Mario Cassetta en la utilería de la IASA en la Escuela Naval<br>
Las canilleras de los jugadores buzones<br>
Los zapatos prontos para el partido del fin de semana<br>
El camarín de los jugadores buzones <br>
La utileria de Sud América<br>
Mario con su colaborador Julio Cabrera<br>

Fútbol > UN VIAJE AL CORAZÓN DEL FÚTBOL

De las locuras de Cacho Silveira a comer y dormir en un cuartel

Mario Cassetta recordó historias de utilería con un ídolo del club y de los años de malaria en la B durmiendo en cuarteles cuando iban al interior
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28 de agosto de 2017 a las 05:00
Cacho Silveira subió al auto y se fue a la cancha del club que lo vio nacer. Llovía mal. El Fossa estaba bajo agua. Todo inundado. El terreno de juego, los campos aledaños, hasta la utilería había sido desbordada por el agua. No tenía lugar donde desarrollar la práctica. El hombre llegó, miró todo. Los jugadores lo esperaban cambiados. Esperaban la decisión del entrenador.

El utilero del club, Mario Cassetta estaba ahí, paradito, esperando. De la decisión del técnico dependía cómo transcurriría su día de trabajo. "¿Y saben lo que hizo Cacho? Se paró frente a los jugadores y les saltó con una anécdota que había vivido en Sol de América de Paraguay: 'Muchachos, tranquilos... la cancha inundada, la utilería inundada, lo único que está sin agua es la barbacoa o sea que el entrenamiento de hoy es asado', le dijo al plantel. ¡Y nos mandamos un asado!, contó el equipier que lleva 14 años en el club y que convivió con Alcides "Cacho" Silveira.

"Las anécdotas más grandes las viví con él. Era un libro abierto. Me acuerdo un día, en un partido con Villa Española que estaba complicado y se me da por salir de la utilería a mirar. Y de repente lo veo al Cacho prendido del pescuezo del línea (risas)," dijo Cassetta a Referí.
Lo definió como "un señor".

"Recuerdo que cada vez que viajaba a Buenos Aires le traía un regalo a mi hijo. Lo quería como un nieto", rememoró.

El utilero de Sud América expresó que Cacho les contó la famosa anécdota que lo tuvo como protagonista cuando los buzones rompieron relaciones con Rampla.
Ambos equipos se fundaron en el mismo bar. Lo que generó una amistad. Cierta vez, Rampla se jugaba el descenso, necesitaba un punto y justo enfrentaba a los buzones en el parque Nelson. Las directivas habían acordado un pacto de no agresión. Sud América puso suplentes. Es más, llevó chiquilines de la Quinta División. Ahí estaba Silveira.

Partido 0 a 0 y en la hora, penal para los buzones. "La cancha era la caldera del diablo, imaginate, el Parque Nelson, última fecha. La gloria o el infierno. Yo corro y agarro la pelota y el Mono (Schubert) Gambetta, que era el técnico, me gritaba desde el costado de la cancha, '¡Vos no, vos no!' Y yo le dije, 'lo tiro y lo hago'. Y el Mono me gritaba: '¡Te voy a matar!' No le di bola, fui, la puse y la mandé para adentro. Movieron, dos toques, y terminó el partido. ¡Aquello no saben lo que era! '¡Ahí va, ahí va!', decían. Me querían matar", les contó Cacho. A raíz de aquel penal, los clubes rompieron relaciones durante 14 años.

Mario Cassetta llegó a Sud América a fines de 2002. "Tenía Octava y Novena en el baby fútbol de IASA y hacíamos captación. Al ver a los jugadores de la última categoría ya los arrimaba. Empecé como ayudante de Sergio Bustamante y un día hubo un inconveniente con el utilero y Julio Roldán, que era el tesorero y amigo, me pidió para darle una mano por un mes. Y acá estoy".

"Las viví todas en la B; de las buenas y de las malas", comentó el equipier del elenco naranjita.
"Llegamos a estar siete u ocho meses sin cobrar. Ahí, para vivir, la doña bancaba la casa. Pero dentro de todo no puedo decir nada del club. Está bien, capaz que no tenías tu sueldo entero, pero las necesidades siempre estaban cubiertas. Recuerdo de haber hecho cumpleaños de mis botijas y que el presidente me comprara todas las cosas con su tarjeta de crédito, hasta el regalo".

El Bomba cocinero

Y Mario pasa de un cuento al otro. "Después vino el Bomba Cáceres que se pasaba horas en el Fossa. Terminaba la práctica y se quedaba. El Bomba te decía: 'Vas a tu casa, tu mujer se va a quejar de que no se pagó la factura, que falta esto, lo otro, ¡quedate acá!'".

Fueron tiempos donde Domingo Cáceres "empezó a llevar garrafa, olla, todo para el Fossa. Y todos los días terminaba los entrenamientos y se ponía a cocinar para nosotros".

Casseta tampoco olvida al Flaco Vivaldo, el técnico argentino: "Siempre nos decía 'ustedes se cagan de la risa porque van a seguir, yo donde pierda el domingo me pegan una patada en el traste'. El Flaco era un personaje. Muy buena gente. Apenas vino nos quedábamos acá con los asados, los picados, los presentes. No lo valoro por eso, pero te das cuenta de los gestos que tenía".

La época de malaria

Sud América parece haber dejado atrás la época de malaria. Pero aquellos que la vivieron saben de lo que hablan, como Mario.

