Eduardo Espina

Eduardo Espina

¡Órale cuate!

Las películas dobladas amenazan terminar con el placer del buen cine
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19 de octubre de 2017 a las 04:55
Hace unos años llevé a mis dos hijos a ver una película de animación en el cine del Montevideo Shopping. Creo que se llamaba El recreo. La sala estaba repleta porque eran las vacaciones de julio. Aunque había algunas escenas que parecían haber sido escritas con el propósito explícito de hacer reír, los niños en la sala estaban perdidos, por una razón que fue fácil detectar: ninguno entendía de qué iban los chistes.

Al salir les pregunté a mis hijos qué les había parecido la película y me respondieron con la única respuesta posible: "No entendimos nada lo que decían". La película había sido doblada en México y el diluvio de modismos mexicanistas hacía incomprensibles los diálogos para cualquier persona que no hubiera nacido en territorio azteca o vivido allí por largo tiempo.

¿Cómo era posible que una película tan pésimamente doblada llegara a la cartelera uruguaya? Lo que no imaginábamos, mis hijos y el resto de los espectadores, incluido yo, era que El recreo no era una excepción de temporada invernal, sino la primera muestra del atentado de terrorismo lingüístico que las distribuidoras y exhibidores de Uruguay iban a empezar a perpetrar contra quienes pagan la entrada y van al cine a entretenerse y a oír las voces de los actores originales, y no a intentar aprender modismos totalmente inservibles en esta parte del mundo.

Ahora, pues, parece haber quedado confirmado en forma definitiva que, como todos los grandes países del tercermundismo cultural latinoamericano, también Uruguay es víctima de una nueva aberración y sus habitantes deberán ver las películas dobladas, esto es, destrozadas por pésimas versiones orales que aspiran a alcanzar un imposible, como es complacer a todas las audiencias regionales con un solo "español".

¿Será la pereza mental y falta de rigor en cuanto a asuntos culturales que caracteriza al Uruguay actual la que auspicia este panorama de empobrecimiento incluso a la hora del entretenimiento? ¿O es una movida para bajar los costos por parte de exhibidores y distribuidoras? Son ellos los que deberán explicarlo. James Bond exigía para su coctel: "Agitado, no revuelto". Los amantes del cine exigimos: "Las películas; subtituladas, no dobladas".

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