Esteban Granadillo, 18 días, que pesa 1,8 kilos, en el Hospital Universitario de Pediatría en Barquisimeto. Médicos en todo el país dijeron que sus salas de emergencia están abrumadas por niños con desnutrición severa
Familias llevan a sus niños a atenderse en una clínica de salud infantil gratuita en Morón. Muchos niños no tienen dónde hacerlo. Fotos Meridith Kohut / The New York Times<br>
Niños cargan el féretro de Kleiver Hernández, de 3 meses de edad. Kleiver "sufrió una muerte increíblemente dolorosa", según sus médicos, lo que si hubiese tenido acceso a una fórmula infantil
María Carolina Merchán, que pesa 29 kilos, con su hija Marianyerlis Acosta, 6, cuyo peso fluctúa entre 9 y 13 kilos dependiendo de la cantidad de comida que pueda obtener.
Wuendy Pérez, una madre soltera con cinco hijos, con su hija menor, Wuendy Joselin, junto a su refrigerador casi vacío, en La Guaira. El desabastecimiento afecta a amplios sectores de la sociedad
Niños almuerzan en un comedor gratuito en un barrio pobre de La Guaira.<br>
Niños cargan el féretro de Kleiver Hernández, de 3 meses de edad. Kleiver "sufrió una muerte increíblemente dolorosa", según sus médicos, lo que se hubiese evitado de haber tenido acceso a una fórmula láctea infantil.
Desnutrición: familias se forman en una clínica de salud infantil gratuita en Morón. Muchos niños no tienen dónde atenderse
Familias rescatan restos de comida de bolsas de basura

Mundo > Venezuela en crisis extrema

El horror del hambre en Venezuela

Mientras el gobierno se niega a dar cifras, miles de niños mueren de desnutrición, a pesar de que los padres buscan salvarlos
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22 de diciembre de 2017 a las 05:00
Por Meridith Kohut e Isayen Herrera, The New York Times News Service

Su padre salió de la morgue del hospital antes de la madrugada para llevarlo de regreso a casa. Cargó al bebé esquelético a la cocina y se lo entregó a un trabajador funerario que hace visitas a domicilio para las familias venezolanas que no tienen dinero para realizar un funeral.

Se podían ver claramente la espina dorsal y las costillas de Kenyerber mientras le inyectaban los químicos de embalsamar. Las tías intentaban mantener alejados a los primitos curiosos.

Sus familiares llegaron con flores y reutilizaron cajas de alimentos que reparte el gobierno a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), de las que dependen cada vez más los venezolanos ante la escasez de comida y los precios altísimos, para recortar dos pequeñas alas de cartón.

Las pusieron cuidadosamente encima del ataúd de Kenyerber, una práctica común entre los venezolanos, para que su alma pueda alcanzar el cielo.

En cuanto el cuerpo de Kenyerber quedó listo para que lo vieran comenzó el llanto incontrolable de su padre, Carlos Aquino, un trabajador de construcción de 32 años. "¿Cómo puede ser esto?", decía entre sollozos mientras abrazaba el ataúd y hablaba con voz suave, como si pudiera reconfortar a su hijo en la muerte. "Tu papá ya nunca te va a ver".

El hambre ha acechado a Venezuela durante años. Pero ahora, según médicos en los hospitales públicos, está cobrando una cantidad alarmante de vidas de menores de edad.

La economía comenzó a colapsar en 2014. Las protestas y disturbios por la falta de alimentos, las filas insoportablemente largas para conseguir suministros básicos, los soldados apostados afuera de las panaderías y las multitudes enfurecidas que saquean las tiendas han cimbrado varias ciudades.


Desnutrición en Venezuela
María Carolina Merchán, que pesa 29 kilos, con su hija Marianyerlis Acosta, 6, cuyo peso fluctúa entre 9 y 13 kilos dependiendo de la cantidad de comida que pueda obtener.
María Carolina Merchán, que pesa 29 kilos, con su hija Marianyerlis Acosta, 6, cuyo peso fluctúa entre 9 y 13 kilos dependiendo de la cantidad de comida que pueda obtener.

Sin embargo, las cifras de muertes por desnutrición continúan siendo un secreto bien guardado por el gobierno venezolano.

Durante una investigación de cinco meses de The New York Times, los doctores en veintiún hospitales públicos de diecisiete estados del país dijeron que sus salas de emergencia están atiborradas de menores con desnutrición severa.

