El festejo en el vestuario

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La intoxicación temida y el hotel en la discoteca: la historia jamás contada de la "batalla de Casablanca", que le dio a Los Teros su primer Mundial

Jugadores que durmieron en un pasillo, un VHS que no llegó a destino y el fax que liberó a Lemoine: anécdotas de la clasificación de Uruguay a su primer Mundial de Rugby, en 1999
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02 de mayo de 2023 a las 09:47

El juez le avisó al capitán Diego Ormaechea: “Felicitaciones, ya están en el Mundial”. Quedaba una jugada aún, pero la diferencia era ya indescontable. Uruguay perdía 18-21 ante Marruecos en Casablanca, pero como en la ida había ganado 18-3, esos 12 puntos de diferencia global que le había sacado a los africanos era suficiente para saber que Los Teros clasificarían por primera vez a una copa del mundo de rugby, la de Gales 1999.

Lo que no había podido ser en 1993, cuando la hazaña de ganarle a Los Pumas argentinos había estado a 10 minutos de concretarse, se lograba ese 1º de mayo de 1999 a miles de kilómetros, en una tierra especialmente hostil. Es que hasta allí Marruecos había sido una fuerza creciente en el rugby mundial, consecuencia lógica de su condición de colonia francesa y de los cientos de jugadores franceses con sangre marroquí. Y por eso la clasificación era un asunto de Estado: hasta el primer ministro estaba en la cancha ese día, y el entrenador del equipo era Daniel Dubrocá, un ex jugador de la selección de Francia.

Fue una semana especialmente tensa, con más clima de fútbol, de Copa Libertadores, que de rugby. A tal punto que el plantel uruguayo decidió hacer una preparación de cuatro días en Madrid, y recién cruzar a Casablanca el jueves, 48 horas antes del partido, para evitar cualquier sorpresa. El único que llegó antes fue el vicepresidente de la Unión de Rugby del Uruguay. Atilio Rienzi, que se adelantó para hacer una especie de reconocimiento de terreno. 

El partido en Casablanca fue caliente; Martín Mendaro intenta un tackle

Su principal preocupación era la comida: que el local no jugara ninguna carta inesperada. Médico de profesión, temía por una intoxicación, y había argumentos, al menos, para ser cauto. Cuatro años antes, en la final del Mundial Sudáfrica 1999, varios jugadores de Nueva Zelanda sufrieron intoxicaciones por comida previo a la gran final, que terminaron ganando los Springboks. Si eso pasaba a la vista de todo el mundo, ¿qué podía esperarse en un partido perdido en África, entre dos países que nunca habían jugado un Mundial y que no podían interesarle menos a la Internacional Rugby Board? ¿Y encima en un partido que ni siquiera iba por televisión?

El VHS que quedó en un cajón

Habían sido días intensos, acorde a lo que estaba en juego. Habían empezado en cancha de Carrasco Polo, dos semanas antes, con ese 18-3 que dejaba las cosas bien encaminadas para Los Teros. El entrenador francés de Marruecos Dubrocá (un hooker con buena historia en el el seleccionado galo), le pidió a su par uruguayo Daniel Herrera, durante el tercer tiempo, el video del partido. En esa época, la grabación del encuentro era un bien preciado: el partido no era transmitido en vivo a Marruecos, por lo que dependía de la buena voluntad uruguaya mandar el video, y que así los africanos tuvieran una invaluable herramienta de análisis y corrección de errores.

Daniel Herrera habló con Andrés Betingo Sanguinetti, presidente de la Unión de Rugby del Uruguay, que por entonces tenía sus oficinas en la calle Bulevar Artigas. También estaba Verónica, la secretaria administrativa de la Unión.

“Betingo, hay que conseguirles el partido. Quiero bajar la tensión pensando en la revancha. Terminó muy caldeado todo”, dijo Herrera

“No te preocupes Daniel. Verónica, encargate de mandarlo por courrier”, le dijo Sanguinetti.

Herrera se fue, y acto seguido, Betingo le dijo a Verónica: “Ni se te ocurra mandarlo. Ese video se queda en el cajón”.

Herrera se olvidó del tema hasta llegar a Casablanca. En el primer entrenamiento uruguayo en la cancha del partido, se cruzaron con los marroquíes que estaban finalizando su movimiento. Cruzó toda la cancha a saludar a Dubrocá. Pero se encontró con un colega enfurecido.

“Me mentiste, nunca me legó el video”, le dijo.

