Fútbol > CLAUSURA
El insobornable Defensor
A pesar de las importantes bajas, el violeta mantiene su estilo y la punta en la Anual
Tiempo de lectura: -'
18 de septiembre de 2017 a las 05:00
Defensor Sporting es Defensor Sporting. Este equipo (plantel) que conduce Eduardo Acevedo desde hace un año y siete meses es insobornable. Ninguna influencia ajena lo aparta del camino. El sábado en el estadio Luis Franzini le ganó a Danubio (su clásico rival) por 1-0 con un gol de Gonzalo Maulella y mantuvo el liderazgo de la Tabla Anual, el acumulado de todos los partidos que corresponden al Campeonato Uruguayo que comenzó a rodar en febrero de este año.
Defensor es Defensor. El equipo (plantel) que dirige Acevedo desde hace 581 días suma 30 partidos oficiales en lo que va de 2017. ¿Saben cuántos perdió? Solo tres: frente a Plaza Colonia en el Apertura, contra Liga de Quito por la Copa Sudamericana y ante Nacional en la final del Intermedio. Ganó 20 y empató siete. Una racha envidiable para un equipo que recorre todas las canchas donde se juega al fútbol de Primera división en Uruguay.
Defensor es Defensor. También frente a Danubio, un partido especial para sus protagonistas, aunque buena parte del público futbolero se niega a llamarlo clásico. Hace dos años que el violeta no pierde frente al franjeado. Ocho partidos al hilo sin conocer la derrota, con tres victorias consecutivas. "No entiendo a los que dicen que no es un clásico; ¿qué les duele?", preguntó Acevedo el sábado con la sonrisa y la tranquilidad que solo brindan un triunfo... clásico.
Defensor es ese equipo capaz de transformarse, de perder piezas importantes y aún así permanecer armado. Ya no están Guillermo De Los Santos, Matías Zunino, Gonzalo Bueno y Maximiliano Gómez, pero aparecieron Ayrton Cougo, Gonzalo Carneiro, Pablo López y Gonzalo Maulella. Sí, Maulella, que a los 33 años regresó al club para ser un protagonista de reparto y el sábado metió un zapatazo que le rompió el arco a Federico Cristóforo y le sirvió el triunfo a su equipo.
El sacrificio de Maulella, "más conocido en Perú que en Uruguay" admitió Acevedo, es el sacrificio de Defensor. Para sobreponerse a nuevos desafíos, para pelear cuerpo a cuerpo contra los colosos Nacional y Peñarol que año a año, torneo a torneo, se nutren con los mejores futbolistas.
El sábado en el Parque Rodó consiguió un triunfo menos sufrido que lo que dice el marcador. Casi siempre dominó el juego. En el primer tiempo tuvo oportunidades muy claras, que salvó Cristóforo una vez, y que los defensores (Matías Pérez y Malrechauffe) sacaron de la línea en otras dos ocasiones. Pero también Guillermo Reyes debió actuar con celeridad frente a Terans y Tabárez (dos veces) en las tres incidencias en que el franjeado se acercó al arco. El de Machado fue un equipo disminuido por las bajas y que encima durante el juego perdió a Leandro Rodríguez por lesión.
Defensor mostró los argumentos de siempre. Pelota bien jugada desde los pies de Matías Cabrera y Mathías Cardacio, llegada por los costados, improvisación en el juvenil Pablo López y peligro de gol en Gonzalo Carneiro. La impronta no cambia. El estilo se mantiene.
Ganó Defensor y observó manso el (otro) clásico. Desde lo más alto de la tabla acumulada. Sabiendo que aunque un día de estos pierda momentáneamente la memoria, las consecuencias no serán tan graves: la final la tiene asegurada.
Defensor es Defensor. El equipo (plantel) que dirige Acevedo desde hace 581 días suma 30 partidos oficiales en lo que va de 2017. ¿Saben cuántos perdió? Solo tres: frente a Plaza Colonia en el Apertura, contra Liga de Quito por la Copa Sudamericana y ante Nacional en la final del Intermedio. Ganó 20 y empató siete. Una racha envidiable para un equipo que recorre todas las canchas donde se juega al fútbol de Primera división en Uruguay.
Defensor es Defensor. También frente a Danubio, un partido especial para sus protagonistas, aunque buena parte del público futbolero se niega a llamarlo clásico. Hace dos años que el violeta no pierde frente al franjeado. Ocho partidos al hilo sin conocer la derrota, con tres victorias consecutivas. "No entiendo a los que dicen que no es un clásico; ¿qué les duele?", preguntó Acevedo el sábado con la sonrisa y la tranquilidad que solo brindan un triunfo... clásico.
Defensor es ese equipo capaz de transformarse, de perder piezas importantes y aún así permanecer armado. Ya no están Guillermo De Los Santos, Matías Zunino, Gonzalo Bueno y Maximiliano Gómez, pero aparecieron Ayrton Cougo, Gonzalo Carneiro, Pablo López y Gonzalo Maulella. Sí, Maulella, que a los 33 años regresó al club para ser un protagonista de reparto y el sábado metió un zapatazo que le rompió el arco a Federico Cristóforo y le sirvió el triunfo a su equipo.
El sacrificio de Maulella, "más conocido en Perú que en Uruguay" admitió Acevedo, es el sacrificio de Defensor. Para sobreponerse a nuevos desafíos, para pelear cuerpo a cuerpo contra los colosos Nacional y Peñarol que año a año, torneo a torneo, se nutren con los mejores futbolistas.
El sábado en el Parque Rodó consiguió un triunfo menos sufrido que lo que dice el marcador. Casi siempre dominó el juego. En el primer tiempo tuvo oportunidades muy claras, que salvó Cristóforo una vez, y que los defensores (Matías Pérez y Malrechauffe) sacaron de la línea en otras dos ocasiones. Pero también Guillermo Reyes debió actuar con celeridad frente a Terans y Tabárez (dos veces) en las tres incidencias en que el franjeado se acercó al arco. El de Machado fue un equipo disminuido por las bajas y que encima durante el juego perdió a Leandro Rodríguez por lesión.
Defensor mostró los argumentos de siempre. Pelota bien jugada desde los pies de Matías Cabrera y Mathías Cardacio, llegada por los costados, improvisación en el juvenil Pablo López y peligro de gol en Gonzalo Carneiro. La impronta no cambia. El estilo se mantiene.
Ganó Defensor y observó manso el (otro) clásico. Desde lo más alto de la tabla acumulada. Sabiendo que aunque un día de estos pierda momentáneamente la memoria, las consecuencias no serán tan graves: la final la tiene asegurada.
