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El legado del diablo, terror para asustarse sin sustos

La película apela a una atmósfera oscura e inquietante para generar miedo e incomodar; está en cines desde el jueves
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21 de julio de 2018 a las 05:10
Todo está en el ambiente, en esa sensación de inmersión total que abstrae la mente de cualquier distracción, que expulsa al mundo de la realidad y que hace que solo importe la pantalla. Es ahí cuando el frío que recorre la espina dorsal es más helado; cuando el temor se vuelve más genuino. Cuando los sentidos están más despiertos, alertas ante cualquier eventualidad que se perciba en el aire o en el plano. El cine de terror contemporáneo, el que entusiasmó más a la crítica mundial en los últimos años, entendió que la creación de ambientes cargados de miedo y tensión es un puerto al que se debe apuntar. Que crear una atmósfera que, historia mediante, introduzca al espectador en un tubo hipnótico donde el malestar y la incomodidad imperen, es la clave del éxito. Por supuesto que no es un concepto nuevo; William Friedkin y El exorcista asustaron al mundo en 1973 valiéndose de recursos que creaban un ambiente inaguantable. Sin embargo, si se repasan los títulos recientes dentro del género, la cuestión de "asustar desde el todo" parece ser norma: Let the right one in, La Bruja, Te sigue, El Babadook, No respires, todas lo hacen. Claro que, para que salga bien, es necesario saber manejar ese ambiente. Saber cómo lograr que una pequeña brisa genere mala espina en el espectador. Y El legado del diablo, la última incorporación a esta lista de títulos, lo hace muy bien.

Titulada en inglés como Hereditary –un nombre mucho más acorde a su trama, como suele suceder con las traducciones–, esta película es la ópera prima de Ari Aster y se distribuye bajo el sello de A24, uno de los estudios independientes más interesantes del momento. El legado del diablo, que está en salas uruguayas desde el último jueves, llegó precedida de elogios enormes. Muchas reseñas la catalogaron como la mejor película de terror de los últimos años –un rótulo que se ha leído mucho en el último tiempo– y algunos críticos más osados llegaron a nombrarla como El Exorcista del siglo XXI.

Si bien la comparación es exagerada, es cierto que El legado del diablo es un gran ejemplo de cómo se debe manejar el ambiente en el cine de terror y cómo cada una de sus partes debe trabajar para lograr ese fin. Ya desde el obituario previo que aparece al inicio de la película, el espectador entiende que lo que vendrá después no será sencillo de digerir. Más bien, estará en el comienzo de un camino con pocos sobresaltos que, sin embargo, sembrará una semilla de intranquilidad que irá in crescendo.



Legado

En la familia Graham las cosas nunca fueron muy normales. Annie (Toni Collette), ahora una adulta y con familia propia, debió afrontar una infancia marcada por el suicidio de su hermano, la muerte de su padre y la locura, ya sobre el final de su vida, de su progenitora. Pero más allá de su turbio pasado, ha logrado mantener al clan más o menos alejada de ese mundo. El problema es que, cuando la veterana muere, el núcleo familiar se corrompe. Annie y su hija empiezan a ver visiones periódicas, todo se enreda para el lado más oscuro y cuando todo parece, de a poco, volver a la normalidad, un hecho trágico sacude a la familia y cambia el futuro de todos sus integrantes. Lo que sigue es una trama que involucra una herencia maldita, padecimientos infernales y varios puntos de contacto con películas como El bebé de Rosemary. Y punto. Contar más sería contraproducente.

Lo que sí se puede decir es que El legado del diablo es un ejercicio destacable de terror atmosférico, y Ari Aster se vale de todo lo que le sucede a la familia para hacerlo. La pena, el duelo, el dolor más profundo, los actos egoístas, el amor familiar minado por asperezas de raíces profundas, el miedo a la muerte y la conexión con "lo que hay del otro lado"; todo es utilizado para dinamitar la tranquilidad del espectador y ponerlo tan nervioso como para que un simple chasquido de la lengua lo altere.

Aster tiene, además, dos cartas fuertes a las que apuesta y que le rinden: Toni Collette y Milly Shapiro. Ambas actrices –la primera es la madre, la segunda la hija– son el eje de los terrores que azotan a la familia, especialmente al hijo mayor, interpretado por Alex Wolff. Los defensores más entusiastas de la película ya piden una nominación al Oscar para Collette, y si bien todavía queda mucho, su actuación es lo suficientemente medida para alternar entre el desquicie total y la paz interior sin caer en la sobreactuación. Shapiro, por su parte, es una presencia que perturba desde su mirada (y un rostro extrañísimo e inquietante que acompaña).

El legado del diablo es, además, una película muy dura. No tanto por la violencia –que la hay y es muy gráfica– sino por momentos que, de verdad, son muy difíciles de ver. Los gritos de una madre destruida por el dolor interno y pidiendo que la maten para terminar con el sufrimiento es, incluso en la ficción, fuerte.

Seguramente más de un espectador ávido de saltos en la butaca, fantasmas escabrosos y terror gore se sentirá decepcionado. Es posible que esas personas salgan preguntándose qué es lo que vieron o exclamando consignas del tipo "esto no es terror". Algo así pasó con La bruja. Sin embargo, el terror no siempre está en el susto, en el sobresalto que acelera la adrenalina en el torrente sanguíneo. A veces, lo único que se necesita para asustar es una ambiente elaborado de manera correcta. Una atmósfera que envuelva al espectador, lo saque de su realidad y lo perturbe desde el interior. Es posible que con El legado del diablo nunca llegue a sobresaltarse. Pero lo que es seguro es que no estará cómodo mirándola y que saldrá del cine perturbado, con los sentidos en alerta. Y eso también es terror.

La familia

Legado del diablo
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Toni Collette
Es Annie Graham, la madre de familia que debe lidiar con la muerte de su madre y la maldición del clan.

Gabriel Byrne
El actor de Los sospechosos de siempre es el esposo de Annie.

Alex Wolff
Hijo mayor, comete un error que condena a la familia y sobre él cae lo peor.

Milly Shapiro
Misteriosa y aterradora, la hija pequeña de Annie es una pieza clave del calvario que pesa sobre la familia.

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