En campaña cada peso cuenta porque participar de una elección, por más austera que pretenda ser, es costoso. Imprimir listas y entregarlas. Alquilar un local y poner cartelería en la vía pública. Pautar en los medios de comunicación y las redes sociales y hasta las pizzas o hamburguesas que los dirigentes y militantes almuerzan y cenan en las jornadas que se vuelven maratónicas suman en las finanzas de las agrupaciones de todos los sectores.
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