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¿Qué le espera al rugby mundial tras la derrota de Agustín Pichot en las elecciones?

El inglés Bill Beaumont le ganó al argentino, lo que es una enorme victoria de los Seis Naciones para la cual fue clave Canadá; las repercusiones que se vienen en el mundo y Uruguay
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02 de mayo de 2020 a las 17:43

El inglés Bill Beaumont logró la reelección en la presidencia de World Rugby por otros cuatro años, luego de ganarle las elecciones al argentino Agustín Pichot, hasta ahora vicepresidente. La elección, en la que votaron los 51 miembros del Consejo de World Rugby, terminó 28-23.

Según los datos a los que pudo acceder El Observador, los 28 votos de Beaumont fueron de los seis países del Seis Naciones (18), Rugby Europe (2), Fiji (1), Samoa (1), Canadá (1), Japón (2), Rugby Americas North (1 de 2) y Rugby Afrique (2). Los 23 de Pichot: las 4  potencias del sur (12), Sudamérica Rugby (2), Asia Rugby (2), Oceania Rugby (2), Rugby Americas North (1 de 2), Uruguay (1), Estados Unidos (1), Georgia (1), Rumania (1).

Algunas conclusiones que deja la elección:

El enorme triunfo de los Seis Naciones

Hace un año, la Liga de las Naciones fracasó por la negativa de los países del Seis Naciones, que se oponían firmemente a que su torneo, el más rentable del mundo después del Mundial, pasara a tener ascensos y descensos (y el riesgo de dejar de tener una porción de esa enorme torta). Era una batalla entre el Seis Naciones y el resto del mundo, y hasta se hablaba de una posibilidad de cisma.

Un año después, la coalición europea logró torcer ese estado de opinión y traer para su lado una mayoría que les permite mantener el mando. Habrá cambios, sí, pero para hacerlos tendrán que convencer al Seis Naciones. Aún más ahora que tienen los puestos 1 y 2, y la gran mayoría del Comité Ejecutivo.

Beaumont ha mostrado un discurso más aperturista que sus socios del 6 Naciones, y ha manifestado sus intenciones de promover un juego más global. ¿Logrará imponérselo a los países que lo promovieron? Será una pulseada interesante de ver en los próximos años.

La bandera del “Global Game” llegó para quedarse

El argentino bautizó a su movimiento "Global Game", y planteó reformas de competencias, de la asignación de fondos y de las cuotas de votación, para que los países en desarrollo puedan tener oportunidades más similares a las de las potencias.  Fue su pelea durante estos cuatro años, y indudablemente, fue una victoria suya que el tema haya entrado en la agenda y que el ganador también lo terminara promoviendo en su plataforma. Habrá que ver si la aplican.

Pichot promovía un movimiento global. No lo logró

A pesar de lo anterior Pichot no consiguió en los votos el movimiento global que proponía en los papeles. Algunos de los países que más podrían verse beneficiados por ese cambio (Fiji, Samoa, Japón, Canadá) se fueron con el bando que la campaña de Pichot definía como del statu quo. ¿Por qué? ¿Solo amistades y lazos culturales, vínculos políticos? En cada uno de esos países hubo movimientos de fanáticos y de jugadores contra la votación de sus uniones, y la decisión ya está causando polémica. Decir traición puede ser cierto, pero no alcanza para el análisis. Pichot y su campaña no lograron llegar a esos que efectivamente tenían el voto en sus manos. Y cada uno tuvo razones individuales para volcarse al otro lado: las islas tuvieron promesas de Beaumont en cuanto a cambios en el sistema de elegibilidad de jugadores nacionales que juegan por otras potencias, en Japón pesó el apoyo de World Rugby para el Mundial 2019. Lo de Canadá se desarrolla más adelante, pero es difìcil de entender.

Los grandes del Sur fallaron en sus regiones

Precisamente, el movimiento global era la forma que Pichot tenía de ganar. Con un Seis Naciones que sumaba 18 votos, más los 2 casi seguros de Rugby Europe, necesitaba poco más para asegurar la victoria, y hasta se podía dar el lujo de perder alguno de sus votos europeos (como pasó). En cambio, Pichot necesitaba unificar a su continente y a los de sus 3 socios grandes de Sanzaar: Africa (Sudáfrica) y Oceanía (Nueva Zelanda y Australia).

Sudáfrica volvió a fracasar estrepitosamente en Africa: todos los reportes coinciden en que los dos votos de ese continente fueron para Beaumont, con lo que se repitió el fracaso de los sudafricanos en la competencia por el Mundial 2023: Francia, con el nuevo vice Bernard Laporte a la cabeza, les ganó en el lobby con los países norafricanos.

