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Docentes hacen cola en Finlandia y en Uruguay casi nadie quiere el cargo

En ese país cada año llueven las solicitudes de jóvenes que quieren estudiar Magisterio; una realidad muy diferente a la que ocurre en Uruguay
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22 de febrero de 2015 a las 15:07

A una semana de iniciar el año lectivo, la falta de maestros para cubrir vacantes preocupa a las autoridades de la educación. Lejos de ser un hecho casual, el escenario se repite desde hace al menos cinco años. Desde el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) se analizan las medidas a tomar, que tal como años anteriores pasan por emplear a maestros jubilados y trasladar a docentes del interior a la zona metropolitana, donde la escasez de docentes es mayor.

En tanto, el Consejo de Formación en Educación (CFE) trabaja en una reestructuración de la carrera de Magisterio con el objetivo de que más estudiantes se reciban en el tiempo estimado, informó días atrás El Observador. Actualmente la carrera dura unos cuatro años, pero solamente uno de cada 10 estudiantes termina sus estudios en el tiempo previsto.
Desde el sindicato de maestros (FUM) se pide a las autoridades soluciones de fondo y advierten que las medidas en las que piensa el CEIP son paliativas, pero no suficientes. Para Elbia Pereira, secretaria general de la FUM, una de las soluciones pasa por prestar atención a las razones por las cuáles los jóvenes que egresan de Secundaria no eligen estudiar Magisterio. A su entender, entre las causas se encuentra el bajo salario y la desvalorización de la carrera en la sociedad.

El escenario uruguayo dista mucho de lo que ocurre cada año en Finlandia, uno de los países referentes en materia educativa. Allí la carrera docente está muy bien valorizada socialmente, al punto de ser admirada, y se ha constituido en una de las opciones más atractivas entre los jóvenes que egresan de Secundaria, señala el escritor y educador finlandés, Pasi Sahlberg, en su libro “El cambio educativo en Finlandia. ¿Qué puede aprender el mundo?”, publicado en 2013.

Llueven candidatos
Muy por el contrario de lo que ocurre en Uruguay, cada primavera, miles de finlandeses egresados de Secundaria presentan sus solicitudes en las ocho universidades locales para estudiar la carrera docente. No obstante, ingresar no es fácil. Sahlberg señala que además de rendir un examen de ingreso y tener terminada Secundaria, los candidatos deben poseer calificaciones altas, personalidades positivas, excelentes habilidades interpersonales y el compromiso de trabajar como docente en la escuela. Para esto, luego de rendir el examen de ingreso, los alumnos que obtuvieron las mejores calificaciones son entrevistados para que expliquen, entre otras cosas, por qué quieren ser maestros. Muchas veces se les pide, incluso, que tengan alguna experiencia en la enseñanza, en el trabajo con niños o en voluntariado. Con estos datos, las autoridades universitarias seleccionan a sus estudiantes. Solo uno de cada diez es aceptado.

Pero nada de esto desestimula a los jóvenes de estudiar Magisterio. Todo lo contrario. El autor finlandés apunta que en 2010 la cantidad de solicitudes para los programas de formación docente en las universidades alcanzó su récord histórico: más de 6.600 candidatos se presentaron para competir por un lugar que le permitiera hacer realidad su sueño de ser maestro. Sin embargo, el número de vacantes disponibles – de acuerdo a los requerimientos previsibles del sistema- apenas llegaba a 660.

Mientras que en Finlandia las estadísticas oficiales demuestran que el 10% de los mejores alumnos de bachillerato eligen esta opción, en Uruguay, dos de cada tres nuevos docentes son “estudiantes fracasados”, según un estudio que el CFE encargó a la consultora Cifra.
En Uruguay, donde el único requisito necesario para ingresar a la carrera de Magisterio es tener aprobado Secundaria, la cantidad de alumnos matriculados en 2013 en los cuatro años que dura el plan de estudios ascendió a 7.137, según datos del Anuario Estadístico del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). En tanto, ese mismo año la cantidad de egresados llegó 713. En 2011 se ubicó en 699 y 2012, 853.

El experto en educación, Gustavo De Armas, dijo a El Observador que los bajos egresos de la carrera de Magisterio sin duda están relacionados con la escasa valorización que tiene la carrera en la sociedad. En este sentido, subrayó la importancia de crear la Universidad de Educación, que otorgue título universitario a los estudiantes de dicha carrera. En Finlandia buena parte de la estima que los jóvenes sienten por la docencia está relacionado con que la carrera tiene rango universitario, como cualquier otra. Es más, su formación es muy exigente: los estudiantes no solo deben cursar una licenciatura de cuatro años, sino que además deben realizar una maestría en pedagogía de dos años. A su vez, deben realizar prácticas docentes obligatorias en escuelas.

Las prácticas docentes también son obligatorias en la carrera de Formación Docente de ANEP. Sin embargo, el estudiante recibe el título de maestro luego de haber cursado los cuatro años de la carrera y con él ya puede ejercer.

El dinero no es todo
Finlandia gasta el 5,3% de su Producto Bruto Interno (PBI) en educación. Sin embargo, los salarios que perciben los docentes no están entre los más altos de Europa. Un docente finés recién ingresado al mercado laboral puede llegar a percibir un salario bruto de 1.400 euros (unos $ 38.360) y con el correr de los años puede llegar a ganar 2.400 euros (unos $ 65.760) como máximo, apuntan Gustavo De Armas y Adriana Aristimuño en su libro “La transformación de la educación media en perspectiva comparada”, de 2012.

En Uruguay la inversión en educación equivale al 4,5% del PBI y un profesor de Ciclo Básico recién recibido gana $ 16.970 por 20 horas semanales. Con diez años de experiencia su salario asciende a $ 18.645. En tanto, un maestro que recién ingresa al mercado laboral gana $ 17.104 por 20 horas semanales (4 por día) y al cumplir 10 años de ejercicio llega a percibir $ 18.794.

Si bien no tienen los mejores sueldos, los docentes fineses gozan de otras ventajas. Según señalan De Armas y Aristimuño, lo que hace que logren tan buenos resultados es que “trabajan con gusto, con orgullo y con un fuerte sentido de que lo que hacen es central para la vida del país”.

De hecho, los docentes finlandeses concentran su trabajo en un solo instituto. Allí no existen los profesores taxi o los maestros que trabajan en varias escuelas, lo que hace a la calidad educativa.

El alto grado de descentralización que caracteriza al sistema finés es otro aspecto a destacar. En el país nórdico existe un currículo nacional, pero este es lo suficientemente flexible para que cada escuela lo adecue a su contexto regional. Los docentes tienen tanta autonomía, que pueden elegir cómo enseñar a sus alumnos cada tema. Como si fuera poco, cada director tiene la potestad de seleccionar a sus docentes y no existe el cuerpo inspectivo. La administración central solo realiza pruebas periódicas entre sexto y noveno año para evaluar la calidad de la enseñanza.

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