Ante el riesgo de escasez de fertilizantes y de aumento de sus precios tras las sanciones contra Rusia, el sector agrícola brasileño empieza a recurrir a soluciones alternativas naturales para reducir sus costos de producción y garantizar sus cosechas.
Potencia agrícola, el gigante sudamericano es el cuarto consumidor mundial de fertilizantes químicos NPK –con base en nitrógeno, fósforo y potasio– utilizados para preparar los campos de soja, maíz, algodón, caña de azúcar y café.
Brasil importa alrededor del 80% de estos insumos, y casi una cuarta parte de estas compras proviene de Rusia, su principal proveedor.
Mientras el gobierno brasileño negocia con otros proveedores extranjeros, principalmente Canadá, Jordania, Egipto y Marruecos, y busca reactivar la producción nacional de fertilizantes, los agricultores empiezan a interesarse en los llamados productos “emergentes”. Entre ellos se encuentran los remineralizadores naturales obtenidos a partir de rocas ricas en nutrientes, pulverizadas y luego aplicadas a los campos antes de la siembra.
Si bien otros países como Francia, Estados Unidos, Canadá, India y Australia también miran hacia esta alternativa, Brasil va más adelantado en este sentido.
“Brasil es un país tropical y las lluvias se llevan los nutrientes del suelo. El polvo de roca permite una renovación de su ecosistema y una mejora en su desempeño”, explicó Marcio Rémedio, director de geología y recursos minerales del Servicio Geológico de Brasil, vinculado al Ministerio de Minas y Energía.
Según un estudio realizado el año pasado, los remineralizadores se utilizan en casi el 5% de la superficie agrícola brasileña. Para fin de año, esa cifra será mucho más significativa puesto que la demanda de los 30 proveedores brasileños reconocidos se disparó a un nivel sin precedentes.
“La mayoría ya vendió toda su producción anual, tanto a fincas grandes y medianas como a pequeñas, sobre todo agroecológicas”, indica la investigadora.
Fundador del Grupo Asociado para la Agricultura Sostenible (GAAS), que reúne a más de 700 agricultores, investigadores y consultores, el productor de soja y maíz Rogério Vian comenzó utilizando productos elaborados con microorganismos extraídos de la selva nativa, rociados en el periodo de la siembra. Estos sirven para controlar plagas y ayudar a las plantas a asimilar los nutrientes del suelo.
Desde hace nueve años, Vian prepara sus propios insumos orgánicos y los combina con remineralizadores, en su finca en el estado de Goiás (centro-oeste).
Ahora, en sus 1.000 hectáreas, ya casi no utiliza fertilizantes químicos e incluso ninguno para el cultivo de soja.
“Reduje mis costos de fertilización y tratamiento de semillas en un 50%, manteniendo una buena productividad”, dice. “Gracias a su gran biodiversidad, Brasil tiene un enorme potencial en términos de herramientas y formas de trabajar que aún desconocemos”.
AFP
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