"La historia de vida que nos marcó fue la de Fede Gallegos, que lo teníamos desde el baby fútbol y el padre, a quien perdió, era un tipo espectacular. En esos momentos que no cobrábamos ni veíamos un peso, el tipo llegaba todas las mañanas con bizcochos para el mate. Ahí conocimos a Cotte, su papá. Su fallecimiento nos marcó, nos chocó", contó Mario.

En eso entra el entrenador de goleros Sergio Migliaccio quien aporta: "El papá de Federico era un tipo bárbaro, en aquellos tiempos había una malaria tremenda y le pedías
$ 150 para hacer un guiso y el tipo te los daba".

El utilero de los buzones reveló que una vez fueron a Rocha y entrando a la ciudad el ómnibus se prendió fuego. "En esos viajes era un refuerzo, una banana o una manzana, y a veces nada. Me acuerdo en el ascenso que íbamos al interior a comer en el cuartel, descansar y jugar. La B es divina pero cuando la jugás, la sufrís".

Mario revela que es hincha de Danubio, que vive en la rotonda de Jardines. "El día que estaba más descolocado fue en San José cuando con un gol del Bola Lima, Danubio salió campeón (Apertura 2013) contra nosotros. Mis amigos me decían: 'Venite con nosotros".

El utilero buzón concluye: "Claro que llegué a emocionarme por Sud América. Por ascender o lograr la permanencia. Es mi casa. Acá veo el esfuerzo de todos. El jugador es noble. Todas las cosas que pasan, meses sin cobrar, llegar a la casa y no tener con qué sustentarse, estar muchos años en la B. Y son lo más noble que hay".

La carta del Turco Apud

El utilero de Sud América vivió una historia con cada entrenador. Pero hay un hecho que no olvida. La carta que le llevó Alejandro Apud cuando se fue de la IASA.

"El Turco logró el ascenso. Siempre sereno, tratando de poner paños frío a todas las situaciones. Vivimos tres años y medio y el día que se fue lo sentí. Tengo guardada una carta que nos trajo a Julito el kinesiólogo y a mí (se le quiebra la voz). Una carta hecha a mano que vino a traerla personalmente donde nos agradecía el haber compartido. No es común que un técnico te deje una carta".

Del Bomba (Virginio) Cáceres no olvida sus dichos. "Eran cuenta corriente todos los días. '¡Te van a robar la merienda!', gritaba cuando algún jugador perdía alguna pelota media tonta".

Y también recuerda al español José Galiana: "Por su forma de ser fue con el que mantuvimos más distancia, él tenía su forma de ser y su pensamiento y nosotros totalmente distinto y se marcó con el plantel. Fue muy notorio. No era mala gente. Al principio desconocía el medio y también desconocía lo nuestro, entonces chocó. Para él éramos el tercer mundo, el fútbol de España de hace 35 años atrás. Y viste como es, tocás a los uruguayos... Cuando ya nos tocó ¡al diablo!"

Mario no olvida al Flaco Vivaldo, al que definió como otro personaje muy querido.
"Al Flaco gran parte de la hinchada lo aprecia mucho, apenas llegó te dabas cuenta de que era buen tipo. Me acuerdo un partido que perdimos con Cerro en los descuentos y quería salir a pelear con la hinchada de Cerro. Estaba como loco. Ese día le pegó una patada a la puerta del vestuario y la arrancó del lugar".

Sin ropa para entrenar

En la utilería no olvidan los tiempos donde escaseaban las camisetas. "Cuando estábamos en la B era bravo con la ropa", comentó su colaborador Julio Cabrera (foto).
El utilero de los buzones recordó que "en el tema ropa hubo malaria".

"Ahora se acomodó, pero las pasamos. De no tener incluso ropa para entrenar. Esos años en los que el club había estado mal, había perdido su identidad como club, no había lavarropa y decían 'no importa'. Nadie buscaba soluciones". Y recordó que se le decía a los jugadores que no cambiaran camiseta con los rivales. "En aquellos tiempos cambiar la camiseta ni loco, olvídate, era un lío. Además no se la podías descontar a los jugadores porque no cobraban. Ya se marcaba como una obligación no cambiar la camiseta. Cuando las manchaban con sangre le pasaba agua oxigenada que sabía que salían las manchas".

Anécdotas


El auto

"Sergio Migliaccio un día me hizo una... Yo tenía un Daihatsu Cuore que es un auto chiquitito y me lo metieron adentro del túnel del Fossa con armario, sillas, ropa. ¡Me lo trancaron y no lo podía sacar!"

Los africanos

"Bruno Ibeh y Anaba terminaban un partido, se secaban con una toalla, se vestían y se iban. Los compañeros le gritaban en una buena: 'Negro, bañate'. Era costumbre, pero llegaba un momento en que no podías estar al lado de ellos (risas)".

Don Julio Avelino Comesaña

"Cuando vino Avelino juntó a todo el grupo y en la primera charla dijo: "El único que está perdonado si se olvida de algo es Mario porque se tiene que encargar de 30 y ustedes. Así que si algún día se olvida de algo no quiero que le digan nada".

Agradecido

"Leo Melazzi es un personaje. Le da la alegría al grupo. Pero así como digo que está loco también digo lo otro, como el 1º de mayo despertarse y tener un mensaje de él son cosas que te llaman la atención y no lo hacen todos. El tipo es un loco lindo".


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