El directorio del Tribunal de Cuentas de la República (TCR) estaba en sesión este miércoles cuando entró un tema que pedía tratarse en forma urgente: el Poder Ejecutivo había ingresado el día anterior la solicitud de la compra por US$ 120 millones para adquirir aproximadamente 3,7 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus, y su autorización no podía esperar.
Según informaron a El Observador fuentes del organismo, el departamento jurídico del Tribunal había realizado un informe que respaldaba la actuación del gobierno y la cifra arribada, por lo que no iban a haber mayores obstáculos. Este viernes conocieron que se trataba de las vacunas de Pfizer-BioNTech y Sinovac.
El lunes, además, el ministro nacionalista Francisco Gallinal había estado en Torre Ejecutiva definiendo el mecanismo que se utilizaría para la aprobación, contaron las fuentes, para que el proceso fuera lo más rápido posible.
El directorio aprobó entonces por unanimidad el gasto, que Lacalle Pou definió como una inversión, y que resumió así las actuaciones confidenciales que se resolvieron entre el martes y miércoles de esta semana: "Nosotros mandamos con anticipación al TCR, que fue aprobado por unanimidad esta semana un gasto en el entorno de US$ 120 millones. Me desdigo: una inversión, no un gasto, en el entorno de US$ 120 millones". Agregó luego, sin entrar en detalles, que se trata de contratos en los que el gobierno asumió la responsabilidad de hacerse cargo en el caso de que se registren efectos adversos en algunas personas.
"El gobierno uruguayo, amparado en la ley, firmó dos contratos de distinta índole que obviamente, sin entrar en el contenido, tiene cláusulas que hacen a la velocidad con la cual se aprobaron estas vacunas", dijo y agregó: "Los que saben más dicen que demoran cinco años en producirse y salir al mercado y acá estamos hablando de cinco meses... La opción era tomar esas vacunas o no y en esa toma de vacunas asumimos algunas responsabilidades".
Pero ese horizonte es lejano y, en los hechos, las vacunas que llegarán en marzo –aunque Lacalle Pou dijo que no descarta que puedan llegar a fines de febrero– tienen el aval del grupo ad hoc de la Comisión Nacional Asesora de Vacunación del Ministerio de Salud Pública (MSP), y del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), que aseguran que la posibilidad de efectos no deseadas se mantienen en una porción marginal.
El coordinador general del GACH, Rafael Radi, tiene opiniones favorables respecto de ambas. Sobre las de Pfizer-BioNTech, dijo este sábado a El Observador que la consideraba "muy apropiada para lo que es la primera fase del plan, sobre todo para blindar al personal de la salud y las poblaciones vulnerables por su alta eficacia".
Y sobre la Sinovac, el científico afirmó que se trata de "una vacuna que está hecha en una plataforma muy segura, porque ha sido probada a lo largo de muchos años". "Es cierto que Sinovac tiene una eficacia menor, pero la seguridad en principio es muy alta. Y a nivel poblacional, cuando se dan muchas vacunas, aunque la eficacia sea un poco menor, la transmisión comunitaria se corta. Da la sensación que es una buena combinación", opinó Radi.
Fuentes del GACH señalaron a El Observador que las opiniones de Radi conforman una "visión compartida" dentro del ámbito, integrado por 55 científicos.
Sin embargo, hay una diferencia. Las vacunas de Pfizer y BioNTech cuentan con la aprobación final de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras que las de Sinovac no, pese a que Radi dijo que "cuenta con la aprobación de la agencia brasileña, que es muy seria". "Y además nos enviaron información en las últimas horas", sostuvo.
Las vacunas de Pfizer-BioNTech necesitan de dos dosis –separadas por unas tres semanas– para generar la eficacia buscada, que se proyecta en el entorno del 90%. Utilizan una tecnología de ARN mensajero: su función es ordenarles a las células del cuerpo cómo crear una proteína para generar los anticuerpos al virus. Para su provisión, se necesita una logística más compleja respecto al caso de otras vacunas –como las de Sinovac–, ya que requiere un almacenamiento a 70 grados centígrados bajo cero.
Las vacunas de Sinovac exigen el suministro de dos dosis separadas por unas semanas, y utilizan el método más tradicional, que es la inyección en la persona de un virus inactivado. Es decir: partículas virales muertas para exponer al sistema inmunológico sin riesgo de infección. Un estudio del Instituto Butantan, de Brasil, señaló que la eficacia global era superior al 50%, aunque en una primera instancia había informado que era del 90%. En cuanto a la logística, es más sencilla que las de Pfizer-BioNTech: debe almacenarse a una temperatura de entre 2 y 8 grados centígrados.
El presidente adjetivó a ambas de esta manera: "Tienen características distintas. La Sinovac es de la forma en la que estamos más acostumbrados y seguramente sea la que tenga menos efectos posteriores negativos. La de Pfizer ya han informado y hablado sobre la efectividad. Todas son buenas vacunas, recomendadas y aprobadas".
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