Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Nacional > Entrevista- Adriana Savio

"El agresor sexual no tiene vuelta atrás, la castración química no sirve de nada"

La psicóloga forense explica cómo funciona la cabeza del violador y lo difícil que es la rehabilitación por la "gran capacidad de desdoblamiento" que tienen
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07 de enero de 2018 a las 05:00
Adriana Savio es psicóloga forense y algunas de sus posiciones revelan que entre los cientistas que trabajan con el delicado tema de la violencia sexual no siempre hay unanimidades. Savio coincide con la mayoría de sus colegas en las dificultades que tiene para rehabilitarse determinadas patologías, pero introduce matices en aquellos casos que son señalados como violencia de género, primero porque cree que lo que debería primar es la objetivación de que se trata de niños más allá de su género y luego porque descarta eliminar la responsabilidad que en más de una ocasión tienen las mujeres en la formación de algunos hombres violentos.

Estamos asistiendo a casos de abusadores que matan a sus esposas y pedófilos que atacan niños y los terminan matando. ¿Son patologías similares?

Algunas las pondría bajo la nómina de agresores sexuales. Cuando hay una agresión y asesinato es violencia de género pura y dura. Pero no siempre cuando son abusadores o violadores el elemento del género está presente. Por ejemplo, en el caso de los travestis que nunca se resolvió, el asesino atacaba varones y era un agresor sexual y ahí la violencia de género es relativa aunque algunas organizaciones digan que atacaba la imagen femenina. Pero hay variables.

¿Hay violadoras?

Yo tuve varios casos de mujeres, con bebas. Se trata de una violencia más sutil, menos flagrante en lo
visiblemente violento. Pero en el origen tienen el mismo problema. El violador o el abusador en términos sexuales es un gran moralizador. En su cabeza entiende que instala su moral, que es válida para él, a través de la instalación de un acto sexual forzado. Ellos instalan un orden a través del castigo sexual. Está estudiado así.

¿Y por qué llegan al asesinato?

El matar agrega un grado más complejo al perfil del agresor, que se sale de esa lógica, y no le alcanza la satisfacción sexual y necesita ver a la víctima muerta. Es siniestro pero funciona así. La falla está en lo psicosexual y en lo moralmente bien visto y eso parte del tema del vínculo con la madre. En general estos hombres son tipos que han sometido su vida a la figura femenina.

“El matar agrega un grado más complejo al perfil del agresor, que se sale de esa lógica, y no le alcanza la satisfacción sexual y necesita ver a la víctima muerta”

¿No es que muchos han sido abusados?

No necesariamente. A veces se cae en un mito. Lo que falla ahí es la lógica del amor y la dulzura que a nivel psicológico ya se sabe hoy que eso lo aporta la madre y lo aporta a través de la mitocondria, a través del útero lo transmite.

¿Ha trabajado con violadores?

Sí, he trabajado y hay de todo. Hoy por hoy la mayor penalización es por homicidio y por el copamiento y lo que se debería, con un registro de violadores, es agregar una pena máxima a este tipo de sujeto. Desde lo jurídico hay que penarlos con toda la de la ley y luego trabajar con programas, aunque desde lo clínico es bastante complicado pensar en la rehabilitación.

¿Y si no es desde lo clínico?

Desde lo social lo que se podría hacer es visitarlos, controlarlos, conseguir una persona que los acompañan a todas partes -como ocurre en programas que hay en México- y funcionan como el yo moral. Así como los padrinos de alcohólicos anónimos, pero ¿cuántos padrinos hay que tener? Son sujetos de muy difícil manejo porque tienen gran capacidad de desdoblamiento. Es como si apretaran un botón y se convirtieran en otra persona y no se dan cuenta cuando pasan de uno a otro. Pero son conscientes de su realidad, son imputables y por eso la Justicia tiene que trabajar con la ciencia. Un país modelo es México, tiene departamentos de la Universidad de investigación criminal y trabaja con la Justicia. Pero tenemos que tener una sociedad a la altura de ese manejo porque sino entramos en la barbarie. Yo hago un registro de agresores sexuales ¿y qué hacemos con eso? En Suiza tienen un programa que aparecen los datos en el celular pero a nadie se le ocurre meterse con ese sujeto, porque recibió su castigo. Haces algo así acá y nos transformamos en el día de la purga, la película, salen a matar gente. Obvio que genera impotencia, pero no podemos caer en la barbarie.

No conoce hombres que hayan violado y se hayan rehabilitado.

No.

La sociedad tiene ahí un desafío porque desde la ciencia se le está diciendo a quienes hacen las leyes que hay gente que no es rehabilitable.

A mí lo que me preocupa es la escalada de casos de esas características y a me llegan casos que no se denuncian o casos antiguos que no se denunciaron en su momento.

¿Por qué no se denuncian?

