Concretar los sueños

Corría el año 2004 cuando una persona con la que analizábamos la realidad agropecuaria semana a semana, me dijo: "Hay una persona que tenés que conocer". La frase fue tan tajante –y condimentada con algunos datos– sobre esa persona que al poco tiempo llegamos a Dolores y nos encontramos con Marcos Guigou en las oficinas de Agronegocios del Plata (ADP), una de las principales empresas agrícolas del país.

Primero conversamos largo y tendido en su escritorio, que recuerdo que tenía en una pared el mapa de Uruguay con muchas chinches clavadas, en especial en el litoral. Eran los puntos donde ADP hacía agricultura, que con los años se expandió a otras zonas. Me explicó que empezó trabajando en las 500 hectáreas de campo que poseía su padre Líder, haciendo agricultura ya con la inquietud de mejorar el negocio.

Cuando fue sumando a otros agricultores concretó la necesidad de planificar la siembra y la cosecha para ser más eficientes, al mismo tiempo que ponía la semilla del trabajo en red. Recuerdo una frase, casi textual: "Ya pasó el tiempo que la cosechadora llegaba y el cultivo no estaba pronto".

Así pudimos comprobar y apreciar con qué orgullo nos mostró la sala de videoconferencias, donde a los presentes se unían a los que estaban más distantes para debatir, evaluar y discutir entre todos los lineamientos a seguir. No había pérdida de tiempo en largos viajes ni excusas para no participar.

Su visión empresarial quedó patente en otro ejemplo, cuando nos contó con orgullo que en Dolores, con el uso de las nuevas tecnologías de la información, había jóvenes que estudiaban comercio exterior para estar mejor capacitados en el trabajo.

La entrada de su padre Líder al escritorio para avisarle que ya había recogido a sus hijos en el colegio fue el aviso de que habíamos consumido la mañana y había que ponerle punto final a la charla. Nos separamos para almorzar y yo quedé de ir hasta su casa a sacarle algunas fotos luego del almuerzo.

Saliendo por la ruta 21, a pocos kilómetros de Dolores y a mano izquierda, en la casa de Marcos Guigou vimos por primera vez los silos que se levantan a la entrada y aquel día había una gran cosechadora. Caminamos por el costado de la casa hasta la primera chacra plantada con soja, donde hicimos fotos en el cultivo mientras el dueño de casa jugaba con un perro Dálmata.

Cuando emprendimos el regreso nos dimos cuenta que había valido la pena el viaje y conocer a Marcos Guigou, como nos aconsejaron. En los siguientes 11 años, los lectores de El Observador Agropecuario han conocido lo que hace, su alianza con el argentino Gustavo Grobocopatel, las jornadas anuales de trigo en El Bravío. Han tenido el privilegio de leerlo. "Tú me querés convertir en periodista", me dijo una vez al invitarlo a escribir en estas páginas.
Guigou tiene el sueño de seguir viviendo en su tierra, con su familia, y acaba de redoblar su apuesta al adquirir –con socios uruguayos– la participación de la empresa argentina Los Grobo en ADP. Respondió así a una interrogante que se escuchó en los últimos años: ¿qué haremos cuando se vayan los argentinos que a comienzos de la década de 2000 vinieron a Uruguay a hacer agricultura y trajeroninversiones, la tecnología de la siembra directa y una nueva forma de trabajar, entre otras cosas?

Marcos Guigou contestó de la misma forma que podía responder 11 años atrás, pero tal vez más convencido por los años de práctica: por el deseo de concretar sus sueños, de seguir avanzando, de continuar capacitándose y trabajando en red. Convencido de la capacidad de su gente para agregar valor al agronegocio y generar más riqueza al país. Y seguir sumando adeptos para concretar los sueños.