En el sector lácteo nacional, con base en el uso de capacidad instalada ociosa, es posible un aumento del 30% en la producción de leche y su consecuente industrialización y comercialización, lo que generaría 8.500 empleos directos e indirectos, con un impacto de US$ 1.300 millones, lo que representa el 2,6% del PBI.
Ese dato integra un conjunto de informaciones obtenidas por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), que realizó un estudio a pedido de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF), en cuya sede este lunes el economista Ignacio Munyo expuso el trabajo titulado "El sector lácteo como motor del desarrollo económico y social del Uruguay".
Da comienzo en el salón de eventos de la sociedad, la presentación del informe especial “El Sector Lácteo como motor del desarrollo económico y social del Uruguay” a cargo del economista @IgnacioMunyo @CERES_UY pic.twitter.com/AAwBpQet4T
— SPLF (@_splf) November 8, 2021
De acuerdo con el documento, Uruguay produce 16,6 litros de leche por vaca por día, y en caso de converger al nivel de Argentina (21,4 litros por vaca por día) habría un aumento del 29% de la producción: “Los datos vinculados a la industria muestran que se utiliza un 70% de la capacidad instalada, por lo que es razonable suponer que se podría aumentar la producción en 30%”, explica la investigación.
“La perspectiva de firmar un TLC con China sería de enorme beneficio para el sector, pero tampoco es conveniente depender únicamente de China para comprar nuestros productos”, describe el documento, dado que “China está aumentando notoriamente su producción para abastecer su demanda interna y probablemente compre menos lácteos de afuera en el futuro”.
Una de las preocupaciones que releva el documento es el alto endeudamiento del sector, que en los tambos “pasó de US$ 71 millones a US$ 333 millones”, y en “la industria lechera pasó de US$ 74 millones a US$ 223 millones” desde 2010 hasta setiembre de 2017.
“Los productores afirman que los créditos que reciben son de muy corto plazo, y no se ajustan al flujo de fondos de los proyectos. Además, casi la totalidad de los créditos (97%) están indexados en dólares, y los ingresos de los productores son en pesos”, puntualiza Ceres.
Otro desafío del sector es la inversión en tecnología para mejorar la productividad, sin embargo “la reconversión de capital humano no es inmediata: hay un costo asociado a aprender a usar las nuevas tecnologías, y algunas de ellas pueden dejar a algunos trabajadores obsoletos”. Esta cuestión se extiende a lo largo de toda la cadena, que incluye “el acceso a personal calificado en el interior, la capacitación de los mandos medios, y la reconversión de la mano de obra tras la inclusión de alta tecnología”.
“El sector lácteo es uno de gran trayectoria e importancia en nuestro país. Las condiciones climáticas ayudan y, junto con los bajos costos de la tierra y mano de obra, hacen al país muy competitivo internacionalmente. Pero no se puede depender de estos factores por siempre. A medida que el mundo se globalice estas ventajas van a ir desapareciendo, y habrá que apostar por productividad”, concluye Ceres.
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