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¿El uso del smartphone está cambiando nuestro cuerpo?

Los antropólogos desmienten que nuestra apariencia esté cambiando por el uso del teléfono inteligente, pero otros expertos advierten de la aparición de problemas musculares que antes no existían
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30 de julio de 2019 a las 05:01

Por Debora Slotnisky - Especial para Cromo

Desde el origen del homo sapiens hasta el momento, los cambios físicos en la especie se han manifestado con lentitud. Frente a esta realidad, teniendo en cuenta la teoría de la evolución planteada por Charles Darwin y el intenso uso que hacemos del smartphone, medios de comunicación de todo el mundo revelaron estudios de dudosa procedencia que han dejado de boquiabierta a más de uno.

Uno habla acerca de la existencia de la llamada “protuberancia occipital externa”: una especie de cuerno, que se sitúa encima del cuello, justo en la base del cráneo. Ese hueso se generaría para sostener el peso del cráneo al bajar la vista para mirar la pantalla del celular y, en su mayoría, afectaría a los jóvenes de hoy. 

Casi en simultáneo, se dio a conocer una serie de imágenes que representan cómo podría llegar a ser la apariencia de una persona en el año 3000 por el uso de la tecnología. Tras el uso intensivo del teléfono o la tablet, el cuerpo humano del futuro –creado en 3D y bautizado “Mindy”– se ve encorvado por estar tantos minutos mirando hacia abajo, tiene doble párpado para poder mirar durante mayor tiempo las pantallas, y manos con forma de garra o gancho debido al uso constante de dispositivos móviles.

Ambas “revelaciones” son noticias falsas. Por eso, científicos y antropólogos salieron a advertir acerca de lo inverosímil de esas historias. La arqueóloga Kristina Killgrove  lo hizo en la revista Forbes. Esta científica señala que la protuberancia occipital externa es un rasgo muy estudiado en antropología, y su frecuencia en diferentes poblaciones ha sido probada hace varias décadas. 

Cambios en el individuo, no en las generaciones

Verónica Báez, bioquímica y doctora en Biología e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas  en Argentina, explicó a Cromo que no se perciben grandes cambios en el cuerpo humano por el uso de tecnología de una generación a otra en las últimas décadas.

“Más allá de las consecuencias físicas que pueda causar el uso prolongado de pantallas, como rectificación de la columna vertebral, mala posición de la cabeza o el cuello o tendinitis asociada al uso incorrecto de los pulgares, no encontramos datos concretos sobre modificaciones heredables o transmisibles a otras generaciones por esta causa”, señaló.  

De todos modos, la experta aclara que existen más de 1.000 trabajos sobre el tema en el que se asegura que hay un aumento del sedentarismo por el uso de la tecnología. Y, sumado a las dietas desbalanceadas, ricas en hidratos de carbono, fructosa y grasas saturadas, lleva a un aumento significativo en los casos de obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

 Federico Prada, director de Biotecnología y Bioinformática en la Universidad Argentina de la Empresa, repite la misma idea: “Definitivamente, la tecnología que nos rodea genera cambios en las personas, pero lo hacen a nivel del individuo, no a través de las generaciones siguientes”, sostiene. Como prueba de ello es fácil darse cuenta que muchos usuarios sufren algún dolor óseo tal como en el pasado padecían los que trabajaban en el campo al inicio de la agricultura, por mencionar solo un ejemplo. 

Por otro lado, Prada explica que para la evolución de una especie, un milenio es muy poco para generar cambios de apariencia considerables. 

“Lo más importante es que los cambios que sucedan en el homo sapiens no van en el sentido de solucionar un problema existente”, comentó. ¿Cuál es el motivo? “Porque la evolución no se da de forma dirigida, sino al azar; por eso nadie sabe cómo nos va a sorprender la evolución porque nadie sabe cuál es el destino de cada una de las especies”, redondea.

Nuestro cuerpo hoy, ante el excesivo uso de los dispositivos  

Si bien no es cierto que a los niños de hoy les aparecen cuernos en el cráneo por estar tanto tiempo con la cabeza gacha mirando el teléfono, o que en el futuro los humanos nacerán con manos con forma de gancho para sostener un dispositivo, hay una realidad insoslayable: el uso excesivo de ciertos dispositivos electrónicos están produciendo un aumento en el número de personas que manifiestan dolores de cuello, contracturas y problemas visuales, por nombras solo algunas dolencias. 

