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Cáceres y su vida a un toque: de la escuela de Liverpool al primer mundo de América

La carrera del zaguero está marcada por el sacrificio, el sufrimiento y una cuota de suerte: desde 2016 vivió en una montaña rusa que por estos días lo premia con la selección preolímpica y el pase a México
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25 de enero de 2020 a las 05:00

Incorporó los hábitos de futbolista profesional a sus 16 años, cuando dos lesiones lo dejaron prácticamente sin jugar durante todo 2016. Volvió fortalecido mentalmente, y en 2017 debutó en Primera división. En 2018 se perdió la pretemporada por varicela, y fue elegido en el equipo ideal de Fútbolx100, la encuesta que anualmente organiza Referí. En agosto de 2019, lo vino a buscar América de México, ofreció US$ 3.000.000 por el 80% de su ficha y eligió quedarse para salir campeón del Intermedio con Liverpool. En diciembre 2019, a mitad de camino de los 20 a 21 años se compró su primer auto, cuando lo habitual es que la primera adquisición para un jugador de cierta relevancia y que juega en primera y en selecciones sea pensar en el vehículo propio al cumplir la mayoría de edad. En enero 2020, se concretó su pase a México y se despidió de su club con un emotivo video, como no se había visto entre sus pares, con un largo mensaje de agradecimiento al club que lo formó y que le enseñó de fútbol para llegar a competir a nivel internacional.

La vida deportiva de Sebastián Cáceres va del blanco al negro sin términos medios, a pesar de haber recorrido sus años de formación en el fútbol lejos de las estridencias de los clubes grandes, y cobijado por un Liverpool que con su fábrica de formación de jugadores incorporó un estilo diferente para moldear futbolistas.

Oriundo de Nuevo París, jugó al baby fútbol en Asociación Deportiva Juvenil, en sus primeros dos años, y Estrella Federal. Sus condiciones como volante promovieron la invitación de Defensor Sporting. Allá fue a la escuelita violeta, pero como no lo fichaban, unas semanas después y una llamada de un profe que lo conocía y que trabajaba en Liverpool, terminó en Belvedere. El resto de la historia es conocida: llegó a los 12 como volante y se va a los 20 como zaguero de selección.

Debutó en Primera el 26 de agosto de 2017 contra Peñarol. Su destino está marcado para emociones fuertes. Ingresó por Adolfo Lima en los últimos 19 minutos y desde entonces, ocho días después de cumplir 18 años, se ganó un puesto en la defensa de Liverpool.

La visión de Demarco

“Cuando llegué a Liverpool me pusieron en el tercer equipo. El técnico era Diego Demarco, el actual entrenador de la sub 15, que decidió pasarme a la defensa. Luego un compañero se lesionó antes de comenzar el campeonato y quedé como titular. Aproveché la oportunidad”, dice.

La carrera de Cáceres es una mezcla de sacrificio y dedicación, con una dosis muy alta de sufrimiento, angustia y una buena pizca de suerte. Y en cada expresión esboza un agradecimiento. Empezó en 2012 como tercer defensa y poco después era el primero.

En Sexta división fue campeón con William Lemus. “En todo este tiempo me enseñaron y aprendí mucho. La responsabilidad, la importancia del día a día, el descanso, la alimentación, tener controlado el peso. Todo eso que hace a un jugador profesional y que creía que no era importante, cuando era chico. Luego me di cuenta que influye mucho en el rendimiento”, dijo.

También muestra su costado humano. “El compañerismo es clave. La gente puede pensar que lo que se necesita son individualidades, y te puedo asegurar que si no hay química en el equipo no se da el funcionamiento. Un equipo fuerte, unido, tiene más oportunidad que uno con mejores jugadores”, subraya.

Cáceres tiene cabeza de jugador profesional desde los 16 años, cuando jugaba en Quinta.

De esguince a ligamento roto

Aquello de sufrimiento, sacrificio y suerte se mezclaban una vez más. “Me rompí el menisco y tuve que empezar a entrenar más porque sentía que era la única forma de asegurar mi rodilla. Hice todo lo que me indicaron y después adquirí el hábito de cuidarme en la alimentación y entrenar mejor”.

¿Qué pasó en aquel 2016? Primero se desgarró cuádriceps. Se recuperó. Jugó cuatro partidos y rompió menisco. Después de unas placas, el diagnóstico original fue esguince de rodilla, y lo mantuvieron en sanidad recuperando una lesión que no correspondía a lo que había sufrido. Pasaba el tiempo y no podía caminar con normalidad. Allá fue otra vez a examinar la rodilla. Le hicieron una resonancia y comprobaron la rotura. Lo operaron y la recuperación demandó dos meses. “Al demorar la operación perdí músculo y costó mucho más volver”, recuerda.