"Los niños están llegando con unas condiciones muy precarias de desnutrición", dijo el doctor Huníades Urbina Medina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.

El hambre ha acechado a Venezuela durante años. Pero ahora, según médicos en los hospitales públicos, está cobrando una cantidad alarmante de vidas de menores de edad.

Añadió que los médicos incluso están viendo cuadros de desnutrición tan extrema como la que llega a presentarse en campos de refugiados; casos que, dijo, eran extremadamente raros antes del colapso económico del país.

Para muchas familias de escasos recursos, la crisis ha sacudido por completo su panorama. Padres como los de Kenyerber pasan días sin comer y, a veces, terminan pesando lo mismo que un niño.

Hay mujeres que hacen fila afuera de clínicas de esterilización para evitar embarazarse de bebés a los que no van a poder alimentar.

Niños pequeños dejan sus hogares y se unen a pandillas que escarban por doquier en busca de alimentos: sus cuerpos tienen cicatrices por las peleas a cuchillo contra sus rivales.

Adultos en multitudes revuelven la basura de los restaurantes después de que estos cierran.

Desnutrición en Venezuela
Niños cargan el féretro de Kleiver Hernández, de 3 meses de edad. Kleiver nullsufrió una muerte increíblemente dolorosanull, según sus médicos, lo que si hubiese tenido acceso a una fórmula infantil
Niños cargan el féretro de Kleiver Hernández, de 3 meses de edad. Kleiver "sufrió una muerte increíblemente dolorosa", según sus médicos, lo que si hubiese tenido acceso a una fórmula infantil

Muchos bebés mueren porque es difícil encontrar –o poder costear– la fórmula de leche en polvo, incluso en salas de emergencia.

"Hay veces que se te muere en tus manos por deshidratación", dijo la doctora Milagros Hernández en la sala de emergencias de un hospital infantil en la ciudad de Barquisimeto. El hospital, señaló Hernández, vio un aumento pronunciado de personas con desnutrición hacia el final de 2016.

"Pero 2017 ha sido un incremento terrible de pacientes desnutridos", dijo. "De niños que te llegan lactantes y tienen el peso y talla de un recién nacido".

Cifras de un país en guerra

Antes de que la economía venezolana comenzara a desplomarse, casi todos los casos de desnutrición infantil en hospitales públicos se debían a negligencia o abuso parental.

Pero entre 2015 y 2016, conforme se intensificó la crisis, se triplicaron los casos de desnutrición infantil severa en los centros médicos de la capital, según los doctores.

Este año podría ser aun peor.

En muchos países la desnutrición a estos niveles sería "por cualquier causa si hay una guerra, una sequía, alguna catástrofe o un terremoto", dijo la doctora Ingrid Soto de Sanabria, jefa del Servicio de Nutrición, Crecimiento y Desarrollo del Hospital de Niños J. M. de los Ríos. "Pero en nuestro país está directamente relacionada con la escasez y la inflación".

El gobierno venezolano ha intentado encubrir la gravedad de la crisis y ya prácticamente no emite estadísticas de salud.

Esto genera un clima en el que los doctores a veces temen registrar casos y muertes ligados a los fracasos de la política pública.

Hay mujeres que hacen fila afuera de clínicas de esterilización para evitar embarazarse de bebés a los que no van a poder alimentar. Hay mujeres que hacen fila afuera de clínicas de esterilización para evitar embarazarse de bebés a los que no van a poder alimentar.

Pero las estadísticas que hay son impactantes. En el reporte anual de 2015 del Ministerio del Poder Popular para la Salud se reportó un aumento de cien veces en la tasa de mortandad de niños menores de cuatro semanas: de 0,02% en 2012 a poco más de 2%. La tasa de mortalidad materna aumentó casi cinco veces durante el mismo período.

Por casi dos años el gobierno no publicó ningún boletín epidemiológico con estadísticas como la mortandad infantil. Hasta que, en abril de este año, apareció de repente un enlace en el sitio web oficial del ministerio con todos los boletines no publicados.

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Mostraban que 11.446 niños menores de un año habían muerto en 2016: un aumento de 30%.

Los nuevos hallazgos atrajeron la atención de medios nacionales e internacionales antes de que el gobierno declarara que el sitio web había sido atacado y quitara los boletines.

La ministra de Salud fue destituida y se puso al ejército a cargo de monitorear los boletines; ninguno se ha publicado desde entonces.

