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El gobierno iraní detuvo a dos laureados cineastas por “alterar el orden público”

Se trata de Jafar Panahi y Mohamed Rasulof, ambos ganadores del Oso de Oro en el Festival de Berlín; sobre los dos pesan condenas de prisión pendientes de ejecución
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12 de julio de 2022 a las 05:02

El cineasta disidente iraní Jafar Panahi, ganador del Oso de Oro al mejor filme en el Festival de Berlín de 2015, se convirtió en el segundo director detenido en las últimos cuatro días, tras el arresto de su colega Mohamad Rasulof, acusado de "alterar el orden público", según la agencia oficial de noticias iraní Irna.

La detención de Rasulof se da en el marco de una serie de protestas populares relacionadas con el derrumbe en mayo pasado de un edificio en construcción en la ciudad de Abadán, una de las principales de la provincia de Jozestán. La estructura se desplomó parcialmente en una calle muy transitada y ocasionó 43 muertes. Una de las catástrofes más mortíferas desde hace años en Irán.

El fallo estructural, en una provincia rica en petróleo pero empobrecida, centró desde entonces la atención pública en las prácticas de construcción de mala calidad y disparó acusaciones masivas de corrupción y negligencia por parte del gobierno, además de manifestaciones en todo el país en solidaridad con las familias de las víctimas.

La detención de Panahi se produjo cuando el cineasta se dirigió a la fiscalía de Teherán para interiorizarse sobre las situaciones procesales de Rasulof. Panahi, que ganó el Oso de Oro con el film “Taxi” -un irónico alegato contra la represión que sufren en su país los creadores, como el mismo Panahi convertido en taxista ocasional-, fue condenado en 2010 a seis años de prisión y 20 años de prohibición para filmar o escribir guiones, viajar o hablar en los medios.

La acusación es hacer "propaganda contra el gobierno", tras haber apoyado el movimiento de protesta de 2009 contra la reelección del ultraconservador Mahmud Ahmadinejad en la presidencia de la República Islámica. Sin embargo, Panahi continúa viviendo y trabajando en Irán. También Rasulof, quien en 2020 recibió el Oso de Oro, en su caso por la película "El diablo no existe", donde deja de lado las alegorías para hablar directamente sobre lo que supone vivir bajo un sistema que define como “totalitario”.

Las simetrías entre Panahi y Rasulof no se agotan en su oposición al gobierno y en los premios internacionales. Sobre Rasulof también pesan condenas pendientes de ejecución. La primera de 2010 y la segunda de 2017. Ambas por “amenazar la seguridad del país con sus películas”. La dos tiene validez y le han impedido, por ejemplo, viajar a Francia en 2017 para recibir en Cannes el premio por su anteúltima película, “Un hombre íntegro”, que ganó en la categoría “Cierta Mirada”.

Según las autoridades iraníes, Rasulof "alentó las manifestaciones y perturbó el orden público y la seguridad de la población, cuando la ciudad de Abadán vivía un drama". Por su parte, los organizadores del festival de cine de Berlín, que concedió a Rasulof la máxima distinción hace dos años, protestaron contra las detenciones y exigieron la liberación de ambos artistas. “Nos preocupa las detenciones. Es dramático que los artistas sean encarcelados por su compromiso pacífico contra la violencia", destacaron en un comunicado el dúo directivo de la Berlinale, Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.

En Irán, los manifestantes pidieron que "los funcionarios incompetentes" responsables de la tragedia fueran juzgados y castigados.  Durante las manifestaciones, la policía utilizó gases lacrimógenos, hizo disparos de advertencia y realizó detenciones. A finales de mayo, un grupo de cineastas iraníes, encabezado por Rasoulof, publicó una carta abierta en la que pedía a las fuerzas de seguridad "depusieran las armas" ante la ira de la sociedad por "la corrupción, el robo, la incompetencia y la represión", causantes del derrumbe del edificio.

Rodar en la clandestinidad

Hace un año, en una entrevista concedida a la agencia de noticias EFE, Rasulof contó como rodó de forma clandestina su película "El diablo no existe", un film compuesto por cuatro historias que abordan el tema de la pena de muerte desde diferentes perspectivas y se interroga hasta dónde llega la responsabilidad individual en un sistema que a juicio del director “no permite las libertades básicas”.

En esa ocasión, desde Teherán, relató que debido a su situación judicial, “no podía planificar un periodo largo de rodaje por la calle” y que por tal motivo eligió realizar los cuatro cortos para integrarlos en el film. “Sobre los cortos hay menos vigilancia y en términos de días de rodaje era más fácil de realizar”, explicó Rasoulof. En la película resuenan los ecos de  Hannah Arendt y su teoría sobre la banalidad del mal.

“Fue una inspiración, quería desarrollar la idea de que no existe una instancia exterior que lleve la carga y la responsabilidad del mal, cada uno somos responsables de nuestros actos. Y también ver hasta dónde llega esa responsabilidad individual en un régimen totalitario”, dijo Rasulof con relación, por ejemplo, a los jóvenes que se ven obligados a llevar a cabo ejecuciones durante su servicio militar.

Con respecto a la forma en que se rodó el film, Rasulof cuenta que en “las escenas en la ciudad siempre se daba una situación ambigua, teníamos los permisos para otro corto que no era el nuestro y yo siempre estaba cerca, en un coche o por la calle, siempre en contacto con el equipo sin estar en el set”. En la única escena en la que no pudo estar -filmada en el Aeropuerto de Teherán- fue reemplazado por un asistente. “También fue difícil una en un supermercado. Entré como cliente y en cierto momento fui a ver el monitor, hice una compra y me marché”, recordó Rasulof

Paradójicamente, a pesar de los esfuerzos de la censura iraní, las películas de Rasulof y Panahi tienen un efecto bumerán. Se estrenan en exterior, eso tiene eco en el país y finalmente llegan a los espectadores iraníes por vías alternativas. “Hoy precisamente recibí un mensaje de una página web que ofrecía todas mis películas gratis. Me hizo mucha gracia y se lo envié a mi productor. ¡Hasta yo puedo verlas!”, relataba Rasoulof hace un año atrás.

Ahora, él y Panahi están detenidos.

Con información de agencias

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