Por ejemplo, el síndrome de la contractura de cuello, también conocido como text neck, que surge por inclinar el cuello hacia adelante para observar, por ejemplo, la pantalla del celular. Mantener esta posición hace que se sobrecargue la columna vertebral, la que acostumbra transportar unos cinco kilos, que es el peso promedio de la cabeza en posición normal. Sin embargo, cuando el cráneo está en 60 grados de inclinación, equivale a que la columna sostiene 27 kilos. En el momento en el que esto ocurre, las personas pueden experimentar dolores de cabeza, molestias detrás de los ojos, contracturas e incluso mareos.  Para evitar esta situación se recomienda tener la pantalla a la altura de los ojos. 

Según un estudio de King Saud University, en Gran Bretaña, existe una asociación directa entre el tiempo de uso del teléfono inteligente y los problemas de cuello. Llegó a esta conclusión tras analizar la cantidad de pacientes atendidos por esta dolencia en la década de 1990 comparado con los que buscaban tratamiento en el año 2017. En tanto, una investigación realizada el año pasado por el Indian Orthopaedic Research Group, reveló que solo el 35% de la población ha oído hablar del text neck, y de ese total, apenas el 21% tiene conocimiento sobre las medidas preventivas de este síndrome.  

Las afecciones en los ojos es otro de los fenómenos más habituales ya que la sobreexposición a las pantallas y el esfuerzo que tenemos que hacer al mirarlas redunda en una menor cantidad de parpadeos, que son fundamentales para mantener el ojo humedecido. Como consecuencia es que se puede producir fatiga y estrés visual. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud afirma que las discapacidades visuales más comunes se deben al contacto constante de las personas con varias pantallas. A las mencionadas se suman otras tales como visión borrosa y dolores de cabeza. 

El hecho de manipular el mouse durante largas horas y de utilizar el teclado de los smartphones puede llegar a producir síndrome del túnel carpiano. Básicamente, quien lo padece siente debilidad en la muñeca y sensación de hormigueo. Mientras que se conoce vulgarmente como “Whatsappitis” al dolor en los dedos pulgares tras pasar largos períodos tipeando en el celular con ellos.   

Lo que pasó y pasa en Uruguay con el Plan Ceibal

Carlos Planel, director de la Licenciatura en Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, comenta que si bien la cantidad de personas que tienen estas dolencias en Uruguay está en aumento, no puede decirse que la causa se deba únicamente al uso de dispositivos. “Se trata de cuestiones multifactoriales. Porque, por ejemplo, hay quienes tienen una mayor predisposición que otras para padecer problemas osteoarticulares”, señala.

El profesional detecta que los usuarios pueden empezar a padecer dolores por los movimientos repetitivos de los dedos. “Como los celulares no siguen líneas ergonómicas. De hecho, tenemos modelos anchos y grandes para manos chicas, eso hace que los músculos tengan que hacer más fuerza y a un mayor número de movimientos repetitivos, que dan lugar a la tendinitis”, detalla el profesional.  Planel dijo que “es probable” que en el futuro observemos casos de artrosis de la articulación metacarpofalángica del dedo pulgar, “que es la que está más sometida a los distintos movimientos”.

El experto recuerda que en el pasado el uso de equipos tecnológicos ya ha generado impactos en el cuerpo humano a gran escala en Uruguay. “Cuando se lanzaron las computadoras para los niños en el marco del Plan Ceibal, se pensó en el dispositivo pero no en el entorno. Debido a que los equipos se apoyaban en los pupitres de los alumnos, a los pocos minutos los chicos empezaban a decir que les dolía el cuello. Esto se debe a que el mobiliario no estaba preparado para el trabajo con la computadora. No se pensó en la capacidad de respuesta del cuerpo para adoptar ese nuevo instrumento en la clase”, explica.

La medida tomada para paliar esta situación fue que los niños se sentaran en el piso, con las piernas cruzadas y la computadora apoyada en sus rodillas hasta tanto las aulas contaran con el mobiliario adecuado para trabajar con el dispositivo, recuerda Planel.

El experto y sus colegas están notando un aumento en las alteraciones posturales, aunque aclaró que no hay datos cuantitativos del pasado para poder realizar comparaciones.  

Para disponer de más información, junto a un grupo de médicos están realizando una investigación con jóvenes de 15 años sobre este tema, que cada vez tiene más consultas de fisioterapeutas locales.

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