Cifras prohibidas

La desnutrición también enfrenta censura dentro de los hospitales: muchos doctores reciben advertencias de no registrarla en los antecedentes médicos de los niños.

"En algunos hospitales oficiales se ha prohibido el diagnóstico de desnutrición en las historias clínicas", dijo el Urbina.

Médicos entrevistados por The New York Times en nueve de los veintiún hospitales dijeron que sí llevaban un conteo. En el último año, dijeron, habían registrado 2.800 casos de desnutrición infantil y alrededor de 400 de los menores que llegaron famélicos murieron.

"Nunca en mi vida he visto tantos niños con hambre", dijo la doctora Livia Machado, pediatra de práctica privada que da consultas gratuitas a niños que han sido hospitalizados en el sanatorio Domingo Luciani, en Caracas.

Ese hospital es de los pocos que todavía acepta ingresar a infantes desnutridos para tratamiento. Otros hospitales los rechazan y les dicen a los padres que no tienen suficientes camillas o suministros para tratar a los bebés.

Casi todos los hospitales venezolanos reportan escasez de insumos básicos, como leche de fórmula.

La desnutrición también enfrenta censura dentro de los hospitales: muchos doctores reciben advertencias de no registrarla en los antecedentes médicos de los niños. El presidente Nicolás Maduro ha reconocido que algunas personas pasan hambre en Venezuela, pero ha rechazado recibir ayuda internacional pues dice que la crisis es causada por una "guerra económica" impulsada por empresarios y fuerzas extranjeras como Estados Unidos.

Venezuela tiene las mayores reservas comprobadas de petróleo en todo el mundo. Sin embargo, muchos economistas afirman que años de mal manejo de la política económica han resultado en el desastre actual.

El daño no era evidente cuando los precios internacionales del petróleo eran altos. Pero a finales de 2014 comenzó a caer el precio del barril y la escasez y los precios de alimentos se dispararon.

El Fondo Monetario Internacional advirtió en octubre que la inflación podría superar el 2.300% el próximo año.

El Ministerio para la Salud y el Instituto Nacional de Nutrición venezolano no respondieron a solicitudes de entrevista ni de comentario sobre reportes oficiales de salud con estadísticas sobre desnutrición.

Pero la oposición, que controla la Asamblea Nacional que fue despojada del poder, continuamente alerta sobre la situación.

"Tenemos un pueblo que se está muriendo de hambre", dijo en noviembre Luis Florido, asambleísta que dirige la comisión de relaciones exteriores. Dijo que la crisis alimentaria en el país era una "emergencia humanitaria" que viven "todos los venezolanos".

"Tantos tantos niños"

Kenyerber nació sano y pesaba casi 3 kilogramos. Pero a su madre, María Carolina Merchán, de 29 años, le picó un mosquito y se contagió del virus del Zika cuando el bebé tenía tres meses. Tuvo que ser hospitalizada y los doctores le dijeron que no podía amamantar.

La familia no podía encontrar o pagar el alimento para el bebé y tuvieron que improvisar con lo que tenían al alcance: teteros de crema de arroz o de harina de maíz mezclada con leche entera. Eso no le daba a Kenyerber los nutrientes necesarios.

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A los 9 meses su padre lo encontró inmóvil en su cama, con la nariz ensangrentada. Corrió a la sala de emergencia pediátrica del hospital Domingo Luciani, donde pacientes y camillas atiborran los pasillos junto a soldados patrullando.

Kleiver Enrique Hernández, de 3 meses, estaba recibiendo tratamiento cerca de donde fue internado Kenyerber. Él también nació saludable –3,6 kilogramos– pero su madre, Kelly Hernández, tampoco lo podía amamantar. Lo mismo: Hernández y su novio, César González, buscaron sin tregua, pero no pudieron encontrar la fórmula.

En una búsqueda en línea del inventario de Locatel, una de las cadenas de farmacias más grandes de Venezuela, el Times encontró que solamente una de sus 64 tiendas en todo el país tenía la fórmula para bebés que los doctores le recetaron a Kleiver.

La desnutrición grave puede resultar en toda una patología que conlleva la muerte por falla respiratoria, infecciones u otros malestaresY es poco probable que Kelly y César siquiera hubieran podido pagarla. La hiperinflación ha diezmado los salarios que se pagan en bolívares en comparación con lo que valían hace dos años. Un surtido para un mes de la fórmula que necesitaba Kleiver costaba dos veces más que el sueldo mensual de González, un trabajador agrícola.