En 2016 jugó recién los últimos tres meses. Al año siguiente subió a Cuarta. Lo preseleccionaron para la sub 18 de Uruguay de Alejandro Garay, que en junio viajó a Argentina y al regreso desembarcó en Primera con 17 años.

Su primera incursión en el Complejo de la AUF fue en una sub 15 con Garay, pero no quedó, aunque le sirvió para familiarizarse con lo que vendría, la sub 18, la sub 20 (Sudamericano y Mundial) y la panamericana (Lima 2019) y la preolímpica (Colombia 2020).

Su carrera deportiva en el fútbol profesional tuvo un quiebre con la llegada del técnico Paulo Pezzolano al primer equipo en 2017. Con la propuesta de salir jugando, esa que perfeccionó desde los 12 años cuando lo pusieron por primera vez de zaguero, se sintió cómodo y se metió en la oncena. Cuando estaba afianzado e iba a realizar su primera pretemporada en 2018, la varicela lo sacó de la cancha.

El pase a México

Su talento trascendió fronteras y en la semana previa a la definición del Intermedio, ante River Plate, llegó América por su ficha. El jueves cerraba el período de pases en México y el domingo se jugaba la final en el Franzini. El martes le habló el representante sobre la posibilidad del pase a América. Le puso los números sobre la mesa pero no se dejó tentar. “No me dejé llevar por eso sino por la posibilidad de salir a otro mercado. Lo que uno quiere es llegar al mejor nivel, y el mejor nivel está en Europa. Estoy enfocado en llegar a esos mercados. Le dije que si me tocaba quedarme iba a seguir mejorando, que iba a tratar de prepararme para cuando volvieran. Me quedé convencido que era lo mejor. Quería la final. Antes de jugarla no me iba a ir. Quería ser campeón con Liverpool, quería jugar ese partido para el club que me formó”.

Fue campeón, y en enero América llegó para llevárselo definitivamente. Mientras el fútbol avanza en su vida, sigue estudiando. En 2019 aprobó un examen de Filosofía, y en 2020 terminará las tres materias de sexto que tiene pendiente. “Hay un sistema para uruguayos por el mundo que te permiten estudiar a distancia y dar el examen en Uruguay”, explica. “Quiero terminar liceo para hacer la carrera de entrenador o de preparador físico”.

Estudió inglés en un convenio que Liverpool tenía con un instituto y se perfeccionó como futbolista. “En Liverpool nos formaron para ganar. Cuando en todas las categorías peleás los campeonatos, el jugador se acostumbra a ganar”, explica.

Su emotiva despedida de Liverpool

El pasado 16 de enero se despidió con un video en el que dedicó un emotivo mensaje a los hinchas, de agradecimiento.

“Cuando supe que mi carrera iba a continuar en otro país viene hacia el centro de la cancha y tomé un pedacito de este suelo que tantas cosas me dio”, empieza relatando mientras se agacha, arranca un trozo de césped y la imagen se congela en ese gesto.

“Esa fue una idea de mi representante (Federico Rodríguez). Sabe que me siento identificado con el club. Fue así que con los de Social Sport, quienes manejan mis redes sociales, ante la posibilidad de que pudiera irme a América, hicimos un video. Fue emocionante”, explica. Aunque grabar el video le generó un conflicto: “Me daba vergüenza. No es común grabar, y no me gusta, porque era como actuar, pero después que me puse la camiseta, entré en el ambiente de la cancha, me solté y salió naturalmente. Cuando vi lo que hicieron con las imágenes que grabaron, se me erizó la piel”, confiesa.

Su despedida de Liverpool, un club que no es popular, tuvo 87.500 reproducciones y su posteo 5.000 retuit y Me Gusta. Los comentarios cayeron unos atrás de otro, con la emoción de los hinchas negriazules y la satisfacción y esperanza de los de América que lo recibirán como refuerzo después del Preolímpico de Colombia.

“Era un agradecimiento que le debía a Liverpool, porque te ponés a pensar todos los partidos que jugamos ahí, las veces que salimos contentos con los triunfos. Las que te tocó irte de otra forma por la derrota”, explica.

Por estos días, Cáceres busca la clasificación con Uruguay a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En Liverpool saben que un hijo de Belvedere levantó vuelo, y en la selección, que hay un zaguero que espera la próxima renovación.

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