El desarrollo de la inteligencia artificial está cambiando el planeta.

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“La inteligencia artificial debe ser un complemento para el ser humano, no un sustituto”

"Si se utiliza de la manera adecuada, la inteligencia artificial tiene la capacidad de resolver los desafíos urgentes que tienen la humanidad y nuestro planeta": una reflexión sobre la tecnología que está cambiando el mundo
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14 de mayo de 2021 a las 05:03

Por Juan M. Zafra - The Conversation

Xabi Uribe-Etxebarria es un emprendedor, visionario de inteligencia artificial y CEO de Sherpa.ai, una empresa líder en servicios de IA. Se ha formado como ingeniero industrial. Cuando estudiaba el doctorado en Procesamiento del Lenguaje Natural (PNL) decidió construir su primera empresa. Desde entonces, no ha dejado de crecer.

Uribe-Etxebarria ha sabido rodearse de un equipo de investigadores de primer nivel y su compañía está reconocida entre los referentes mundiales de la IA junto con Google, Amazon, Microsoft o IBM. “Es un hombre de energía ilimitada”, ha dicho de él su consejera Joanna Hoffman, exdirectora de marketing en Apple, mano derecha de Steve Jobs y una de las grandes personalidades del mundo tecnológico que acompañan a este emprendedor vasco en su empresa.

¿Cómo es el futuro?

Yo trato de ser muy cauto… En estos casos suelo hacer referencia a una frase de Sócrates que nos ha llegado a través de los textos de Platón: “No hay más ignorante que el que cree saber lo que no sabe”. Nadie sabe a ciencia cierta cómo va a ser el futuro, hay tantas variables que la incertidumbre es altísima, un pequeño avance en inteligencia artificial o en neurotecnología lo puede cambiar todo. Pero al igual que hay incertidumbres también hay certezas, como que la humanidad va a cambiar más en los próximos 150 años que en el último millón de años.

La inteligencia artificial transformará por completo aspectos de nuestra vida cotidiana que llevamos milenios haciendo de una manera similar, como las relaciones humanas y el mercado laboral, entre otros. Más adelante, con la revolución biológica y la neurotecnología, cambiarán incluso nuestras habilidades físicas y mentales. Estamos ante el comienzo de una nueva era y debemos de asegurarnos de que, dentro de esas incertidumbres y posibilidades, vamos hacia ese futuro en el que la inteligencia artificial y la neurotecnología sean un complemento a nuestras vidas y no un sustituto. Que todas estas nuevas tecnologías y ciencias estén al servicio de la humanidad.

¿Cómo vamos a conseguir esa complementariedad?

El avance científico y tecnológico no va a parar, por lo que debemos asegurarnos de que todo se haga en la dirección correcta. Partimos de la base de que la ciencia y la tecnología son de por sí neutras, pero, como todo, corren el riesgo de que se utilicen también con fines no beneficiosos. Debemos tratar de fomentar que ocurran los mejores escenarios y evitar que ocurran los distópicos. Por lo que debemos sentar las bases éticas y legales que lo permitan.

¿Vamos por el buen camino?

Yo soy optimista por naturaleza. Si se utiliza de la manera adecuada, la inteligencia artificial tiene la capacidad de resolver los desafíos urgentes que tienen la humanidad y nuestro planeta. Como la eficiencia energética o la cura de enfermedades hasta ahora incurables. Poniendo las herramientas adecuadas, podemos llegar en unas décadas a un futuro mucho más sostenible y beneficioso para todos.

Xabi Uribe-Etxebarria: “Nadie sabe a ciencia cierta cómo va a ser el futuro” | #Telos115.

En un contexto de progreso tecnocientífico acelerado que lo cambia todo, ¿qué le dirías a alguien que ahora tiene diez años de edad sobre su educación actual y futura?

Lo que está claro es que estamos ante un mundo que cambia mucho más deprisa que en los últimos milenios. Surgen cada año nuevas profesiones que hace pocos años ni nos podríamos imaginar que pudieran existir. Estas nuevas profesiones traen nuevas oportunidades laborales, pero, a la vez que unas surgen, otras desaparecen. Hasta ahora, durante nuestra juventud elegíamos un camino o una profesión y era la que, en la mayoría de los casos, nos acompañaba el resto de nuestras vidas.

