Nacional > CIENCIA AMENAZADA

Científicos uruguayos juegan en las grandes ligas y ganan $20.000

Cada año de la Facultad de Ciencias egresan 120 científicos, que al ingresar al mercado laboral se encuentran con la inestabilidad de un sistema que falta aceitar
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26 de mayo de 2015 a las 13:38
La enfermedad de Parkinson afecta a cinco millones de personas en todo el mundo. Científicamente se sabe que la nicotina previene la enfermedad, sin embargo, sus efectos secundarios nocivos obligan a no recomendar su uso. Hallar una solución para sortear este problema a partir de la bioinformática fue el proyecto de investigación en el que se embarcó un científico uruguayo del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (Iibcce) y logró resolverlo. Tras años de estudio, descubrió un grupo de moléculas análogas a la nicotina, que tienen las mismas propiedades benéficas pero no nocivas y, por lo tanto, pueden ayudar a prevenir el Parkinson.

Este descubrimiento se estudia ahora en Alemania con el objetivo de elaborar un fármaco. Su aporte a la humanidad puede ser inmenso. Al momento del hallazgo, el científico responsable ganaba en el Iibce unos $ 19.116 nominales aproximadamente.


Cienntíficos uruguayos laboratorio
Marcela Martínez y Daniel Arredondo, estudiantes de Ciencias en el Clemente Estable
Marcela Martínez y Daniel Arredondo, estudiantes de Ciencias en el Clemente Estable

Esta es parte de la realidad que golpea hoy a los jóvenes científicos uruguayos. A los bajos sueldos hay que sumarles la inestabilidad laboral del sector y las pocas perspectivas de futuro que se les ofrece a nivel nacional. Y eso que en la puerta de entrada del Iibce, un cartel que parafrasea un pensamiento del conocido biólogo Clemente Estable advierte sobre el peligro que corre un país cuando se queda sin ciencia: "El país que no investiga se entrega a la esclavitud y a la miseria".

La ciencia como prioridad

Desde hace cinco años de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) egresan entre 120 y 130 científicos de diversas orientaciones. Por cada uno de ellos, el Estado invierte por mes, durante los cuatro años que duran este tipo de carreras, aproximadamente $ 11.415, según un estudio de la Dirección General de Planeamiento de la Udelar correspondiente a 2013. Sin embargo, a la hora de retenerlos las políticas nacionales no son eficaces y el Estado termina perdiendo. "Formar un científico no es barato aquí ni en ninguna parte del mundo. Entonces, con lo que nos cuesta formar a cada uno de estos jóvenes, el Estado tiene que hacer inversión en retenerlos. A mí me piden (científicos) de todos lados", dijo a El Observador el decano de la Facultad de Ciencias, Juan Cristina.

Según las cifras de la facultad, 20% de sus egresados de carreras de grado emigraron y se encuentran investigando en otros países.

"El Estado invierte en nosotros, pero si luego no usa a los científicos, va a haber otro Estado, que no hizo la inversión, que sí va a usarlos", señaló Cristina, quien aseguró que su mayor desafío es dejarle al país los mejores científicos para el siglo XXI, llamado a ser el de la sociedad del conocimiento.

Cienntíficos uruguayos laboratorio
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Cristina dijo que Uruguay necesita establecer una política nacional al respecto, que le dé a la ciencia la institucionalidad que le corresponde. "Aquí, en Europa, en Estados Unidos, en Corea y en Japón, el papel del Estado en la política y en la financiación de la investigación es fundamental", afirmó.

Mientras los países desarrollados tienen 2% de la población económicamente activa dedicada a tareas de investigación y desarrollo, Uruguay "araña" en todo el Sistema Nacional de Investigación el uno por 1.000 (0,1%). Cristina fue enfático en señalar que de los egresados de la Facultad de Ciencias menos de 10% trabaja en empresas públicas y 4% lo hace en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).

"Esto revela una realidad que hay algo en la política nacional que hay que rever", ya que las empresas públicas deberían hacer más investigación, manifestó. Añadió que 17% está insertado en el sector privado y 55% investiga en la Udelar.


Egresar de la Facultad de Ciencias significa entrar en un período de inestabilidad laboral, ya que en el país no existen los suficientes cargos de investigador, ni se destina a esta actividad el dinero necesario.

La falta de investigación en las empresas públicas y en el sector privado lleva a que la mayoría de los científicos recién egresados de la facultad intenten ingresar a trabajar en la Udelar, en el Instituto Clemente Estable, en el Instituto Pasteur, en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) o en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU). Sin embargo, en la mayoría de ellos la estabilidad laboral no está asegurada, dado que los contratos suelen ser concursables y a término. La mayor estabilidad la encuentran en la Udelar, donde se genera 80% del conocimiento científico del país.

Los sueldos suelen ser bajos en la mayoría de las instituciones.

A todo esto se agrega la competencia que suponen los concursos para las becas de investigación, dinero con el que luego se financian los proyectos. Sin este monto, muchos científicos no pueden investigar. Actualmente, 50% de estas becas las otorga la Agencia Nacional de Investigación (ANII).

A esta situación se refirieron los jóvenes científicos del Iibce en una carta abierta a la ciudadanía, fechada el 28 de abril, la que además entregaron a la ministra de Educación, María Julia Muñoz, cuando hace un par de semanas visitó el instituto. El Iibce es una unidad ejecutora directamente dependiente de esta cartera.

Según la misiva, en el instituto trabajan 32 jóvenes grado 1 y 26 jóvenes grado 2, cuyos contratos de investigación se basan en cantidad de horas docentes o de investigación. En función de esto, el contrato de los grado 1 equivale a 20 horas semanales, por lo que perciben un sueldo nominal de $ 8.200 y el de los grado 2 se equipara a 30 horas semanales con un salario nominal de $ 19.116. "Esto equivale a una remuneración por hora de aproximadamente $ 100 y $ 160, respectivamente", dejando al Iibce "con pocas posibilidades de retener a los jóvenes".

Con el paso del tiempo los científicos terminan yéndose a otras instituciones, emigran o comienzan a dedicarse a otras actividades para sustentarse. En la carta los jóvenes afirman que 70% de los grado 1 tiene otra fuente de trabajo.


Natalia Martínez (31 años), una de las jóvenes científicas que suscribe la carta y que tiene en el instituto un cargo técnico, dijo aEl Observador que si la remuneración fuera acorde permitiría que los investigadores tuvieran solo un empleo y la productividad sería mayor. No obstante, reconoció que el problema no está solamente en el salario, sino también en la carga horaria. Con 20 o 30 horas semanales es difícil llevar a cabo una investigación. Por esta razón, la mayoría de los jóvenes termina trabajando cantidad de horas extras de forma honoraria.

Daniela Arredondo (32 años), otra científica grado 1, advirtió a El Observador que ya son varios compañeros los que han decidido aplicar la ciencia en otro rubro y les ha ido mejor. "Tenemos una compañera que se dedicó a la moda. Basó su colección en las neuronas espejos y ganó un concurso en Italia. Hay otro que se dedica a la pintura basada en cosas de laboratorio. Pero nada de esto es investigación", señaló.

Instituto Clemente Estable
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En la misiva que entregaron a Muñoz, los jóvenes piden "promover los proyectos de investigación y desarrollo, así como que los científicos que los lideran puedan ser más competitivos a nivel nacional e internacional". Solicitan una remuneración acorde a su formación, que equipare o sobrepase el salario de los investigadores de Udelar. Allí los científicos ganan apenas unos $ 1.000 más según los grados, pero tienen la posibilidad de extender la carga horaria y cobrar más. En el Iibce no hay presupuesto.

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