Conocí a Jeff Bezos en 1995, en Atlanta, donde estuvo a cargo de la keynote, la charla de fondo, en un seminario sobre emprendimientos en internet, por entonces un misterio para muchos. En especial en el Río de la Plata, donde solo las universidades y algún que otro trasnochado accedía al nuevo universo usando el tal vez primer buscador más o menos amistoso, Mosaic, y cuando no existían ni AltaVista, ni Yahoo ni Google y las búsquedas de datos (con lógica booleana) tomaban toda la noche peregrinando entre ignotos servidores, y aún no se habían inventado las arañas-robots.
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