No sólo Francia: Inglaterra también le birló a Nueva Zelanda y Australia los votos de Samoa y Fiji. El presidente de la New Zealand Rugby Union pidió un juego más global, pero no han sido muchas las oportunidades que le han dado a las islas del Pacífico en este tiempo. En estos años, los países europeos han jugado más testos contra los isleños que las potencias oceánicas. Eso también pesó.

Y finamente, en América, Pichot no pudo retener el 100% de sus votos.

Canadá ganó. ¿Hacia dónde va?

La movida de Canadá de apoyar a Beaumont fue la clave de la elección. El viernes la elección estaba cerca del 26-25 para Pichot, con dos supuestos: uno, que en América tendría 9 de 10 votos (Argentina (3), Sudamerica Rugby, (2), Uruguay (1), EEUU (1), Rugby Americas North, (2), y que perdería a Canadá. Pero Canadá hizo una movida extra: presionó dentro de Rugby Americas North para que se cambiara el voto, según confirmaron a El Observador tres fuentes dirigenciales. 

Era un solo voto, pero era clave para el segundo supuesto. Gran parte de la promesa de Pichot a otras naciones se sostienía en que confiaran en que tenía la victoria, porque es dificil votar a la oposición sin garantía de victoria. Con el “barrio” asegurado, Pichot tenia mucho mas argumentos para convencer a Africa (2 votos) Rumania (1) o Fiji (1) para cambiar de bando, o a Japón (2) para que dividiera. Sin esa garantia, todo se le empezó a caer como un castillo de naipes. Al final, de esos 6 votos, solo pudo cosechar 1.

Canadá tendrá que justificar a la interna por qué hizo lo que hizo, teniendo en cuenta que Pichot fue su gran socio en estos años para impulsar las competencias del continente (Americas Rugby Championship, Major League Rugby, Seven de Vancouver) y qué garantías le da Beaumont de poder salir de su estancamiento actual. 

Es cierto también que todo el crecimiento global de los últimos años, más que beneficiarlo, lo perjudicó, y que quizás optó por la opción de mínima: no perder más terreno en América y el mundo, abrazándose a sus viejos amigos europeos. Pero también es cierto que si no aprovechó más el crecimiento de América fue por su propia indecisión para poder crear un potente plan de alto rendimiento en un país que tiene toda la materia prima para hacerlo.

¿Qué le pasará a América?

Para América es una situación delicada. Algunos puentes personales se rompieron, y habrá que ver si demoran en arreglarse o no. Pero el continente necesita conseguir en la cancha lo que no logró en la política: seguir trabajando unida, sobre todo en un mundo post covid-19 que asoma para tener menos fondos y menos oportunidades, para jugadores y para selecciones.

¿Y a Uruguay?

La campaña de la región, y de Uruguay, fue muy fuerte a favor de Pichot. La apuesta era grande, porque era la forma que se vislumbraba de poder romper el techo que está planteado para los top Tier2, a los que Los Teros se han ido acercando en los últimos tiempos (aunque siguen a distancia considerable).

¿Que esperar ahora que ganó Beaumont? ¿Menos apoyo para Uruguay? ¿Menos dinero para competencias como la Superliga Americana? ¿Menos torneos como la Nations Cup?

A nadie le sirven las vendettas. Menos aún en el mundo lleno de incógnitas que se viene luego de la pandemia, sobre todo en un deporte que ya atravesaba serios problemas económicos. En ese sentido, Uruguay ha sido en estos años una garantía y un modelo que World Rugby valora y muestra al mundo: de organización eficiente de torneos, de transparencia y prolijidad en el manejo de fondos internacionales, de poder implementar planes de desarrollo deportivos con muchos fondos de la organización madre. Ha sido una sociedad fructífera, que Uruguay necesita como el agua, y que a World Rugby le viene muy bien.

Pichot fue clave para abrir puertas, gestionar recursos, defender a Uruguay como modelo para los Tier2. Quizás ahora se abran menos puertas, haya que golpear más para abrirlas, haya que compartirlas con más países, pero la sociedad no se caerá.

¿Qué hará Pichot en estos cuatro años?

Más allá de lo anterior, el mundo del rugby necesita seguir teniendo involucrado a Agustín Pichot. Su energía sacudió en los últimos años al tradicional mundo del rugby, y lo obligó a repensarse, a destinar más y nuevos recursos a países menos desarrollados, a prestarle más atención al segundo escalón mundial. Obligó a razonar que no es normal ni deseable que el mundo competitivo del rugby, el que genera los mayores recursos, el que es visto por tv por millones, se reduzca a 10 países y a algunas competencias de clubes. Generó que los países del Seis Naciones, tuvieran que hablar de la necesidad de cambios. ¿Lo harán? La presencia de Pichot como fiscal de esos cambios es necesaria. Porque además, parte primero en la fila para ser presidente en 2024, sobre todo si los europeos no cumplen con su promesa de cambio.

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