El negocio de compraventa de inmuebles registró operaciones por al menos US$ 890 millones en los primeros seis meses del año. Este monto es una aproximación calculado por El Observador tomando como referencia la recaudación del Impuesto a las Transmisiones Patrimoniales (ITP) que gestiona la Dirección General Impositiva (DGI). El impuesto grava con una tasa de 2% al comprador y otro 2% al vendedor de inmuebles de usufructo.
Entre enero y junio, el ITP recaudó $ 1.460 millones, con una variación nominal interanual de 29,6%. Al tipo de cambio actual esa cantidad de pesos equivale a unos US$ 35,6 millones. Tomando en cuenta que el impuesto representa el 4% del valor de las operaciones inmobiliarias, se puede proyectar que los negocios totalizaron US$ 890 millones como piso. La cifra es mayor a la registrada en la primera mitad de 2021, que totalizó unos US$ 650 millones)
La cifra es solo una aproximación a los montos negociados en el área inmobiliaria –que son superiores–, porque la base de cálculo del impuesto es el valor catastral que suele ser menor a los precios de los acuerdos efectivos de compraventas.
El ITP tampoco alcanza a las unidades de Vivienda Promovida (VP – antes Vivienda de Interés Social), que están exoneradas en la primera venta, y que se comercializan a buen ritmo en el segmento de unidades nuevas, con demanda principalmente de inversores uruguayos y argentinos para destinar al mercado de alquileres.
Los últimos datos publicados por la Agencia Nacional de Vivienda mostraron que entre enero y abril hubo 686 declaraciones juradas de venta de vivienda promovida, 15% arriba de igual período de 2021.
La presidenta de la Cámara Inmobiliaria del Uruguay, Beatriz Carámbula, afirmó días atrás al semanario Crónicas que el sector está atravesando un año “muy bueno y dinámico” en venta de apartamentos, casas y campos. La pandemia ocasionó un cambio de perspectiva en las personas y ha surgido un “boom” con los “barrios privados” preferentemente en la ciudad de Canelones, porque se prefiere “un lugar despejado, tranquilo y que conecte con la naturaleza”, destacó a modo de ejemplo.
Por su parte, el director de la consultora inmobiliaria Moebius, Gonzalo Martínez Vargas, destacó que el mayor dinamismo de ventas observado tras la pandemia se ha mantenido. “Se vendió mucha cosa. Sobre todo en vivienda promovida lo que es mono ambiente y unidades de un dormitorio se está vendiendo todo. Hoy es difícil encontrar, por ejemplo, un apartamento de un dormitorio para ocupar ahora. No hay casi a la venta. En monoambientes pasa más o menos lo mismo”, dijo a El Observador.
“También hay mucha obra premiun. Y se han vendido campos, y terrenos chicos de 300 y 400 metros para desarrollar construcciones sobre todo en Maldonado. (…) En general se está vendiendo bien y se va a seguir, por algo hay un montón de obras. La mayoría de los constructores tienen dos o tres terrenos ya con proyectos arriba para lanzarlos en breve”, añadió.
Otro aspecto destacado pasa por la llegada de jugadores nuevos al mercado. Se trata de inversores chilenos que están comprando propiedades en Uruguay, e incluso algunos peruanos en menor medida.
“El chileno que estaba acostumbrado a una tranquilidad y estabilidad hoy no la tiene. Lo más cercano que hay es Uruguay, que aparte es el único país de la región que está tranquilo por todos lados. Y Estados Unidos ya no tiene las ventajas de antes, y con la inflación y con los impuestos ya no luce tan atractivo. La lejanía también incide”, afirmó Martínez Vargas.
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