El mundo que viene será más cambiante y lo más probable es que tengamos que adaptarnos y reinventarnos varias veces en nuestra vida, por lo que deberíamos trabajar nuevas habilidades. Habilidades como la capacidad de aprender, desaprender y reaprender serán más importantes que muchas materias concretas. Otras habilidades psicológicas que se explican en conceptos como la autoeficacia creo que también serán muy útiles para nuestra vida.

Partimos de la base de que la ciencia y la tecnología son de por sí neutras, pero, como todo, corren el riesgo de que se utilicen también con fines no beneficiosos.

¿Y a una persona que se encuentre ahora en la universidad?

Pues parecido. Actualmente la educación universitaria (salvo algunas excepciones) no ha cambiado mucho respecto a cómo se hacía en los últimos siglos. Independientemente del medio –presencial u online–, un profesor dando la lección a muchos alumnos y evaluando con un sistema de controles o exámenes.

En un mundo actual con “titulitis”, creo que el título cada vez debería ser menos importante y dar más valor a las habilidades de cada persona. De hecho, en nuestra empresa, Sherpa.ai, en muchos casos, tener el título no es un requisito, pero sí tener ciertas habilidades. Es cierto que el título da seguridad a ciertas entidades pero yo, personalmente, muy, muy poco de lo que estudié en la carrera lo estoy aplicando en mi vida laboral actual. Deberíamos ser capaces de reducir el tiempo universitario y enfocarlo más al mundo laboral y al aprendizaje continuo.

¿Por qué hablamos tanto de ética cuando tratamos sobre inteligencia artificial?

La inteligencia artificial y la ciencia en general son neutras, ni buenas ni malas. Depende del uso que se haga de ellas. En este sentido, el gran neurobiólogo Rafa Yuste y yo hemos considerado importante desarrollar un código ético que sitúe a las personas en el centro y garantice que los desarrollos en IA contribuyan al bienestar de la sociedad.

Actualmente estamos trabajando en una propuesta a la que llamamos “juramento tecnocrático”, una especie de código ético que debería ser un requisito para poder dedicarse a este campo, en analogía con el juramento hipocrático de la Medicina. Estas reglas deontológicas deberían ser asumidas por todas las compañías desarrolladoras de inteligencia artificial, con el objetivo de garantizar que los avances que se consigan contribuyan a mejorar el bienestar humano y del planeta.

Xabi Uribe-Etxebarria. Juanjo Molina / Telos

¿Habrá robots mejores que los humanos?

Muchas veces asociamos la inteligencia artificial a robots futuristas o a máquinas que nos hablan. Pero la IA va mucho más allá, es y debe ser un complemento para el ser humano, no un sustituto. Una herramienta para hacer nuestra vida más fácil. Actualmente, hay muchos sistemas con IA que nos ayudan en nuestra vida cotidiana, como el reconocimiento de la huella dactilar o facial para desbloquear el móvil, el sistema del parking que lee la matrícula o aplicaciones más sofisticadas en el sector de la salud que ayudan a detectar cánceres donde el ojo humano no puede.

Si las máquinas nos van a liberar de muchas tareas, ¿a qué nos vamos a dedicar los humanos?

Aquí veo dos etapas. La más cercana, en la que se crearán nuevas actividades socioeconómicas y, con ellas, nuevas oportunidades laborales. También otras desaparecerán. En la etapa más lejana, a la que quizás te refieres, es ese punto de singularidad en el que las máquinas harán todo el trabajo productivo. Esta situación utópica en la que, si las máquinas crean riqueza por sí solas, tendremos que preocuparnos de que esa riqueza se distribuya igualitariamente.

¿Entonces vamos a vivir mejor?

Vivir más, seguro; vivir con mayor calidad de vida, también. Vivir mejor, creo que depende de otros muchos factores. El gran reto que tenemos todos es ser felices. Aunque en eso la ciencia también tendrá mucho que aportar en el futuro.


La versión original de esta entrevista aparece en el número 115 de la Revista Telos, de Fundación Telefónica.

 

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