Dentro y fuera de la fe

En su Uruguay natal, leer el nombre de Federico Veiroj lleva a la mente, de forma directa, a esperar acentos rioplatenses, con sus respectivos yeísmos y voseos. Es por eso, quizá, que la última película del cineasta, El Apóstata, sorprenda a golpe de vista (o de oído) a los uruguayos, con voces españolas que la recorren de principio a fin.

Sin embargo, a nivel internacional, el filme coproducido en España, Francia y Uruguay está comenzando a llamar la atención por razones menos mundanas. Estrenado el sábado pasado en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés), El Apóstata ahora se dirige a la selección oficial del Festival de San Sebastián. Allí, a partir de este viernes, Veiroj competirá con otros 22 realizadores por la Concha de Oro.

"Es mi cuarta vez que estoy en el festival (de Toronto) y venía con expectativas porque conozco a su público inquieto y curioso", dijo Veiroj en una entrevista con la agencia Efe. El estreno mundial en TIFF, agregó, "fue genial, una experiencia muy buena", juicio replicado por la crítica incipiente, que ha arrojado juicios positivos. En Uruguay la película llegará a salas el 15 de octubre.

Filmado en España y con actores del país, la película presenta un arraigo a la península ibérica que no se limita a acentos, elencos y locaciones, sino que se permea en la temática misma. Con el objetivo de eliminar sus registros bautismales y de liberarse de la fe católica que heredó de sus padres, el personaje principal, Gonzalo Tamayo (Álvaro Ogalla), se sume en un peregrinaje burocrático que no solo impacta en su fe, sino que además conlleva cuestionamientos que atañen a su identidad, sus recuerdos, su deseo sexual y sus aspiraciones.

"La historia surgió cuando me enteré del intento de apostasía de mi amigo madrileño, Ogalla, al que conocí mientras viví allí una parte importante de mi vida. Al apostatar, lo que yo detectaba era una intención de modificar el pasado y, al ser esto imposible y por lo tanto una fantasía, internamente lo convertí en un desafío súper tentador para hacer una película de ficción con toques de fábula", comentó Veiroj en un comunicado de prensa.

"No es una crisis de fe lo que tiene este hombre. Al revés, es un personaje que tiene una fe gigante. No va por ahí su crisis. No es una película que va en contra de la religión. Es un tipo que representa todos los valores de los que le ha tocado nacer y ser educado", agregó a Efe, señalando el respeto a las instituciones religiosas que se mantiene a lo largo de la película.

Aunque las temáticas que subyacen a la película trasciendan la religión, el cineasta concibió que "España es perfecta por su historia con el catolicismo. Quizás el único otro país podía haber sido Italia. Pero pensé que España era el mejor lugar".

Otra de las apuestas realizadas fue la participación de Ogalla como personaje principal. Sin contar con formación profesional en la actuación, el personaje de Tamayo significó el debut actoral del también coguionista Ogalla. "Una vez que decidimos que el personaje lo haría el propio Álvaro, supe que el resultado tenía que ser tan peculiar como él mismo. Sus gestos, su mirada, su deseo y violencia contenidas y su aspecto aniñado, eran potentes ingredientes que yo contaba de primeras para darle vida en la pantalla al personaje de Tamayo", agregó el cineasta.

Veiroj también llevó por primera vez a la gran pantalla a Jorge Jellinek (La Vida Útil) y a Alejandro Tocar (Acné) . "Al final, (Ogalla) era la mejor opción claramente. Y ahora viendo la película, no la concibo sin él".