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"You": todo sobre el ciberacoso, la vida expuesta y las relaciones tóxicas

La serie, que se puede ver desde hace una semanas en Netflix, es un reflejo de varias situaciones que viven (o tienen riesgo de vivir) los jóvenes y adolescentes de esta era
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19 de enero de 2019 a las 10:02

Joe Goldberg es un tipo que, a simple vista, parece común, interesante y culto; si se mira un poco más detenidamente es, también, un psicópata. Guinivere Beck, por otro lado, es una joven que cae en un juego siniestro en el que nunca quiso meterse, pero el uso que le dio a sus redes sociales –sumado a una persona obsesiva del otro lado de la pantalla– la puso en ese lugar. Por ahí va You, el thriller psicológico basado en la novela homónima de Caroline Kepnes que, a menos de un mes desde su estreno en Netflix (antes se emitió por el canal de televisión Lifetime), es furor.

Joe es el encargado de una librería y allí conoce a Beck. Ella fue a comprar un libro y en un intercambio mediado por simpatías, él supo su nombre. Eso bastó para darle inicio a su obsesión –o “enamoramiento”, como algunos espectadores prefieren llamar–. Una búsqueda en Google, una cuenta de Instagram pública, infinidad de fotos del minuto a minuto de una vida feliz y de repente, sorpresa. Joe ya sabe dónde vive Beck. Curiosamente (y en una elección bastante bizarra de la serie), la protagonista no tiene cortinas en su casa por lo que su (ahora) acosador ve todo. Desde la vereda de enfrente Joe ve a los hombres con los que tiene relaciones sexuales, momentos en los que se masturba, cuando escribe –porque es escritora– y cuando llora. Sumado a ese acecho, la concatenación de hechos se encarga de que el celular de Beck, llegue a las manos de Joe. Entonces, una vez que ella se compra un nuevo teléfono y el viejo sigue activo, él pasa a controlar cada paso que ella da en sus redes y lee absolutamente todas sus conversaciones. La cara psicópata de Golberg se desnuda con más violencia a medida que avanza la historia. Esto no es un spoiler. Es evidente.  

Acoso, violencia de género, sobreexposición y la ausencia total de protección de datos, son algunos de los temas que pone sobre la mesa You. ¿Logra emitir el mensaje con efectividad? Desde Pensamiento Colectivo –organización que promueve la construcción de la ciudadanía, también en su dimensión digital, a través del uso responsable de las tecnologías de información y comunicación– se expresó que si no se mira la serie con “una mirada reflexiva”, el mensaje se puede mal interpretar.

“Definitivamente Beck se merece lo que pasa (…) Se comió a todos (…) Una vez más estoy del lado de #Joe todos fuimos él alguna vez”, decía una usuaria de Twitter. Otras, compartieron una imagen de Joe con la leyenda: “La vida es demasiado corta para estar con alguien que no está loco por ti". Como esas, fueron varias las respuestas que romantizaron a Joe y todo lo que lo envolvía: los celos, el acoso, la violencia, la mentira. Por eso, el actor que interpreta a este personaje –Penn Badgley, conocido por su papel de Dan en Gosspi Girl– tuvo que salir a aclarar en su Twitter que Joe es un asesino.

Para Luciana Almirón, Leticia Brandino, Cecilia López y Andrea Salle –representantes de Pensamiento Colectivo–, este tipo de reacciones tienen que ver con un viejo modelo de amor romántico “donde hay relaciones de poder, donde el otro se ubica como objeto de mi propiedad, y en donde los celos y el control, se confunden con demostraciones de amor”.

¿Podría haber sido cualquiera de nosotros?

Si bien You lleva el problema del acoso a un extremo, ese extremo muestra una de las tantas posibles consecuencias que pueden derivar del encuentro entre la sobreexposición, por un lado, y una mente retorcida que recibe toda esa información, por otro.