La escasez de fórmula también afecta a los hospitales. Doctores en la sala de emergencia del Domingo Luciani dijeron que no tenían abasto para alimentar a pacientes como Kenyerber y Kleiver.

La Encuesta Nacional de Hospitales 2016 halló que el 96% de los hospitales venezolanos reportaron no tener la cantidad de fórmula que necesitaban para atender a los pacientes. Más de 63% reportó que no tenía fórmula, punto.

Con tan pocas opciones, la madre de Kleiver preparó mamaderas con almidón de arroz y agua, a veces con leche entera si la podían encontrar. No era suficiente.

Los padres de Kleiver lo habían llevado a tres salas de emergencia, pero los hospitales estaban repletos. "Estaba desesperada viendo cómo tantos tantos niños estaban en la misma situación", dijo Hernández.

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Cuando los ingresaron al Domingo Luciani fue un gran alivio. Pero pronto comenzaron a ver un flujo constante de padres que llegaban con sus bebés desnutridos y terminaban yéndose en llanto: "¡Mi hijo está muerto!".

Esperaron con ansias a que la condición de Kleiver mejorara; dormían en una silla junto a su cama o en un patio afuera, siempre pendientes por si el doctor les recetaba algo.

Después de pasar veinte días en el hospital, terminaron por sumarse a esas familias a las que habían visto salir horrorizadas.

Un equipo de doctores trabajó durante horas para ayudar a Kleiver, llenándolo sin querer de sangre y moretones conforme trabajaban para intubarlo. Parecía que su cuerpo sin vida había recibido una golpiza para cuando los doctores aceptaron que no iban a poder salvarlo.

Pese a que la desnutrición severa es evidente, su diagnóstico no es sencillo. Incluso cuando los doctores sí están dispuestos a reportarlo no necesariamente lo incluyen como la causa oficial de defunción.

La desnutrición grave puede resultar en toda una patología que conlleva la muerte por falla respiratoria, infecciones u otros malestares. Pero, en el caso de Kenyerber y Kleiver, sucedió algo poco común en Venezuela: sus certificados de defunción sí muestran a la desnutrición como la causa de fallecimiento.

Más de cien amigos y allegados fueron al velorio en la casa de la familia de Kleiver, que duró toda la noche. Sus tías y primos colgaron carteles decorados con mensajes y caricaturas hechas a mano.

Kleiver yacía debajo, en un pequeño ataúd blanco, con las alas de papel.

Apenas tres meses antes la familia había hecho carteles con mensajes y caricaturas hechas a mano y las había colgado en la pared, para celebrar el nacimiento. Uno de esos carteles, en forma de un globo, todavía estaba encima de su cama durante el velorio. "Bienvenido, Kleiver Enrique, te quiero mucho", decía.

Cuando salió el sol el vecindario realizó una procesión hasta el cementerio. Hernández colapsó cerca de una tumba cercana; no podía dejar de llorar. Se sentía culpable de no haber podido amamantar a su hijo ni de encontrar la fórmula láctea y no dejaba de decir: "¿Soy mala madre? Por favor, ¡dímelo!".

Impotencia e indignación

La doctora Milagros Hernández entró corriendo a la sala de emergencia del hospital donde trabaja en Barquisimeto gritando: "Voy con un bebé de 18 meses. Le dieron té de anís, leche de vaca y lo amamantaba una vecina. ¡Está malo!".

Los doctores y enfermeros en el Hospital Universitario de Pediatría Agustín Zubillaga trabajaron rápidamente para evaluar al bebé, Esteban Granadillo. Pesaba 2 kilogramos y se veía asustado.

"Dígame lo que le dio de comer", le preguntó la doctora Hernández a la tía abuela, María Peraza, quien lo había llevado al hospital. "A ese niño se le destrozó el estómago y posiblemente hasta el hígado".

Cuatro de las doce camas de la sala de emergencia estaban ocupadas por niños desnutridos ese día de agosto. Los doctores dijeron que había llegado un caso de desnutrición prácticamente cada día, algo que no sucedía hasta hace dos años cuando se agravó la crisis.

Pero solo había una fracción de los medicamentos necesarios. El entonces director del hospital, el doctor Jorge Gaiti, dijo que había solicitado en junio 193 medicamentos que requerían a la agencia gubernamental responsable de distribuirlos a los hospitales públicos. Solo cuatro de los 193 fueron entregados, de acuerdo con los reportes en la computadora de Gaiti.

