El cierre de la fecha FIFA de marzo dejó un saldo positivo para la selección uruguaya, con el empate ante Japón y el triunfo 2-1 frente a Corea del Sur, incluido el estreno de cinco jugadores en el combinado absoluto y, sobre todo, la confirmación que gestionó tan mal a Diego Alonso a Uruguay en el Mundial Qatar 2022 y despilfarró una oportunidad histórica para que la generación histórica tuviera un buen cierre, que duele recordar lo que ocurrió hace cuatro meses.
Con poquito, porque faltaron titulares por lesiones y suspensión, el interinato de Marcelo Broli reafirmó las fallas inexplicables de Alonso.
Fallas que, casi cuatro meses después, nunca salió a comentar públicamente como para poder entender qué fue lo que quiso hacer y si realmente entiende que se equivocó o no.
La actuación de Sebastián Coates y la gestión de Federico Valverde en una posición en la que tiene una función desequilibrante, hacen difícil a Diego Alonso explicar por qué jugó Godín y qué quiso hacer con el futbolista de Real Madrid en el Mundial, en Qatar.
También es importante ser bien preciso que este partido de Uruguay ante Corea del Sur estuvo muy lejos de devolver tranquilidad futbolística a la selección, porque pasó apuros todo el partido. Tiene atenuantes. Es propio de un equipo con un técnico que no tuvo tiempo de trabajo y con jugadores que empiezan a descubrir el funcionamiento con sus compañeros, algo que no ocurrió con Alonso que preparó durante 2022 al plantel mundialista.
Sin entrenamientos y más a intuición y conocimiento puro, que a trabajo, Broli mostró señales que son concluyentes, en la defensa y en el lugar que debe tener Valverde en este equipo.
La libertad que tiene Valverde para jugar a las espaldas del 9, en la función que lo utilizó Broli en los dos partidos, le dan lugar para la creación libre y para mover los hilos del equipos.
Alcanza con imaginar a Bentancur insertado en ese mediocampo, con una estructura similar a la que mostró en Tokio y Seúl, para imaginar lo mejor y dar rienda suelta a los sueños futbolísticos de un equipo que no tiene techo, porque está en un proceso de crecimiento con jugadores que siguen subiendo en la elite. Y si tuvo en Qatar 2022 fue por las decisiones del entrenador.
Uruguay está en presencia de una gran selección, que puede superar a la que se retiró en diciembre, pero necesita comenzar a dar señales fuertes, que tienen que estar respaldadas por estrategias consistentes del técnico, un buen plan de viaje, rendimientos individuales y respuestas anímicas en niveles máximos, y funcionamiento colectivo sin fallas. Además de la pizca de suerte de siempre. Algo así como lo que ocurrió en Sudáfrica 2010, pero en una versión moderna, con jugadores diferentes, pero con el mismo ADN y actitud de aquellos fenómenos que defendieron a Uruguay en el mundial africano.
Esta selección tiene todo, todo, para volver a establecerse en la elite de los mundiales como lo hizo con Tabárez. Porque están los que saben ejecutar el libreto. Ahora bien, solo falta que le den un buen plan para ir por grandes conquistas sabiendo que nada será fácil.
Los partidos en Asia dejaron certezas y asuntos para trabajar.
El arco es de Rochet. Parece un gigante en el área. Lo que transmite el golero de Nacional no lo aportó Mele este martes, aunque éste sigue completando el proceso que tarde o temprano, como lo planificó Tabárez, lo depositará en el arco de la selección.
Para el arranque de las Eliminatorias, con Araujo y Coates, Uruguay tiene resuelta la zaga. Bueno tuvo ante Corea del Sur un rendimiento similar al de Sebastián Cáceres en los amistosos de setiembre, previo al Mundial. Necesitan subir un escalón más para asegurar la titularidad en la selección.
El lateral izquierdo es de Olivera. Es el mejor de todos.
El problema a resolver está en el lateral derecho.
Para el mediocampo, el entrenador que lleve a Uruguay al Mundial 2026 tendrá toda la variedad que quiera. Tiene de todo. Ahora, el riesgo en la abundancia, es también elegir bien y hacer que esa calidad realmente brille por lo que vale. Malas decisiones, llevan a finales terribles. Ya pasó en Qatar 2022.
Esta doble fecha FIFA también confirmó que el ataque es de Darwin Núñez, y que Uruguay necesita encontrar a otro goleador, que no parece ser Maxi Gómez.
Se terminó la prueba de Broli. En mayo seguramente llegará la del nuevo entrenador, la del que conducirá a Uruguay a pelear por el Mundial 2026.
Ahora empezó el momento más importante y decisivo de Uruguay en muchísimos años, después de la gestión histórica de Tabárez y el fracaso de Diego Alonso.
Es el más difícil porque Uruguay no tiene a otro Tabárez que pueda encabezar el proyecto para uno o dos mundiales. Y tampoco tiene dinero para traer a Marcelo Gallardo o Marcelo Bielsa para encargarle la que se puede transformar en mejor generación que la anterior, que hizo historia, si definitivamente el entrenador puede sacarle el máximo rendimiento.
Una buena decisión del presidente de la AUF es impostergable para que la selección termine en cuatro años donde debe estar, en la elite del Mundial. Y en la definición de Ignacio Alonso está el éxito de todo un país.
Posiblemente hoy no tomemos dimensión de la importancia que tiene lo que ocurrirá el próximo mes, pero no existen dudas que será todo la decisión del entrenador, y el presidente de la AUF no puede fallar en esto, porque ya le fallaron en Qatar 2022.