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Así sorprendió Álvaro Gutiérrez a Peñarol en el clásico

A partir de las dificultades que Peñarol arrastraba con su fútbol, le dio la cancha y lo condicionó por la inoperancia ofensiva; el resultado del primer tiempo: una fiesta tricolor
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01 de septiembre de 2019 a las 16:24

La imagen que devolvió la conformación del equipo al hincha de Nacional no alentaba a un primer tiempo con dos goles y otras tres situaciones que pudieron establecer un resultado histórico.

Sin embargo, lo que no sospechaban era que Álvaro Gutiérrez sabía las carencias que arrastraba Peñarol y que Referí planteó esta semana: desde el 20 de abril, en 18 partidos, solo ganó cinco.

Esos números decían de Peñarol. De sus carencias. Del fútbol de del equipo de Diego López y de sus resultados. De la crisis. De la caída en picada. Y Gutiérrez se aprovechó de eso.

En el medio colocó tres volantes de marca, Rafa García de volante tapón, Gabriel Neves por derecha y Felipe Carballo por izquierda, que con vocación defensiva pero una presión alta sobre el  jugador que tenía la pelota incomodó la salida de Peñarol. Además, cuando Nacional tuvo que plantarse en su cancha no se ruborizó cuando tuvo que colocar a los 11 jugadores en su propio campo. ¿Por qué? Porque siempre sobró un jugador de Nacional para el 2-1 contra el rival que tuviera el balón cerca del área de Rochet y sin espacios por las bandas, y dejó a Peñarol en el lugar más incómodo: tener que resolver con la pelota, sin espacios.

Peñarol se metió en ese embudo del que no pudo salir. No sorprendió con Giovanni González, que volvió a su vieja posición de volante, ni con Canobbio.

Nacional no se desesperó. Esperó su momento. Ese que sabía Gutiérrez que podía llegar por un error del rival y, con la cuota de suerte, esta vez la lesión de Gonzalo Bergessio que le terminó de aportar el plus que necesitaba en ofensiva con el ingreso de Mathías Vecino, quien participó del primer gol de Gonzalo Castro.

Con el 1-0 a los 23’ y 2-0 a los 34’, la imagen de Peñarol destrozado futbolística y anímicamente, porque cayó en la trampa de no saber qué hacer con la pelota, le dejó a Guti la mejor sensación de boca desde que en marzo volvió a Nacional. Porque torció el partido como menos le gusta al hincha, defendiendo, pero que más disfruta, dejando sin respuestas al rival.

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