruguay.

¿Qué se lleva como fruto de su visita al país?
Existe la posibilidad de continuar reuniones con representantes de organismos de investigación, ministerios, asociaciones de semillas y grupos de productores. No puedo prometer nada, pero me llevo ideas para elaborar una propuesta para trabajar en conjunto. Algo ya existe, como el intercambio de científicos; tenemos un programa de visitantes que son líderes emergentes y nunca lo hemos hecho en la agricultura. Existe la posibilidad de traer a Uruguay un grupo de especialistas, probablemente productores agrícolas, por una o dos semanas. Nosotros somos de Relaciones Exteriores, pero recabamos información para otros organismos, como el Departamento de Agricultura. Así que tenemos la expectativa de traer al grupo de productores.