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¿Es posible un pacto de la Moncloa en Argentina?

El presidente Mauricio Macri impulsa un gran acuerdo político y social
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12 de mayo de 2019 a las 05:00

Desde 1984 me preguntan” en Buenos Aires por los Pactos de la Moncloa, disparó el expresidente del gobierno de España Felipe González, el lunes 6, en un seminario sobre Democracia y Desarrollo organizado en Buenos Aires por el Grupo Clarín, para ilustrar acerca de los fracasos históricos del vecino país para sellar acuerdos políticos de gran alcance desde el retorno a la democracia.

En una coyuntura de crisis económica y de problemas de gobernabilidad como los que sufre la actual administración de Mauricio Macri, otra vez se empiezan a escuchar voces que reclaman que líderes políticos, empresariales y sindicales lleguen a acuerdos para salir del pozo, al estilo de los Pactos de la Moncloa de la transición española, algo que, lejos de concretarse, se ha convertido ya en una utopía. 

El país lleva un año en una coyuntura de devaluación, inflación y recesión,y no ve la luz al final del túnel. Y por si fuera poco, el clima de confrontación que ya impera de cara a las elecciones presidenciales de octubre próximo caldea el panorama a pasos agigantados, sin mucho lugar para un diálogo sincero entre partidos.

El peso argentino se ha reducido a la mitad en el último año, y podría caer aún más si continúa la alta popularidad de la expresidenta Cristina Fernández, una seria competidora de Macri en las elecciones nacionales de octubre, y, además, la economía registra precios por las nubes. 

En ese tumultuoso escenario económico y político, el presidente Macri ha decidido enviar una carta a sus principales opositores para que se sumen a un acuerdo de 10 puntos, ya prefijados por el Ejecutivo, que permita “despejar dudas” sobre el país y recuperar la confianza de los inversores para garantizar estabilidad hasta los comicios.

“Claramente hemos tenido problemas para acordar sobre cuestiones básicas de nuestro desarrollo económico (...) Por ello, cada vez que se acerca un proceso electoral, existen muchas dudas sobre nuestro futuro”, dice Macri en una carta dirigida a la expresidenta Fernández, así como a los precandidatos Sergio Massa y Roberto Lavagna, entre otros referentes de la oposición, conocida esta semana.

Estos días en la prensa no se habla de otra cosa. ¿Se sentará Fernández de Kirchner en una misma mesa con Macri, su acérrimo enemigo? ¿Serán capaces la expresidenta y el resto de peronistas de dar su brazo a torcer y remar en la misma dirección por ese supuesto bien del país que quiere conseguir el mandatario?

La convocatoria de Macri -realizada menos de una semana después de una huelga nacional de sindicatos opositores- ha sido fuertemente cuestionada por sus adversarios, aunque sectores empresarios y de la Iglesia Católica se mostraron a favor de un diálogo amplio.

¿Puede Argentina tener su propia versión de los Pactos de la Moncloa, con los que España dio un paso adelante en la salida de la crisis económica que azotaba al país -incluida una alta inflación- en octubre de 1977?.

Entonces, en plena salida del Franquismo, todos los partidos con representación parlamentaria firmaron unos acuerdos -bautizados con el nombre de la sede del gobierno español en Madrid- que son recordados como un exitoso ejemplo de diálogo.

El lunes 6, en un seminario en Argentina sobre los desafíos del país austral, González, presidente del gobierno español desde 1982 a 1966, y uno de los firmantes del histórico pacto, destacó que lo esencial de aquel hito fue que se lograran poner de acuerdo personas con ideas tan contrarias como el entonces presidente, Adolfo Suárez, que había ocupado altos cargos durante la dictadura franquista, y Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista.

“El sentido profundo que demostraba que nos podíamos poner de acuerdo no ya los diferentes, sino los verdaderamente contrarios”, valoró González.

Pero en la Argentina polarizada de hoy, donde la “grieta” entre los peronistas (en la última década en especial los kirchneristas) y los que no lo son está tan presente, no parece que pueda darse un entendimiento del estilo; y muy lejos queda el llamado Pacto de Olivos, que en 1993 unió al presidente Carlos Menem y su antecesor, Raúl Alfonsín, para aprobar la reforma constitucional de 1994.

Sergio Massa y Roberto Lavagna, dos de los potenciales adversarios de Macri en las urnas, con gran exposición pública, ya han adelantado sus reticencias al decálogo propuesto por el gobierno, que busca compromisos conjuntos sobre polémicos aspectos como la erradicación del déficit fiscal, la política contra la inflación y el pago de la deuda externa. (ver recuadro).

“Al gobierno le sirve como distracción, para que se deje de hablar de la economía todo el tiempo y poder retomar la iniciativa de la agenda, que era algo que no venia sucediendo hace mucho tiempo”, considera la analista política Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit.

Está claro que esa iniciativa de dialogar con la oposición, así como con los principales líderes sindicales, empresariales y eclesiásticos, llega en un momento en que al oficialismo poco le queda por perder, al estar en el punto más crítico de su popularidad y con todos los números el país en contra.

Por eso se hace difícil pensar que, con los comicios a la vuelta de la esquina, la propuesta suene como genuina y no como una estrategia puramente electoral, con unos opositores presidenciables que se arriesgan, en caso de aceptar hacerse la foto con el gobierno, a ser asociados con el fracaso de la gestión económica.

“Lo que van a querer hacer es diferenciarse, no sumarse”, agrega Fornoni, convencida de que los precandidatos del peronismo -en cuyo seno hay una gran división- no acompañarán al Ejecutivo en nada que no surja de un consenso entre ellos.

Más aún con una expresidenta Fernández -que no ha confirmado si se presentará a las elecciones pero todo el mundo lo da por hecho- creciendo en las encuestas y manteniendo una frontal oposición al gobierno, al que acusa de impulsar una persecución judicial en su contra por las tantas causas de corrupción que la afectan.

Tampoco cuadra que, tras tres años de constantes y fuertes críticas de Macri al peronismo en general, pero al kirchnerismo en concreto, por su presunta mala y corrupta gestión del país, ahora vaya a ser un momento propicio para el entendimiento.

Quizá otro gallo cantaría si el llamamiento al consenso hubiera llegado hace un año, antes de que el presidente pactase el millonario rescate otorgado por el Fondo Monetario Internacional.

Una frase de González para explicar la actitud de los líderes españoles para llegar a un gran acuerdo es una prueba de lo lejos que está la dirigencia argentina de poder tener su propia versión de los Pactos de la Moncloa: “el elemento esencial fue evitar el análisis de quién tenía la culpa de lo que había pasado y mirar el futuro”.

(Basado en EFE y otras agencias internacionales) 

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