Un perfil de Instagram público con fotos en salidas con amigos, comentarios, likes, información, más información. Guinivere Beck –interpretada por la actriz Elizabeth Lail– es una poeta que no llega a los 30 años y que, sin ser de Nueva York, despliega allí toda una vida cargada de apariencias que ni ella misma soporta. Desde sus amigas –que se alejan mucho de su realidad socioeconómica, y lo presumen–, los hombres que conoce, y sus colegas; el personaje de Beck está, después de todo, bastante solo. Pero lo que le pasa a ella es fiel reflejo de lo que viven millones de jóvenes –y no tan jóvenes– actualmente. Las redes sociales pueden servir como escudo, como arma de ataque contra otro o, como en este caso, como un perfecto mecanismo de autodestrucción.

Mantener la privacidad configurada en todas las cuentas, evitar dar datos personales, no compartir la geolocalización de modo abierto y consultarle a otra persona antes de subir contenido que pueda involucrarla; son algunas de las recomendaciones que se hacen desde Pensamiento Colectivo para establecer ciertos límites entre lo privado y la vorágine del espacio digital. Aunque sus representantes afirman que lo fundamental en todo esto es “resignificar la importancia de guardarse algo para uno, de mantener un espacio de intimidad".

Identidad digital versus identidad real

“En los comienzos de Internet, la gente buscaba –a través de nicknames o usuarios de fantasía– tener una especie de identidad alternativa a la real, una especie de vida paralela o diferente”, dijo el psicólogo especializado en nuevas tecnologías, Roberto Balaguer. El especialista identificó que, en los últimos tiempos  –con el advenimiento de las redes sociales–, la brecha entre ambas identidades se acortó. Balaguer tomó como punto de referencia la generación de millennials; para estas personas las redes sociales tienen un impacto tan grande en sus vidas que “definen parte de su identidad real”. De hecho, parte de lo que Beck muestra en sus redes, no es más que una irrealidad  que trasciende su vida cotidiana y por momentos la confunde –a ella y a los espectadores–. Porque en su cotidianidad abundan los problemas familiares y económicos y, aunque está sobrecargada de trabajo, muestra la imagen de una chica despreocupada que vive de bar en bar con sus amigas (que sí son así). Para las representantes de Pensamiento Colectivo, la identidad digital “muchas veces refleja un aspiracional condicionado por el valor que se le da a la imagen, y eso puede llevar a conflictos internos a la hora de sostener ambas identidades”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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En You, el exceso de información de Beck que recibe Joe –y toda la comunidad internauta que la sigue–; es carne del stalkeo (acecho) llevado al extremo. En ese sentido, desde Pensameinto Colectivo se manifestó lo siguiente: “el voyerismo del stalkeo se alimenta de la sobreexposición y viceversa”. Y se agregó que “la mediación tecnológica de la vida cotidiana, la construcción de la identidad a través de la imagen y la transformación del ser humano en ‘ser objeto’, producto de consumo” también tienen que ver con ese vínculo.

Del Stalkeo “normal” al obsesivo

¿Quién no reviso de A a Z el perfil de Instagram de una persona que le despertó curiosidad? 

No hay duda, Joe es un stakler profesional con el que al menos, en una mínima proporción, muchos se sienten identificados. Porque el stalkear es una práctica que, en la actualidad, esta naturalizada. “Stalkear se ha transformado en un entretenimiento, comparable con el zapping de los 2000”, dijeron desde Pensamiento Colectivo. Siempre y cuando sea de forma “medida”, el stalkeo no sale del plano de lo entretenido o inocente. De todas formas los límites y la valoración de lo que es y no es normal, son subjetividad pura. 

En la serie el stalker también es asesino y trasciende el plano de lo digital. Sin llegar hasta esos extremos, muchas relaciones tóxicas actuales, se sostienen en base a controles que muchas veces se dan a través de un celular. Hay personas que le revisan el Whatsapp a sus parejas, otras que controlan cada me gusta en Facebook –y un like puede llegar a ser detonante de un conflicto–. Al final del día, son todas formas distintas de violencia.

El acecho sobre otros existe desde tiempos inmemorables, pero ahora la tecnología lo posibilita y expone más. Para Balaguer, hay conductas como estas que con las nuevas tecnologías adquieren mayor fuerza. Y, amparadas en el anonimato, muchas personas adoptan este tipo de conductas y las exacerban.

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