Sanguinetti recién le contó la verdad a Herrera en el ómnibus de vuelta al hotel, ya con la clasificación en el bolsillo. A esa altura, ya importaba poco, porque Los Teros jugarían su primer mundial de la historia.

Diego Ormaechea festeja la clasificación

Durmiendo en el pasillo

Claro que los marroquíes tenían herramientas para responder. Y lo hicieron eligiendo un hotel ubicado arriba de una discoteca. Los uruguayos llegaron el jueves, pero recién el viernes abrió el boliche y se dieron cuenta de la dimensión del problema: ubicados en los pisos inferiores, era como estar adentro de la disco. En la noche previa a jugarse la clasificación al mundial, varios jugadores terminaron durmiendo en los pasillos.

Lemoine y el fax

Sanguinetti ya habia tenido otros problemas en la semana. Es que, un par de días antes de viajar a Madrid, lo llamó Pablo Lemoine, quien en esos días era el único rugbista uruguayo profesional, jugando en Bristol de Inglaterra.

“Betingo, los ingleses dicen que no me liberan”, le dijo del otro lado del teléfono. 

Sanguinetti estaba yendo al centro de Montevideo cuando recibió la llamada. Frenó y dio media vuelta para enfilar hacia Carrasco a hablar con la agencia de viajes que organizaba los traslados de Los Teros, para que adelantara su pasaje y en lugar de viajar a París lo hiciera a Dublín. A las cuatro horas estaba enfilando a la capital irlandesa, a reclamarle a la International Rugby Board que cediera al jugador más importante que tenían los uruguayos en el partido más importante que el rugby uruguayo tenía en toda su historia.

Llegó al hotel y mandó un fax, ya que la sede de la FIFA del rugby estaba cerrada. Y no tuvo más noticias hasta el lunes, cuando lo volvió a llamar Lemoine: “Betingo, dicen que me liberan hoy”.

El partido fue tenso, duro, disputado al límite y un poco más allá. En un momento, la policía marroquí se quiso llevar preso a Herrera, con el pretexto de que estaba gritando mucho. Los dirigentes uruguayos hicieron un muro humano y lo impidieron. Un rato después, todos estaban festejando la clasificación al primer mundial de la historia. Eso sí: se tuvieron que quedar 45 minutos en la cancha, junto a los familiares, mientras la Policía desalojaba a los indignados marroquíes que, contra todo pronóstico, se habían quedado sin Mundial.

A las piñas con Los Pumas

Para Los Teros, la historia de las eliminatorias había empezado cuatro años antes, con la batalla del Parque Central. Los Teros se jugaban, en una final, la posibilidad de derrotar a Los Pumas y clasificar a Sudáfrica 1995. Los argentinos eran claros favoritos, al punto que habían definido el partido como un banco de pruebas antes del test match ante Sudáfrica, que llegaría pocos días después en gira por la región.

Herrera, por entonces colaborador del equipo, viajó el fin de semana anterior a ver un partido de preparación de Los Pumas. Se vino con algunas anotaciones, una de ellas clave: en cada ataque a partir de una formación fija los argentinos ensayaban una primera fase de juego con tres jugadores agrupados, que lo único que buscaba era tener una liberación rápida para después poder jugar con los tres cuartos.

Uruguay, advertido, esperó con un solo hombre esa primera puntada, lo que le daba una ventaja numérica clara cuando abría la pelota.

Así, con un Argentina dominado y desencajado, los uruguayos dominaron el partido, y llegaron a los últimos 15 minutos arriba en el score. Una de las sorpresas más grandes del rugby internacional estaba cerca de concretarse. Pero el partido se desnaturalizó luego de una gresca generalizada: el Puma Patricio Noriega (que terminaría su carrera jugando por Australia) pegó una piña en un ruck. Martín Mendaro salió a defender a su compañero uruguayo agredido. Piñas para un lado y para el otro, Mendaro y Noriega expulsados y Argentina que tomó el control del partido, para terminar ganando 19-10.

Unas semanas después Sudáfrica desarrollo llegó a Uruguay, y Los Teros le ganaron. Eso les valió una invitación a una gira por territorio sudafricano en 1994, quizás la más importante de la historia de Uruguay hasta ese momento.

Así se gestó la primera clasificación de Los Teros a una Copa del Mundo. Como diría Diego Ormaechea muchos años después, para la película Teros Sueño Mundial (2015): se los había planteado Atilio Rienzi en 1994, tras esa gira por Sudáfrica. “No decían ir al Mundial y era como ir a la Luna”.

Cinco años después, hace ahora 24 años, allí estaban Los Teros. Llegando a la Luna.

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