Niña Lobo
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > NUEVO DISCO

Disney Channel, Jaime Roos y el paso a la adultez: Niña Lobo y lo que hay detrás de su primer disco

La banda cuenta el impacto que tuvo la creación de Lo que duró la vida de alguien, y cómo el disco refleja un proceso de maduración tanto personal como musical
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29 de enero de 2022 a las 05:01

Ni la música, ni el cine, ni la televisión van a salvar al mundo. Pero sí: una canción, un disco, una película o un episodio pueden salvar a una persona. Tienen la capacidad de ser un refugio, un colchón mullido en el que reposar un rato. De ser un canal de descarga de miedos, tensiones, dolores o emociones. Sean tres minutos o tres horas, la narrativa es un lugar seguro donde todo tiene sentido, aunque la vida real parezca no tenerlo.

El primer disco de larga duración de Niña Lobo tiene esa idea como hilo principal. Publicado a fines de diciembre, fue uno de los mejores del año que terminó. Es un álbum sólido, que refleja un paso adelante para la banda en cuanto a su sonido (más amplio y más arriesgado) y que las termina de consolidar luego de dos años de existencia en los que, con las canciones publicadas en dos EP y algunos sencillos, tuvieron un intenso recorrido y una buena recepción por parte de colegas y público: tocaron en el Estadio Centenario como invitadas de No Te Va Gustar, fueron parte de la grilla de las ediciones virtuales del Montevideo Rock y el Pilsen Rock, y recibieron cuatro premios Graffiti en 2020 y 2021, entre otros logros.

Lo que duró la vida de alguien puso a prueba al quinteto como ninguna otra instancia. El disco fue un proceso de casi dos años de composiciones descartadas, canciones destrozadas y vueltas a armar, peleas, negociaciones, aprendizajes y crecimiento. Una tarea que reconocen como sufrida pero también como la responsable de terminar de amalgamar al grupo y confirmar la hermandad entre sus integrantes, que no se conocían antes de armar la banda.

Este disco acarrea las melodías de espíritu pop, la simpleza en la estructura de las canciones y en las letras, y el tono directo y honesto en ellas. Las guitarras se suman a una mayor presencia de teclados y sintetizadores, en un grupo de canciones que tienen bastante de coming of age, ese género literario y cinematográfico que trata sobre la maduración y el paso a la adultez.

Las integrantes de Niña Lobo confirman esa intención. Refleja, dicen, el momento de sus vidas. Por un lado muestra un crecimiento musical, una mayor madurez. Por otro, en un sentido más personal, la incertidumbre de pasar definitivamente al mundo adulto, que en las generaciones más jóvenes se ha dilatado hasta la veintena, y que significa darse la cabeza contra la pared, tropezar varias veces y sentirse abrumado por el mundo. También la nostalgia por el mundo adolescente que va quedando atrás, encarnado en algunos nombres, en canciones, en programas de televisión y películas.

Es que el millennial es un bicho nostálgico. El acceso permanente que el mundo digital le da a esa generación a su propio pasado hace que mantenga la presencia en su vida de aquello con lo que se crio. Aunque los integrantes mayores de ese grupo ya pisen los 40, y los más jóvenes ya estén en la veintena, hay un espíritu de recuerdo permanente por un pasado todavía analógico, más sencillo y confortable que el vertiginoso y turbulento presente. La cultura pop, en ese sentido, es una presencia constante.

Todo eso está en este disco, así como los homenajes a las figuras formativas del grupo. Una lista que va desde Jaime Roos, con un guiño a Amándote en el primer tema del álbum, hasta figuras de la pantalla como la actriz Natalie Portman, o la cantante y actriz de la factoría Disney Hillary Duff.

Sobre esos referentes y la crianza en manos de Disney, sobre el proceso creativo del disco y las enseñanzas que le dejó a la banda Lo que duró la vida de alguien, hablaron Camila Rodríguez (cantante y guitarrista), Julia Guerriero (baterista) y Camila Bustillo (guitarrista).

El disco marcó para ustedes un cambio en la forma de componer y encarar los temas, ¿cómo fue ese proceso?

Camila Rodríguez: Lo empezamos en 2020, cuando cayó el covid. Nos dijimos "no podemos tocar, no nos podemos ver, ¿cómo podemos hacer para mantener activo el grupo?". Empezamos con una modalidad de hacer maquetas en casa. La arrancaba yo, se la mandaba a Julia, le hacía la batería, lo compartía, Isa (Isabel Palomeque) agregaba el bajo. Dentro se hizo así. No soy yo también, que era un tema muy distinto. Ahí empezó el disco.

