Jhon Obi Mikel de Nigeria durante el amistoso contra Inglaterra

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El drama de Obi Mikel: jugó ante Argentina con su padre secuestrado y amenazado

El nigeriano fue avisado del secuestro de su papá cuatro horas antes del partido y no comentó nada
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03 de julio de 2018 a las 12:13

Obi Mikel escuchaba música en el ómnibus de Nigeria. El destino era San Petersburgo. La mirada perdida en el paisaje, el pensamiento en el partido a cara o cruz con Argentina. El destino era San Petersburgo. De pronto, el sonido del celular terminó con su calma. Del otro lado, una voz anónima, le avisaba: "Tenemos a tu padre, si hablas lo matamos".

Faltaban cuatro horas para el partido. ¿Qué hacer? ¿Hablar con el entrenador para informarle lo sucedido? ¿Llamar a su familia? ¿Denunciar el hecho? ¿Viajar a su país?

En cuanto escuchó que su padre había sido secuestrado, tuvo que comunicarse inmediatamente con las personas que lo tenían cautivo para arreglar el rescate. Sin poder contárselo a nadie y con una hombría y una entereza admirable, el capitán salió a la cancha a jugar contra Argentina.

Mikel le contó al diario inglés The Guardian cómo fue el minuto a minuto de esta dramática situación. "Recibí una llamada cuatro horas antes del inicio del partido para contarme qué había pasado. Me dijeron que lo matarían si se lo informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien. Tampoco quería discutirlo con el entrenador (Gernot Rohr) porque no quería que mi problema se convirtiera en una distracción para él y el resto del equipo el día de un juego tan importante".

Agregó que: "Estaba emocionalmente angustiado, confundido, y tuve que tomar una decisión sobre si estaba mentalmente listo para jugar. No sabía qué hacer pero, al final, supe que no podía dejar a 180 millones de nigerianos. Tuve que cerrarlo de mi cabeza, suprimir el trauma e ir a representar a mi país. Jugué mientras mi padre estaba en manos de ladrones".

Luego de una semana, su papá fue liberado en las últimas horas por las fuerzas de seguridad de Enugu y aún no hay detenidos. El hombre fue obligado a caminar cinco kilómetros bajo una intensa lluvia hasta el lugar donde fue privado de su libertad. Y según Ebere Amaraizu, el portavoz de la policía, Obi pagó 24.000 euros de rescate. Además, aunque afirmó que Michael no tenía signos de violencia, el jugador dio otra versión: "Agradezco a las autoridades policiales por sus esfuerzos de rescates.

No es la primera vez que Mikel vive una situación de estas características. Es la segunda vez que su padre es secuestrado: la primera fue en 2011, también en Nigeria.

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