El hospital no cuenta siquiera con suministros básicos como jabón, jeringas, gasas, pañales o guantes de látex.

"Tuvimos que hacer eso", dijo Peraza, la tía abuela, al reconocer que sabía que era posible que el bebé tuviera problemas por ello. "Sí, hicimos algo malo, pero yo digo que si no hubiéramos hecho eso el niño hubiera muerto".

Padres pasan días sin comer y, a veces, terminan pesando lo mismo que un niño. Adultos en multitudes revuelven la basura de los restaurantes después de que estos cierran. Muchos bebés mueren porque es difícil encontrar –o poder costear– la fórmula de leche en polvo, inclusoPeraza se quedó en el hospital junto a la incubadora de Esteban durante días, acariciando su estómago mientras le susurraba. Durante semanas, el bebé salió y reingresó del hospital. Murió el 8 de octubre.

A veces, el Estado se involucra y saca a menores de edad de hogares en los que hay hambre crítica.

Después de que dos de sus hijos murieron por complicaciones de la desnutrición, Nerio José Parra y Abigail Torres perdieron a otros tres: se los llevaron trabajadores sociales.

Su hija de siete meses, Nerianyelis, murió en setiembre de 2016 cuando la familia no pudo encontrar leche de fórmula, dijeron Parra y Torres.

Parra tenía un trabajo de tiempo completo en una empresa que hace etiquetas, pero la pareja dijo que solo podía darle de comer a sus hijos una vez al día.

La mañana que falleció Nerianyelis estaba muy callada y delgada. Los padres dijeron que la llevaron al hospital, pero que no ayudó.

Abigail recordó que estaba tan desconsolada que no dejaba que nadie se llevara el cuerpo de su hija.

Tuvo que intervenir el equipo de seguridad del hospital y separarlas a la fuerza.

El 1 de diciembre murió Neomar, su hijo de 5 años, por desnutrición, deshidratación y otros problemas, según el trabajador social de ese caso.

Después de que falleció Neomar, los servicios sociales se llevaron a los tres hijos que quedaban y los pusieron en casas hogar. Ahora la pareja visita a sus hijos ahí y a los fallecidos en el cementerio.

Los niños se desmayan de hambre en la escuela


Seis semanas después de que recortaran las alas de ángel de las cajas de CLAP para Kenyerber, su familia todavía luchaba con el hambre.

Su madre, María Carolina Merchán, dijo que ya solo pesaba 29 kilogramos porque se salteaba comidas para que sus otros cuatro hijos tuvieran algo en el plato.

La familia ha llegado a pasar hasta cinco días sin ingerir algo más que agua.

Marianyerlis sigue a Merchán por horas mientras llora, rogándole que le dé comida.

Merchán se queda viendo hacia el piso mientras la niña solloza. "Mamá, ¡tengo hambre!", le dice. Pesa entre 9 y 13 kilos según cuánto llega a comer.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC, por su sigla en inglés), las niñas de 6 años que pesan menos de 18 kilogramos están en el percentil más bajo del promedio de crecimiento infantil.

Marianyerlis recientemente se desmayó tras no haber comido durante días. La familia vive con otros parientes en un edificio de vivienda pública abandonado que no tiene agua potable ni tuberías, y cuya electricidad funciona con cableado improvisado. No es cómodo, pero su ingreso debe destinarse por completo a la comida.

Los retratos de los niños cuando eran bebés, entre los bienes más preciados de la familia, adornan la pared. El único alimento en toda la casa es una bolsa de sal y un limón.

"Esto es una pesadilla", dijo la hermana de Merchán, Andreína del Valle Merchán, de 25 años, al describir cómo los niños empiezan a vomitar, sudar frío y aletargarse después de días de no haber comido.

Su propia hija de 5 años ha perdido casi 5 kilogramos en lo que va del año y ahora solo pesa unos 7,5 kilogramos.

EN CIFRAS


1,3

millones de personas que antes podían alimentarse en Venezuela no han podido encontrar la comida necesaria desde que se desató la crisis hace tres años, según un informe reciente de las Naciones Unidas y la Organización Panamericana de la Salud.

2

por ciento de los niños menores de 4 años murieron en 2015 en Venezuela, un aumento de 100 veces respecto al 0,02 de 2012. Daesde ese año el gobierno ya no publicó informes, pero la situación claramente empeoró.

96

por ciento de los hospitales venezolanos no tienen la cantidad necesaria de leche en polvo para bebés, según la investigación del New York Times.

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