Julia Guerriero: Algo que fue clave es que Cami empezó a componer en el piano en lugar de la guitarra, y que pasamos a esta forma más colectiva. Antes de la pandemia empezamos a hacer temas más viscerales, y de esa camada quedaron pocos. Cuando empezó la pandemia y los dolores posta, y las situaciones límite personales, pasamos a lo más colectivo, a las sensaciones de cada una. Empezamos a meter de forma más personal nuestras historias, y ahí tomaron forma los temas nuevos. En agosto nos fuimos a Sarandí del Yí, y empezamos a bajar más los temas. 

Camila Bustillo: Estábamos hartas. Decíamos "esta forma de composición ya fue, vamos a juntarnos". Nos fuimos al campo, con medidas de higiene de por medio, y ahí empezó a salir todo. 

CR: Estábamos muy abiertas a la idea de que estábamos probando cosas. Queríamos que el disco saliera en 2021, pero no teníamos una fecha límite. Creo que en ese sentido la pandemia nos jugó a favor, porque estaba todo el mundo con incertidumbre, y nos tomamos el tiempo para probar mucho. Hicimos muchos temas que después no quedaron, canciones que reversionamos dos o tres veces para encontrarles la vuelta. 

JG: Hillary D. la rompimos toda dos semanas antes de entrar al estudio. 

CR: Lo único que quedó fueron dos frases y la idea de la canción. Fue un viaje. 

¿Fue la primera experiencia de componer y trabajar como banda, en comparación a los temas de los primeros EP, que venían más de ideas individuales?

CR: Lo que más cambió fue el flujo de trabajo. Antes yo hacía una canción en mi casa, me juntaba con Cami, hacíamos un demo, y ahí recién aparecían las pibas, nos juntábamos y componíamos. Ahora se cortó eso. Fuimos al campo, yo con mi libretita con todas las canciones, me senté, las mostré y ahí cada una compuso su parte. 

JG: Queríamos romper con el trabajo que habíamos hecho antes, porque entendíamos que las canciones nuevas daban lugar a esta experimentación. Ampliar eso empezó a exigirnos a cada una de nosotras. Fue muy desafiante como intérpretes, como ejecutoras. Creo que una de las cosas maravillosas que tiene el indie, y creo que Niña Lobo lo tiene, es la simpleza, pero a la vez creo que tuvimos una mejoría muy fuerte en la ejecución y el sonido. Cada una tuvo un redescubrimiento personal y también hubo una mejoría, una evolución de como cada una se encontró en el instrumento. Yo toco hace diez años y es un vínculo más conflictivo que todos los que tuve con mis parejas. Habernos enfrentado a un disco como este fue un proceso muy fuerte en el que crecimos mucho. La primera vez que Cami me trajo la idea de la bata de Dentro le dije "esto no lo puedo tocar". 

CR: Cuando hice la canción, sabía que quería esa batería. Busqué un loop en YouTube y la puse en el demo. Y Julia me decía "no, no". 

JG: Fue una guerra. Pero había también una negación, y cuando pasas algo tan duro y tan fuerte como el proceso de un disco, en un año entero, se siente. Hoy Dentro la tocamos de taquito.

CR: La ensayaste como una psicópata. Me decías "hoy la practiqué cinco horas". 

CB: Las cosas que al principio dan más trabajo, son las cosas que después más te copa tocar cuando las terminás. 

La banda estrenó su primer disco en diciembre

¿Cómo influyó este trabajo tan intenso en la relación entre ustedes?

JG: El disco nos llevó muchas horas, lágrimas y negociación. Porque al participar todas, implicó negociar y romper cosas que nosotros teníamos como intocables. 

CB: Hubo discusiones que no quedaron resueltas y hubo que soltar. 

CR: Creo que lo que más nos enseñó este disco a nivel de crecimiento humano y musical es a soltar. Todas cambiamos nuestra forma de componer, el lugar que ocupábamos en las canciones. Antes para mí era impensable hacer una canción en la que no esté tocando la guitarra, sobre todo pensando en el vivo. Que pánico. No me saques la guitarra porque me muero. Y hay un montón de canciones que ahora las voy a tener que cantar solita con un micrófono. Porque quería obligarme a eso. También cambió que empezamos a componer y al final veía si la guitarra rítmica rendía o no. O incluso en la mezcla, sacábamos la guitarra. Juli con la batería también. Se sacaba, o cambiaba el sonido, o el plano en el que estaba. Cami con sus guitarras también, para darle espacio a los sintetizadores y a las teclas que incorporamos, Isa pasó a estar con el bajo más a la par de Juli en el orden de composición de las cosas, intentando escucharse más entre ellas. Cambiamos un montón el lugar de nuestros instrumentos. 

