Su presencia impone respeto. Mide 2,03 y tiene una complexión ancha y un rictus serio. Cuenta su historia con naturalidad, como impulsado por la necesidad de liberar algo apretado en su corazón. Y deja en claro su orgullo, su fortaleza mental, su determinación. Esa con la que martilla cada noche de Liga Uruguaya debajo del tablero con la camiseta de Defensor Sporting.