El presidente visitó a las fuerzas de paz uruguayas en el Congo en diciembre de 2021

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Deterioro de la situación en el Congo obliga a despliegue de fuerzas de paz uruguayas

La reaparición el M23 tensionó la situación en el Congo; la misión de paz uruguaya está en el epicentro de la zona de conflicto
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22 de julio de 2022 a las 05:04

Caía la tarde del 29 de marzo en el Batallón Uruguay VI en la República Democrática del Congo cuando, sobre las 17 horas, llegó un mensaje que elevó la alerta. La información primaria daba cuenta de un ataque contra un helicóptero de Naciones Unidas en la zona de Tshanzu (Rutshuru) que se le adjudicaba al Movimiento 23 de marzo (conocido como M23), un grupo rebelde fundado en 2012 con escindidos del ejército congoleño que se oponen al gobierno de Joseph Kabila.  

El hecho de violencia, en el que murieron seis cascos azules de nacionalidad paquistaní, un serbio y un ruso, obligó a que una compañía de las fuerzas uruguayas de paz se desplegara en el terreno durante seis días para asegurar los restos del helicóptero en condiciones de facilitar la investigación. 

Desde su santuario en las alturas del extinto volcán Sabyinyo, en la triple frontera entre Congo, Uganda y Ruanda, los rebeldes del M23 miraban los hechos desde una posición de fortaleza. Pero pronto llegó la respuesta de las Fuerzas Armadas de la República del Congo (FARDC), que obligó a que los uruguayos se replegaran en Chengerero para eludir el fuego entre el ejército congoleño y el grupo rebelde.

Dos meses después, el 25 de mayo, tropas uruguayas estaban desplegada como reserva muy cerca de la acción, cuando un par de blindados en los que patrullaban fueron emboscados y recibieron disparos, en un incidente que terminó sin inconvenientes. 

Estos dos hechos ejemplifican en buena medida el deterioro de la situación en las provincias del este del Congo, en donde las fuerzas de paz de Naciones Unidas, entre ellas las uruguayas, tienen presencia desde 2001. “Se ha complicado la situación en el último año”, valoró el coronel Gerardo Dattele, jefe del contingente uruguayo en ese país, en comunicación con El Observador

En Goma, a unos 70 kilómetros de Rutshuru en la zona de mayor tensión, está la base uruguaya integrada por 762 personas. Las cuatro compañías siempre están en alerta ante la eventualidad de tener que apoyar rápidamente a las tropas de paz desplegadas en el terreno. 

“La moral siempre está alta”, señaló Dattele. “Es difícil tener 700 personas todas juntas en una base, pero lo que respecta a las operaciones se han llevado siempre con profesionalismo”, subrayó.

La reaparición del peligroso M23

En el Congo, un lugar rico en recursos naturales, hay más de 100 grupos armados y otros tanto denominados como de “autodefensa”. Los de mayor peligrosidad son la Cooperativa de Desarrollo del Congo (Codeco) que está activo en Ituri, ADF que está afiliado al Estados Islámico, del cual reciben armamento, apoyo y propaganda, y el M23 que tiene una presencia en Kivu Norte. 

El M23, que se reactivó en los últimos meses luego que se frustrara una mesa de negociación en Kenia, avanzó en las últimos meses sobre localidades de la zona Rutshuru generando la reacción del Ejército de la RDC. La situación de violencia provocó el desplazamiento interno y externo de más de un millón de civiles congoleños.

Varios de los integrantes del M23 son de la etnia tutsie y su objetivo es lograr un Kivu libre, un territorio que en el pasado fue parte de Ruanda. Por eso desde hace años flota en el aire la sospecha sobre una vinculación con el gobierno ruandés. Recientemente escaló la tensión entre Congo y Ruanda, cuyos gobiernos se acusan mutuamente de usar grupos armados para desestabilizar al otro y atacar a poblaciones civiles por razones étnicas, algo que se da en paralelo a la propagación de discursos de odio contra minorías étnicas. El gobierno de Félix Tshisikedi (RDC) acusa al de Paul Kagame (Ruanda) de financiar y alentar al M23 de querer desestabilizar el este del Congo. 

Los militares uruguayos conocen bien a este grupo ya que a fines de 2012 tomó la ciudad de Goma y estuvieron muy cerca de enfrentarse militarmente. Por eso saben que el M23 no es un grupo armado más, sino que cuenta con estructura orgánica y tiene capacidades de un ejército convencional: apoyo de fuego indirecto como morteros y artillería, además de visores nocturnos. “Están organizados. No es que salen con machetes y fusiles viejos. Y eso puede degenerar en algo mayo, por eso hay previsiones que se puedan incrementar las tensiones”, afirmó Dattele.

El coronel Pedro Gómez, actual jefe de comunicación del Ejército y que en algunos meses habrá de viajar al Congo, coincide con Dattele y observa que el grupo ha llevado adelante una acción militar organizada. “Tienen tácticas y técnicas más convencionales y desarrolladas que los guerrilleros. Tienen mandos y un discurso político. Tienen una agenda: la de desestabilizar con un fin político. Crear caos para continuar con sus actividades”, afirmó.

Las jerarquías de Naciones Unidas que se han expresado recientemente sobre el asunto, desde la  Alta Comisionada de las ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, para abajo, demuestran una creciente preocupación de que la situación puede derivar en un tipo de violencia similar a lo que ocurrió en abril de 1994. 

Pero los uruguayos en el terreno y en Montevideo aún no ven indicios de un tipo de violencia genocida. “No hay una campaña de difusión pública de atacar a los hutus o que se movilicen tutsies para esos fines”, afirmó Gómez. Sin embargo,  acude a la “alegoría de la fogata” que usa la literatura en materia de resolución de conflictos para afirmar que las cenizas están encendidas y que solo hace falta una chispa para reavivar el fuego. “Eso hace el M23 y Ruanda muy hábilmente”, dijo con la aclaración que esta consideración política no es la posición oficial del gobierno ni del Ejército, sino un análisis propio a partir de los insumos que proporciona Naciones Unidas. 

Hoja de ruta para el retiro

Este escenario de alta volatilidad e inestabilidad interpela la hoja de ruta de Naciones Unidas para encauzar de forma “paulatina y responsable” la retirada de ese país. 

En la actualidad, las operaciones están reducidas a las tres provincias del este en las que se concentra la médula de los conflictos: Ituri, Kivu Sur y Kivu Norte. El próximo cierre previsto es en el área de Tanganica, en donde hay presencia uruguaya de Ingenieros y OSE que ya recibieron la orden de repliegue. Esto necesariamente implicará una reducción del personal uruguayo. 

Pero el registro de salida que acumula Naciones Unidas juega en su contra: cada vez que la misión de paz se replegó, se agravó la situación en el terreno.

“Hay objetivos que se han alcanzado y otros que no. Ya está en tiempo de salir la misión de paz, pero personalmente veo que se va Naciones Unidas y se deteriora totalmente la situación”, concluyó Dattele.

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