Domínguez impuso un esquema para generar un cambio

El técnico Eduardo Domínguez sorprendió con un planteo defensivo y una propuesta que tuvo como clara lectura cederle la pelota al rival para que tenga la iniciativa.

El tricolor esperó agazapado en procura de sorprender. Quedó la sensación de que Nacional dejó que su rival se endulzara. El tema es que atacó poco y nada. Y lo que es peor, con el paso de los minutos, cuando quedó con un hombre de menos, apeló a la resistencia como único recurso.

El tricolor se paró con tres en el fondo pero, cuando fue ofendido por el rival, se replegaron los dos volantes que fueron por afuera formando una línea de cinco.

El técnico Domínguez paró a Cotugno, Angeleri y Viña como los tres hombres más retrasados.

Los tres cumplieron, justo es decirlo, con una muy buena producción pese al poco tiempo de trabajo para un sistema que en Uruguay no resulta sencillo de aplicar.

Por afuera se pararon Matías Zunino y Álvaro Palito Pereira. 

En la misma línea pero más centrados Felipe Carballo, el argentino Arzura y Gonzalo Castro.

Arriba quedaron colgados Santiago Rodríguez y Sebastián Fernández.

El partido se dio al menos como lo había imaginado Domínguez. Peñarol fue.

El juego se hizo entre el querer y no poder de Peñarol y la timidez de un Nacional que salió con un libreto claro y definido.

Lo cierto es que el tricolor se encontró con un gol que le brindó más tranquilidad. A la salida de un tiro de esquina Angeleri aprovecho una buena habilitación del chico Sebastián Rodríguez para marcar el 1 a 0.

Para el complemento Nacional no se apartó de su libreto. El tema es que la insistencia de Peñarol se multiplicó.

Y ahí se notó claramente que al tricolor le faltó repasar más la segunda parte del libreto.

Se olvidó del ataque, se metió en la cueva y no llegó nunca con peligro sobre el arco de Kevin Dawson.

Está claro que hay motivos para que Domínguez haya planteado un partido de estas características. Poco tiempo de trabajo. Enfrentar a un rival que lleva más tiempo de entendimiento y con una base del plantel que es la misma del año pasado.

Bajo esas perspectivas se le hacía imposible ir al golpe por golpe como le pasó en el primer clásico amistoso de verano que terminó perdiendo.

El hecho es que Peñarol dominó de principio a fin el segundo tiempo.

El argentino Joaquín Arzura  no dio pie en el mediocampo y Peñarol pasó sin pagar peaje rumbo al arco de Conde. 

El tema es que nunca fue claro y terminó mal las acciones que generó.

La cancha se terminó de inclinar definitivamente cuando Cunha expulsó al chico Santiago Rodríguez.

Nacional debió apelar a la resistencia y ahí se vio un gran trabajo defensivo donde todos colaboraron en procura de contar con alguna acción que permitiera sorprender al rival o, como pasó, forzar los penales.

Lo cierto es que Nacional no generó ninguna situación de gol en todo el segundo tiempo y mucho menos en el alargue.

Y acá es donde invaden las dudas. Porque se podrá argumentar que jugó contra un equipo que tenía más tiempo de trabajo pero ¿qué pasará cuando tenga que asumir otro rol ante los equipos en desarrollo?

Es difícil que se repita este tipo de planteos. Es de esperar que asuma otro rol el equipo. 

Domínguez apeló a ganar la Supercopa

En el clásico de anoche, cuando atacó centralizó demasiado, producto de la posición en cancha del Chori Castro.

Cuando fue por las bandas generalmente se desprendió Matías Zunino porque Palito estuvo más aplicado a la marca.

Capítulo aparte para el juvenil Santiago Rodríguez. Cuando lo habilitaron generó problemas en el fondo aurinegro. Tiene velocidad, es picaro y dejó en claro que será un jugador importante en la idea de Domínguez.

Y mire como son las cosas. Nacional, con una sola parte del libreto aprendido. Defendiendo y sin atacar, resistió 90 minutos. Forzó el alargue y se fue a la tanda de los penales.

Allí volvió a sufrir como a lo largo del partido pero lo terminó ganando en el último disparo de Matías Zunino luego de que Conde, que fue figura del alargue y contuvo uno de los penales, tuviera en sus pies la posibilidad de convertirse en el héroe de la noche.