Y no se denuncian porque a veces hay miedo de la víctima que es una víctima muy frágil. El abusador, si es de abuso y no violación en vía pública, a veces convence a la víctima que son bobadas de ella que no es para denunciar.

Pero son más los abusos en la casa que en la calle ¿no?

Sí, pero ahí está que es primero, cuántos casos de abuso luego derivan en violadores si bien es baja la cantidad en vía pública. Ahora, de cuatro uruguayos casi tres fueron maltratados físicamente a través de ataques sexuales en el plano familiar. El atentado violento al pudor tiene un doblez más y por eso queremos regularizar el artículo 276 porque hoy por hoy plantea que el abuso infantil en el plano de la órbita privada no se puede intervenir en él si no hay escándalo público.

¿Pero se respeta eso o se aceptan las denuncias?

Sí, se hacen denuncias pero estamos complicados con ese terreno porque he visto madres que llevan fotos y otras pruebas y tenemos una carencia a nivel probatorio que no agarran nada. No todas las madres desde que empezaron a sospechar van a conseguir a los 30 minutos llevar al chiquilín a la puerta del Pereyra Rossell a periciarlo. Tengo que abrir un portal y flexibilizar esto de la toma en cuenta de las pruebas. Estuvo hace poco el tema de la nena que grabó con la Ceibalita. Yo tuve tres casos en Casavalle hace años donde a tres chiquitos se le sugirió filmar con las Ceibalitas porque no había con qué denunciarlo. Al final se hicieron procedimientos pero el problema es que ni el audio ni las fotos las toman como prueba plena. Fotos con lencería o postura pornográficas que no las contemplan.

¿Y hay denuncias falsas?

Si, totalmente, por eso no hay que encajonarlo en la lucha machismo-feminismo. Me ha tocado casos de fenómenos patológicos que se generan en las madres. La mayoría de las veces es denunciable pero hay otras que no y se lo tenés que decir a la madre y muchas veces la que se tiene que atender es ella. Se dan casos del Síndrome de Munchausen por poderes. Es una enfermedad mental y de maltrato infantil donde la madre se perpetúa en el niño e inventa síntomas falsos.

Es un terreno de una delicadeza y una dificultad...

Tremenda. Pero cuando hay un agresor que se aleja del niño la mejoría es brutal. Hay niños que parecen fantasmas y cuando lo alejas del agresor se transforma en otro niño. Estoy manejando un proyecto que es una escuela para padres para que actúe cuando el fiscal y el juez no encuentran pruebas para el padre ni qué posición toma la madre frente al menor. En esos casos que se derive a una escuela para padres, un programa de ayuda a defender los derechos del menor. Cuando están estos fenómenos instalados hay componentes de las dos partes. Esto no significa repartir la culpa, pero las mujeres que están al lado de un violento, tarde o temprano tienen un manejo violento.

Con este cuadro el aumento de penas es algo accesorio para estos sujetos.


Claro y dentro de la cárcel son presos ejemplares, más cuando tienen un coeficiente intelectual alto funcionan a la perfección. Ellos se acomodan porque manipulan, se acomodan. Como pasaba con Pablo Goncalvez que es un agresor sexual. Él coronaba con el homicidio serial. Y el agresor sexual nunca redime su necesidad repetitiva de cometer el acto porque eso lo interpreta como algo que lo alimenta, por eso el perverso no tiene vuelta atrás clínicamente. Y por eso las castraciones químicas no sirven de nada. Acá hay un tema del límite del castigo. No voy a hacer una apología de estos delincuentes porque he trabajado con ellos y es lo más siniestro, pero en un elemento imparcial de análisis ¿cuál es el nivel de castigo para que la sociedad sienta que los castigó? Y ahí tenemos un problema social y antropológico. ¿Qué pasa con nosotros como sociedad que no analizamos en dónde estamos fallando? Y podemos referirlo a esto como a la responsabilidad del adulto en el delito juvenil.

¿Se nace con estas patologías?

Puede haber una predisposición del orden en parte genético en parte orgánico, pero los trastornos en la personalidad se empiezan a otra a los 12 años pero no se pueden diagnosticar hasta los 15 o 17 años. Hay casos de abusos en niños pero se ven menos casos.

¿Y con la edad no se repliegan?

Con la edad lo que cambia es el comportamiento antisocial o el comportamiento de la personalidad.
Pero este manantial de fuerza en lo sexual es difícil que se retire.

¿Qué modificaciones se piensa en el artículo 276?

Estamos trabajando con un grupo de la facultad de Derecho. Pero hay cosas que van desde la prescripción de las penas, que no prescriban. Lo que no podemos hacer es meternos en tema de género porque ahí te vas para cualquier lado. Fijate que nadie habló de violencia de género con el abuso de un chiquito por su entrenador porque era varón pero sí en el caso de Brissa. Y acá estamos hablando de homicidios y agresiones infantiles. Eso es lo que debería importar y no mezclar con el género.

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