¿Algo así como buscar expandir los límites de lo que podía ser el sonido de Niña Lobo?

JG: Había una fórmula de Niña Lobo que se repitió bastante en los primeros EP. De sonido, de canciones, de melodías. 

CR: Me acuerdo de sentarnos a hablarlo. En un momento me pasó, cuando empecé a componer en el piano, de darme cuenta de que podía con la guitarra escribir canciones que a mí me gustaran y a las pibas también, y nos iba a copar hacerlas. Pero me pasaba que la terminaba de hacer (me pasó incluso con una primera versión de Natalie P.) y no sentía que estaba creciendo en nada al hacerla, no tanto en la letra, sino en lo musical. No me estaba desafiando. No digo que siempre tengas que desafiarte, porque también es muy agotador ponerte esa presión. Pero cuando empezamos a hacer el disco nos lo pusimos como objetivo pensar más las cosas. Ya sabemos hacer lo que ya hicimos y sabemos que funciona. ¿Cómo podemos hacer que esas canciones crezcan, o que nosotros lo hagamos? Y pila de veces componíamos una canción y decíamos "solo para probar". Capaz eran divagues, pero probábamos, porque no era lo primero que se te había ocurrido y capaz esta bueno a veces no hacer lo primero que se te ocurre. Y ese fue el puntapié de todo.

JG: Cambiar del "no" al "¿por qué no?". Eso nos costó mucho. No fue tan lineal. Fue un proceso de más de un año que creo que el día de mañana al encarar un disco nos va a ayudar porque ya pasamos las peores peleas. Siempre fuimos muy sinceras, pero no tomamos las cosas como personales. Creo que en Niña Lobo nunca hubo cuestiones de egos. Las limitaciones siempre fueron nuestras, y eso habla de las cosas que nos han unido. Porque nosotras empezamos no siendo amigas, y ahora somos hermanas. Tenemos muchos puntos en común de nuestras historias, de nuestros dolores y nuestros miedos, y el síndrome del impostor. Nos acompañamos mucho. Y esa sensibilidad que cada una de nosotras ha tenido ha acompañado el crecimiento artístico. Pero no sería posible si nosotros no humanizáramos de alguna manera. 

Me da la impresión de que el disco tiene en sus letras mucho de coming of age. ¿Lo ven así?

CB: Es un disco muy millennial, desde las referencias hasta eso de darte la cabeza contra la pared de la vida. 

JG:  Que no tenga conclusiones y que eso esté bien. 

CR: Tratamos de acompasar lo que hacemos con nuestro proceso colectivo, y a la historia de ese personaje de la Niña Lobo que armamos. La historia del disco tiene que ver con nuestro proceso en estos tres años en los que pasó mucho, ocurrieron muchas historias y hubo mucha necesidad de cada una decir "¿qué es lo que quiero? ¿qué estoy haciendo? ¿hacia dónde quiero ir?" y ser adultas. Hacernos cargo. 

CB: Es nuestra historia. Escribimos en base a experiencias personales. Somos muy fanáticas del disco como historia, como unidad con principio, medio y fin que te cuenta algo. Y acá están las crisis de la vida, no solo las románticas, sino también las de “mi vida es agobiante y no puedo con todo lo que está pasando, y trato de escapar viendo otras cosas, visualizándome en otra gente, para procesar y para evitar”. Y termina con la canción que resume todo, Perro agonizante: estoy harta de odiarme, quiero ser yo. Y ahí cierra el coming of age, que es "ta, aceptate como sos, y todo lo que pasa en tu vida".

CR: Y después llorá, con Amiga

CB: Claro, llorá porque está todo bien.

Y abrazaron definitivamente las referencias a la cultura pop, que no es algo tan habitual en la música de acá.

CB: Creo que esta generación está muy marcada por Disney Channel, al menos los que tenían el canal. Por Hillary Duff, Miley Cyrus y Hannah Montana. 

JG: Es como un lugar seguro.

CB: Te hace acordar a cuando todo era menos complicado, no había preocupaciones.

