Cuba se manifiesta y esta vez no está Fidel ni su afinado instinto de supervivencia política. No es que Castro haya deseado alguna vez modificar su férreo régimen para que los cubanos vivieran un poco mejor, pero fue lo suficientemente hábil para darse cuenta que las manifestaciones que comenzaron en 1994en el Malecón se podían convertir en un problemón inmanejable para la administración comunista. Por eso fue hasta allí en persona y anunció que cualquier cubano que quisiera abandonar la isla podría hacerlo. En los siguientes meses abrió los puertos y permitió que miles de balseros emigraran a Estados Unidos.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá