Es domingo de tarde y la aplicación no encuentra coches. Si los encontrara, el viaje saldría casi 50% más caro de lo que costaría subirse a un taxi para el mismo recorrido, porque hay alta demanda. Al mediodía siguiente de lunes, se invierte el orden y el segundo sale 20% más barato. Al cabo de tres horas, la diferencia se da vuelta, y el taxi vuelve a ser más económico. Veinte minutos después, la tarifa de la aplicación volvió a plancharse.
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