Gimena Morales
"Hemos criticado a las autoridades que no se decidían a clausurar las escuelas, espacios de espectáculos, pero hoy, llenados esos indispensables requisitos, acompañaremos a las autoridades sanitarias en su misión de imperiosa profilaxia”. La frase podría corresponder a alguna autoridad médica actual luego de que se confirmaron los primeros casos de coronavirus en Uruguay una semana atrás, pero fue afirmada hace 100 años por el presidente del Consejo de Higiene, doctor Vidal y Fuentes al diario El País el 1° de noviembre de 1918, cuando el diario llevaba un mes y medio de vida.
Así como el mundo mira asombrado el avance que ha tenido el Covid-19 este año, no es la primera vez en la historia que se da una pandemia de esta magnitud. En 1918 la gripe española, también proveniente desde otro continente se convirtió en pandemia con una rapidez inesperada.
Aún se desconoce el lugar exacto en el que se originó el virus. Lo que sí se sabe, según la Organización Colegial de Enfermería Española, es que adquirió su nombre porque cuando la primera guerra mundial llegaba a su fin, España era uno de los pocos países que no había estado involucrado en la guerra y también el primero en hacer pública la problemática de esta nueva fiebre, que ya había matado a cientos de personas en varias zonas de Europa y Asia.
Normalmente, virus como el H1N1 o Covid-19, suelen ser más dañinos con las personas mayores o con aquellas que sufren problemas respiratorios. Sin embargo, en el caso de la gripe española –cuyo virus fue una mutación del H1N1– la mayoría de los fallecidos fueron jóvenes de entre veinte y cuarenta años. “Es un misterio de dónde vino el virus y por qué mató a tantos adultos jóvenes”, explicó el doctor Michael Worobey, de la Universidad de Arizona de Estados Unidos a la Organización Colegial de Enfermería Española.
Se estima que el número de fallecidos por esa gripe fue de 50 millones de personas, aunque en ese momento los avances tecnológicos y medicinales no pueden compararse a las herramientas con las que cuentan los hospitales cien años después.
Una de las conclusiones a las que llegó Worobey para explicar el por que de las muertes en jóvenes es que fue “un factor decisivo la inmunidad previa”, ya que aquellas personas nacidas entre 1880 y 1900 no habían estado expuestos a otros virus de similares características que habían circulado anteriormente.
Al igual que el Covid-19, esta gripe se originó en Europa y Asia y se extendió a todas partes del mundo, hasta llegar a Latinoamérica. “Nuestras autoridades están en el deber de aumentar las precauciones para los precedentes de Chile y España –donde la enfermedad se presenta de forma maligna– con el fin de evitar que la epidemia se extienda hacia nosotros”, informaba el diario uruguayo Tribuna Popular, el 25 de octubre del año 1918.
Al igual que ocurrió ahora, en aquel 1918 Uruguay fue uno de los últimos países de América Latina en contar con casos locales de la enfermedad. A su vez, las autoridades gubernamentales optaron por adoptar las medidas tomadas por países que ya tenían muchos casos de contagio para evitar que las consecuencias a nivel nacional fueran igual de severas.
Según surge de los diarios de la época, archivados en la Biblioteca Nacional y a los que accedió El Observador, las medidas de protección tomadas por el gobierno para evitar el contagio masivo de “la grippe” (sic) tienen aspectos en común, aunque muchas de ellas obedecen a las costumbres y cultura de cada época.
“Respire por su nariz y no por la boca. Al acostarse limpie bien su nariz y boca. No coma ni beba en exceso. Bañarse diariamente. Suprima los besos. si tose o estornuda, cúbrase con un pañuelo. No escupa en el suelo, o de ser necesario, hágalo en una zona donde dé el sol”, informaba El País el 29 de octubre, haciendo alusión a las medidas recomendadas por el Consejo de Higiene.
“El Consejo Nacional de Higiene informa que aún no ha habido en Montevideo casos de la Grippe que si hay en Río de Janeiro, Buenos Aires, Chile y Europa”, informaba en octubre del mismo año el diario El País. En cambio, pocos días después, finalmente el virus llegó al Uruguay y al igual que 100 años después, no tuvo una cantidad significativa de casos graves.
“En Montevideo, comparado con otras ciudades donde la epidemia ha asumido un carácter verdaderamente alarmante, puede decirse que apenas se ha hecho sentir. Hasta la fecha no hay ningún caso grave”, celebraba El País el 28 de octubre.
El matutino agregaba que a esa altura la asistencia pública había atendido a más de un centenar de personas. “En la policía de la capital se produjeron 120 casos nuevos”, reportaba.
El diario informaba también que las autoridades sanitarias de Buenos Aires habían decidido someter a una severa inspección a los buques procedentes de Montevideo. “Esta medida que no era esperada por cierto, provocó... tácitamente, declarar a nuestro puerto infectado o sospechoso”, consignaba el diario.
En 1857 una tercera parte de la población de Montevideo contrajo una enfermedad llamada fiebre amarilla. Murieron alrededor de 880 personas. En 1858 la epidemia se trasladó a Argentina, aunque con menor intensidad. A raíz de este virus la prensa se manifestó frecuentemente preocupada por los buques que arribaban a las costas uruguayas desde la capital brasileña. “La terrible fiebre amarilla, la desoladora peste que llevó a la tumba a la mitad de la población total de Montevideo, hace estragos en Río de Janeiro, es decir, está a nuestras puertas”.
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