La ciencia sostiene que el sistema inmune está impactado positiva o negativamente por diversos hábitos como el ejercicio, la nutrición, el descanso, la postura, la respiración, las relaciones interpersonales, la autoimagen, el contacto con la naturaleza y el entorno, entre otros muchos factores.
El sistema inmune es parte del cuerpo-mente, es decir, está relacionado con los diversos sistemas, órganos y funciones. Lo que sucede en el cuerpo tiene repercusiones en la mente. Así como también, lo que sucede en la mente, impacta instantánea y directamente en el cuerpo.
Evidencias científicas afirman que tanto las emociones como los pensamientos, impactan en los diversos sistemas y funciones. Nuestros pensamientos generan emociones y la forma en que pensamos determina lo que sentimos. La gestión de emociones, pensamientos y hábitos, indiscutidamente se relacionan con el sistema inmunológico.
Parte de lo que implica la gestión de emociones es ponerle nombre a lo que sentimos, reconocer la propia emoción. A modo de ejemplo, si determinada situación nos frustra y no logramos reconocerlo, es probable que reaccionemos con alguna emoción para descargar (como puede ser la ira), lo que empeora la frustración. Durante el suceso el cuerpo segrega adrenalina y noradrenalina, se altera la conductancia de la piel, se altera la respiración, sube la presión arterial y la frecuencia cardíaca, así como diversas funciones y sustancias se desaceleran. Todo esto y mucho más sucede en forma instantánea y al unísono en el cuerpo-mente. Si logramos reconocer qué nos frustró, podríamos comprender, aprender y cambiar lo que sea necesario. Es decir aprender para involucrarnos en la solución en lugar de reaccionar impulsivamente. La diferencia para el organismo entre gestionar o no las emociones, es determinante para la salud física y mental.
Diversos son los estudios que afirman que las emociones positivas aportan salud, mientras que las no gestionadas, afectan el sistema inmunológico y cognitivo - emocional. Uno de los tantos estudios respecto a las emociones y el sistema inmune, se llevó a cabo en la Universidad de Pensilvania. A través de biomarcadores en sangre, los investigadores constataron que las emociones negativas activan la inflamación. ¿Qué sucede cuando la respuesta de inflamación se sostiene en el tiempo? El cuerpo-mente se altera, se desequilibra y aparecen patologías.
El estrés así como la angustia, la ira, la depresión, situaciones de duelo o catástrofes, conflictos constantes, entre otros, generan inflamación. ¿Por qué se inflama el cuerpo cuando nos angustiamos o estresamos? Porque el cuerpo ante cualquier malestar psicológico-emocional reacciona. ¿Cómo reacciona? Tal como lo hace ante cualquier patógeno: activando las defensas del organismo, es decir el sistema inmunológico.
¿Cuáles son las consecuencias para el cuerpo-mente? Enfermedades diversas, como pueden ser autoinmunes, cognitivo-emocionales, neurodegenerativas, obesidad, problemas cardíacos, en fin, un sinfín de desbalances en los diversos sistemas del cuerpo. La demanda por la prolongada activación del sistema inmune, sobrepasa el equilibrio y enfermamos.
Por esto, es que afirmamos con certeza que las emociones afectan el sistema inmunológico. Gestionar las emociones es indispensable para tener buena salud y bienestar. ¿Cómo gestionar las emociones? Son diversas las actividades que favorecen la gestión emocional: la relajación, la meditación, el aprendizaje de estrategias de afrontamiento, la terapia psicológica, así como procesos de desarrollo y crecimiento personal.
Las emociones gestionadas favorecen el autoconocimiento, el buen afrontamiento, el aprendizaje y los diversos sistemas del cuerpo-mente se benefician. El sistema inmune es uno de los sistemas que se ve directamente influenciado por las emociones.
Las emociones positivas benefician la salud y una buena salud, promueve emociones positivas.
¿Existen emociones negativas? Podríamos afirmar que las emociones son información valiosa que decodificándolas en forma correcta, contribuyen a nuestro bienestar. La clave está en lograr una buena gestión emocional, lo cual es condición necesaria pero no suficiente para estar saludables.
También es importante descansar, alimentarse adecuadamente, hacer ejercicio y cultivar experiencias y relaciones que tengan un impacto positivo.