CR: Para mi hay algo en Niña Lobo, al menos en las letras que escribo yo, que es como una adolescencia no procesada. Siento que no fui una adolescente muy adolescente. Como que siempre fui un poco vieja (risas). Creo que hay algo de eso en Niña Lobo, que somos todas bastante adolescentes. Por otra parte, hubo algo en esas idas al campo que nos unió más, por fuera de la música, que fue hablar de Hillary Duff, los Jonas Brothers, el pop de MTV, Simple Plan, y como algo de esa música está en Niña Lobo. Venimos de contextos personales y musicales muy distintos, pero del mismo lugar en cuanto a ADN musical. Y hubo algo de querer homenajear y agradecer a lo que nos formó. De eso me di cuenta cuando salió el disco y lo pude escuchar con otros oídos, como oyente. Es también un homenaje: a Jaime Roos, a Hillary Duff como figura del pop, mujer, que era super chica y que tuvo una carrera increíble, y que ahora está demás. ¿Nos formó el pop de Disney Channel? Sí, y ya fue. 

JG: ¿Vas a tener a Darnauchans de referencia a los once años? Aceptarse fue parte del viaje. Esta es una generación que consumió basura. 

CB: Parte del "quiero ser yo mismo" es aceptar que te gusta todo eso y cero vergüenza.

CR: Siento que somos cinco losers que se juntaron, que tienen 20, 30 años, y en realidad son unas pelotudas, porque no hay juicio por las cosas que nos gustan. Para nosotros es una zona segura y para afuera no nos importa. 

Buscaron reivindicar que ese tipo de narrativas “basura” (un capítulo de Hannah Montana, una comedia romántica berreta) tienen validez y son un refugio en ciertos momentos de la vida.

CR: Es un disco que pone sobre la mesa la realidad en la que viví y vivo, en la que me agarro de personajes y de narrativas para darle sentido a mi vida, que es algo que se hace hasta con la religión. Niña Lobo entra para decir "me doy cuenta de esto, lo cuestiono, pero también me rio de esto porque al final lo hacemos todos". Todos escuchamos una canción de Jaime Roos y lloramos, o vemos Hannah Montana y decimos ojalá mi vida fuera tan fácil. Me río y chau. A veces lo lloro, como en Lo que duró la vida de alguien, y después está Romcom, en la que digo "sé que soy una pelotuda, y me está pasando esto, pero ¿qué voy a hacer?". Soy consciente de que me estoy mintiendo, y en ese sentido también es un coming of age el disco, por eso de cuestionarte y amigarte con la idea de que te va a seguir pasando. Jaime Roos ya me dijo que no me enamore de nadie y yo me voy a seguir enamorando. Creo que la adultez es eso: aceptar que no sabés nada, que la vida todo el tiempo te pone la misma piedrita y vos a veces caes como una pelotuda, a veces no, y a veces caes de otra forma. 

Jaime Roos reacciona a Jaime R.

El disco abre con Jaime R., el primero de los homenajes y referencias a figuras de la cultura popular, en el que la banda hace un guiño a uno de los principales hits de su repertorio. “Quiero pedirle perdón a Jaime Roos, porque él me dijo, no te enamores de nadie”, dice la letra, en una cita a Amándote.
Luego de componer el tema, el quinteto no se planteó pedirle permiso al cantautor, pero cuando se acercaba la fecha de grabación, sintieron que era necesario, por respeto y por el hecho de usar una frase de una de sus canciones y hablar de su figura. Luego de grabarla, para tener una buena versión, la canción le fue enviada vía mail a Roos.
Por cuestiones del cronograma de lanzamiento, la banda decidió publicarla de todas maneras, sin la respuesta del músico, que estaba involucrado en la preparación del show Mediosiglo, que tuvo lugar el 17 de diciembre en el Estadio Centenario.
Camila Rodríguez contó que en la interna de la banda tenían sus dudas sobre su reacción. “Decíamos ‘capaz nos odia, la escuchó y nos odia’. Y al final respondió, dos días después del Centenario. Amoroso, encantado y agradecido con la canción, honrado”.
Lo entendió como un homenaje, la forma en la que las integrantes de Niña Lobo la escribieron. “Yo lo fui a ver al Centenario, y fue muy removedor. Se me movió todo. Lloré todo el show, todavía me emociono. Fue muy fuerte verlo en vivo. Y sentí mucha gratitud, hacia él y su arte. No puedo creer que este hombre me esté regalando esto, vivir en el mismo espacio-tiempo que él, y escuchar su música. Y pensé ‘que fuerte, porque yo ya le hice una canción’, no puedo agradecerle de otra forma”, agregó Rodríguez.

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