La columna se desgañitó hasta la repetición aburrida anticipando un resultado que hoy espanta, aunque no debería sorprender a nadie. El populismo termina siempre en lo mismo, aunque sus fieles, gobierno y pueblo, se empecinen en negar las evidencias y los resultados empíricos universales, cualquiera fuese el grado en que se aplica. El viejo socialismo fracasado se metamorfosea en populismo para ganarse rápidamente el favor de las masas. Una planificación central sin plan, en que se manotea el dinero donde se lo encuentre, o se lo fabrica vía emisión o deuda, para obtener resultados instantáneos. Y votos.
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